Ernesto Díaz.
El pasado 7 de noviembre se cumplió un año ya de que el Periódico Cubarte, comenzara a publicar semanalmente, a modo de homenaje, una entrevista a propósito del aniversario 50 de la fundación del Movimiento de la Nueva Trova cubana.
La primera entrevista fue a Gerardo Alfonso, y le han seguido las conversaciones con importantes figuras de la cultura cubana, trovadores, líderes e integrantes de formaciones pertenecientes al movimiento, en su mayoría, pero también profesores universitarios, periodistas, críticos, comunicadores, promotores, escritores, musicólogos, productores, y realizadores de audiovisuales, y todos tuvieron la gentileza de revelar sus evocaciones y opiniones sobre la Nueva Trova.
De esta suerte hemos logrado un compendio de valiosas consideraciones conceptuales sobre este fenómeno estético, además de que las anécdotas y recuerdos que los entrevistados han regalado son estupendos e inestimables.
Son muchas las coincidencias pero muchas también las disparidades entre las respuestas de los entrevistados a un cuestionario único -con algunas variaciones- que persigue como propósito precisamente reunir respuestas y criterios diversos sobre un mismo hecho cultural de tal relevancia y permanencia en el tiempo.
Ernesto Díaz, (Bayamo, 1991), es un músico profesional, cantautor con más de diez años de experiencia sobre el escenario; es además, productor musical, diseñador y realizador de audiovisuales.
Este joven trovador, miembro de la Asociación Hermanos Saíz, del Centro Nacional de Música Popular y de la Asociación Cubana de Derecho de Autor Musical, ha tenido una amplia participación en ferias y festivales nacionales, también en Colombia y España.
Cuenta en su haber con el EP Tiempo, del 2013, producido por Studio Kaveling Record, y con el CD Lejos de casa, del 2019, de Studio la 5ta Records.
Los lectores podrán conocer las consideraciones de Ernesto Díaz sobre la Nueva Trova y sus hacedores, así como los caminos que transitó hasta llegar a ser uno de ellos.
Su primer recuerdo de la Nueva Trova, ¿llega junto a qué figura?
Uno de mis primeros recuerdos me llega con un cassette que mi padre me regaló del disco Silvio, de 1992, que me impactó muchísimo. Yo lo ponía todos los días, «pa’trás y pa´lante, pa’trás y pa`lante», en casi todo momento.
Una de mis iniciales experiencias fuertes fue con Silvio, pero también con otros muchos trovadores de aquí de Bayamo.
Cuando era muchacho, bueno, más muchacho que ahora, en mis andanzas buscando la bohemia, gente que tocara, me acerqué a la Asociación Hermanos Saíz y recuerdo que el grupo Nubes y Orman Cala, estaban dando un concierto, dos excelentes propuestas trovadorescas del patio que me motivaron mucho a sentir, a vivir lo que era la trova en ese instante.
¿Cuándo reconoció que quería ser trovador?
En verdad yo digo que la trova me buscó a mí; yo vengo de un grupo de punk alternativo, que se convirtió después en un poco de grunge, más onda americana, y después de haber entrado a la AHS, con este proyecto, me surge la necesidad de decir, en otro lenguaje, lo que yo quería que la gente escuchara.
Entonces me refugié mucho en amigos como Orman Cala, y sí me di cuenta que la trova era el género, la forma de expresarme, de decir mis canciones, la forma en que las escribía y las cantaba, y me enamoré de la guitarra de nylon porque hasta ese momento con el proyecto, yo usaba la guitarra eléctrica , y sí, ahí fue donde me di cuenta que mi mundo estaba en la trova, que yo estaba destinado a ser cantautor, a ser trovador, porque la trova es una forma de vida y lo llevo así todavía, desde aquel momento.
En sus inicios, ¿a cuál trovador quería parecerse?
En mis inicios te comentaba que había entrado con Silvio Rodríguez en mi cabeza, pero todos queremos parecernos a Silvio, o, bueno, casi todos queremos tener la poética y la forma de decir de Silvio, lo que pasa que con el tiempo uno va descubriendo y escuchando a otros trovadores y cantautores que son fenomenales, y en aquel momento a quien yo quería parecerme era a Fito Páez.
Me gustaba su estilo, su forma de interpretar, de decir tanto, tanto, tanto, en tres o cuatro minutos, al extremo de que llegó un momento en que algunos amigos me decían que tenía que apartarme un poco de Fito porque «te estás pareciendo, tu obra va bien, pero es Fito Páez», y entonces decidí seguir escuchando a otros trovadores y alimentarme de otras propuestas , pero realmente en mis inicios, yo quería parecerme a Fito Páez, de quien tenía una influencia muy fuerte.
¿Es de éste de quien reconoce mayor influencia en su obra?
No es de Fito de quien más influencia tengo ahora mismo; al nutrirme de varios lugares, de las músicas andina, uruguaya, brasileña, igual de la música americana y la española, tomo, para mis canciones, lo que necesito en cada momento, ya no me guío por un cantautor sino por un género o un sentimiento determinado; ya no digo quiero seguir escribiendo como Jorge Drexler, o como Joan Manuel Serrat, en un momento me dije: yo quiero escribir como yo, quiero decir algo y que la gente lo escuche, pero desde mi propuesta, desde lo que quiero mostrar a mi manera.
¿Qué recuerdos tiene asociados a Pablo Milanés?
Recuerdos con nuestro querido Pablo, no tengo muchos, pero son muy sentidos. Un día allá en Bayamo, donde nací, me dice alguien «oye vamos para el Parque Central que Pablo Milanés va a dar un concierto», y salí directo para allá; fue uno de los conciertos más hermosos de los que he visto hasta ahora en mi vida. Pablo es un ser de luz, es una belleza, es un cantautor con gran amor en su voz, con un gran sentir en su guitarra.
Este es uno de los mejores recuerdos que tengo de Pablo, nunca tuve la posibilidad de conocerlo personalmente pero sí me dejó mucho con sus canciones, me dejó qué decir, de qué hablar, y eso es bueno tenerlo.
¿Con cuáles trovadores ha tenido mayor coincidencia conceptual y estética?
Tengo mayor coincidencia conceptual y estética con los trovadores de mi generación, con Noel Batista, Leodany Castellón, con la gente del proyecto La Caña Santa, de Santa Clara, Motivos personales, de Ciego de Ávila, con ellos es con quienes me identifico muchísimo porque es como otra forma de expresar la trova, de decir el momento que estamos viviendo y por qué lo estamos viviendo en cualquier situación, ya sea en lo político, el amor, una novela, una obra de teatro… somos los que estamos más unidos; mi generación viene siendo mi identidad.
¿Usted cree que los fundadores de la NT «enseñaron a pensar» a los jóvenes cubanos?
Pues sí, creo que la NT nos enseñó a pensar, pero también a sentir, querer, amar la canción, los acordes que acompañan a un poema perfecto y a la par, a hacer canciones de las cosas más bellas y de las cosas más temibles, y también llevarlas a valor.
Hay muchas cosas que nos enseñaron, tanto es así, y fueron tan buenos profesores que nosotros seguimos transmitiendo esas enseñanzas a las nuevas generaciones, ya con nuestros sellos, nuestras palabras y nuestra identidad, pero siempre diciendo por qué y de dónde venimos y por qué lo hacemos, eso nunca va a cambiar, y la NT nos enseñó a saber de dónde venimos y hacia dónde vamos.
¿Cuál considera es el aporte fundamental de la NT a la historia de la música cubana?
Uno de los aportes fundamentales de la NT a la historia de la música cubana es que ha marcado una identidad, marcó un tiempo y un estilo de componer, de cantar, pero también de vida, marcó una bohemia, una noche perfecta.
En la trova hay boleros, guarachas, canciones, cuando sumas todo eso, te das cuenta de que la trova es un buen símbolo de la cultura nacional y por eso hay tantos de nosotros que seguimos defendiéndola porque no podemos perder esa identidad, ese lenguaje de vida, esa visión de la realidad tan bella que tiene la NT; hay que seguirla cuidando porque para la música cubana es una joya.
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