El Periódico Cubarte, hace ya casi un año, cada semana publica a modo de homenaje, una entrevista a propósito del aniversario 50 de la fundación del Movimiento de la Nueva Trova cubana.
Estas entrevistas se agradecen mucho, pues han permitido abusar de la memoria de los entrevistados y hacerles evocar y, a la par, reflexionar sobre este fenómeno estético cubano que aún marca los pasos de muchos, aquí y en el mundo.
Como hemos divulgado, esta serie ha contado con la participación de notables trovadores cubanos de diferentes generaciones, entre ellos, Augusto Blanca, Gerardo Alfonso, Frank Delgado, Karel García, Angelito Quintero, Marta Campos, Heydi Igualada, Inti Santana, Adrián Berazaín, Erick Sánchez, Roberto Novo, Lázara Ribadavia, Liuba María Hevia, Enid Rosales, Rochy Ameneiro, Rita del Prado, Alejandro García (Virulo), Mauricio Figueiral, Silvio Alejandro, Tony Avila, Fidel Díaz Castro, también promotor de larga data del movimiento, o líderes e integrantes de formaciones pertenecientes al movimiento como Luis Llaguno, del Grupo Nuestra América, Adolfo Costales, de Mayohuacán, y Tomás Rivero de Moncada.
Igualmente han accedido a participar en este proyecto, periodistas, críticos y escritores como Norberto Codina, Pedro de la Hoz, Frank Padrón, Arturo Arango, Emir García Meralla; la reconocida artista de la plástica Diana Balboa, el destacado productor musical Enrique Carballea, la musicóloga y también productora Élsida González, su reconocido colega José Manuel García, el guionista y director de televisión Tony Lechuga, y los admirados doctores Mildred de la Torre Molina y Julio César González Pagés.
Hoy Cubarte dedica este espacio a una profesional muy conocida y reconocida en los medios de información y en el universo cultural cubano: Marianela Dufflar (La Habana, 2 de diciembre de 1959), comunicadora de Artex por muchísimos años, Master en Relaciones Públicas, Premio Espacio 2015 de Relaciones Públicas, colaboradora de Cubadebate, y dueña de una muy buena voz que llega a los hogares cubanos cada semana en el programa Frecuencia total de la emisora Radio Rebelde.
Marianela ha dedicado su vida a promover la música, en primer lugar, pero igualmente toda la producción artística nacional; es un ser incansable cuando de trabajar se trata, trabajar bien y sistemáticamente, por lo cual se ha ganado el respeto de todos los que la conocen.
Aquí nos narra la historia de su relación con la Nueva Trova cubana, en la que se logra apreciar todo el aporte cultural de su carrera, pero creo que ni ella misma es capaz de darse cuenta de cuanto le deben el arte, la literatura y los creadores cubanos a su sostenido empeño.
¿Cuáles son sus primeros recuerdos de la Nueva Trova?
Mis primeros recuerdos de la Nueva Trova vienen dados por la intelectualidad de mi padre. En el año 1967, mi papá se sentaba frente al televisor a ver el programa «Mientras tanto», de Silvio Rodríguez; se aprendía las canciones, las perseguía, me las cantaba, y yo me las aprendía a su vez con la poca edad que tenía.
Recuerdo, -es algo impresionante recordarlo de esta manera- como fui testigo del primer concierto de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola, en la Casa de las Américas, al que también fui de la mano de mi padre porque mi madre trabajaba en Prensa Latina y llegaba tarde, y él estaba atendiendo a una delegación de latinoamericanos creo, y como no tenía con quién dejarme, me llevó para la Casa de las Américas.
Yo veía tanta gente que le pregunté a mi papá qué era lo que iba a pasar allí, por qué había tantas personas, si iba a hablar Fidel, y me respondió «no, aquí vamos a escuchar al muchacho del programa «Mientras tanto», y años más tarde me di cuenta de que había sido testigo con 8 años del histórico primer concierto de Silvio, Pablo y Noel en Casa de las Américas.
O sea, desde esa temprana edad yo, sin que todavía fuera la Nueva Trova, había presenciado ese primer concierto lo que se une en el recuerdo con los cantos de mi padre; no se me olvida mi padre cantando «Mientras tanto», «esta extraña tarde desde mi ventana», que así comenzaba la canción de Silvio «Y nada más», «La era»…
¿Qué relación inicial tuvo con este movimiento?
Yo desde muy pequeña ya fui una seguidora de las canciones de la NT, que venían en las voces de Silvio, Pablo, Noel, Vicente Feliú, y digo voces porque todos al final eran un movimiento y eran voces, a las que luego se sumó Sara González, y a partir de ahí fui siempre a sus conciertos según iba creciendo:
Presencié el nacimiento del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, crecí con esas canciones, cantándolas en la Secundaria, en el Preuniversitario, luego en la Universidad, realmente hasta gané premios en algunos festivales cantando esas mismas canciones como aficionada… y de esa manera me convertí en una fanática de la NT con el decursar de los años.
¿Cuándo comienza a cambiar la naturaleza de dicha relación?
Esta relación comienza a cambiar de ser parte del público, desde lejos, a hacerla cercana, cuando en 1981 o 1982, al regresar de Angola, en casa de una amiga que se llama Noemí Grosas, me encuentro a Silvio Rodríguez, y como Noemí sabía que yo cantaba, insistió en que yo le cantara a Silvio, y yo lo miraba, desde mi perspectiva de niña, y me decía: pero ese es Silvio Rodríguez, qué voy yo a cantarle… y la verdad es que no recuerdo ni qué le canté, pero de algo sí me acuerdo y es que cuando terminé de cantar él me dijo «y no has hecho nunca una canción», y creo que fue a partir de ese momento en que comienza a cambiar realmente mi relación con la NT.
Es ese justamente el día en que yo me pongo a pensar que de verdad a mí me gustaba cantar, pero no había hecho nunca una canción y tuve la curiosidad de saber qué es lo que se sentía al hacerlo; entonces escribí una canción a los dos días de esta historia, una canción sin instrumentos, a capella y luego, asimismo gracias a Noemí, empiezo a asistir a algunas peñas, a lugares donde se reunían jóvenes a cantar en El Vedado, y así conocí a Carlos Varela, Frank Delgado, ya yo conocía a Tosca, porque vivía cerca de mi casa, igual que a Donato Poveda, que cuando éramos niños me escondía el velocípedo y me hacía sufrir mucho, y lo que definitivamente les llamaba la atención a todos ellos -porque a mí me hacían cantar en las peñas- y me decían «cómo es posible que tú hagas canción sin un instrumento», porque yo hacía los textos y las melodías y las cantaba y ahí es que cambia definitivamente mi relación con la NT, de público, a un poco estar, ser del MNT.
Entonces en 1983 se hace una convocatoria y yo no sabía cómo hacer porque no tenía guitarra, y Roberto, el hermano de Donato Poveda, me dijo que me acompañaría y me presenté a la prueba para integrar el movimiento; ese día Polito Ibáñez, Carlos Varela, Frank Delgado y yo fuimos evaluados y así me convertí en miembro del MNT.
A partir de ahí cambió mi vida de alguna manera, porque no siempre tenía a Roberto Poveda, pero en algunas actividades me acompañaba Carlos Varela, el que más me acompañó fue Frank Delgado, también Gerardo Alfonso, en fin… empiezo a cantar en público mis canciones.
En 1984 una canción mía resulta ser finalista en un Concurso Adolfo Guzmán, asisto a festivales… es decir que fue una etapa muy linda en mi vida en la que tuve muchas satisfacciones.
Mi primer concierto lo hice en la Casa del Joven Creador, con Frank Delgado; posteriormente Pedro Luis Ferrer me invitó a uno de sus conciertos, en la sala Hubert de Blanck, donde canté junto a Frank Delgado y Carlos Varela, fue un concierto muy importante para mí, y así siguió cambiando mi relación con el MNT, me sentí diferente como persona, realmente fueron vivencias muy bonitas.
¿Cómo es que llega a ser una suerte de mascota entre los trovadores?
Es que estas relaciones se fueron profundizando, y me convertí en la mascota de dos generaciones de trovadores, porque yo era joven, mujer, cantaba a capella, hacía canciones sin instrumentos, y Vicente, Noel, Pablo, Sara, el propio Silvio, me querían mucho y me trataban siempre como eso, como si fuera su mascota, y lo digo con un cariño tremendo porque de esa misma manera me trataban Frank, Gerardo, Carlos, todos con respeto y un gran afecto.
Éramos una familia que cantaba los días que había que cantar, pero cuando no cantábamos componíamos canciones y nos llamábamos para cantárnoslas, incluso se hizo entre nosotros un Club de la Pupila Insomne, liderado por Navarro, alguien a quien quisimos mucho, que trabajaba en la UNEAC y que de vez en cuando nos inspiraba a escribir.
Ya te digo, fueron tiempos muy significativos para mí, en los que tuve la ventura de ser feliz, dentro de la historia de la NT, de contar con la dicha de tener al lado gente como Silvio, Pablo, Noel, Vicente, y digo gente en el sentido lindo de la palabra, gente que enseñaba a pensar, a reflexionar, que nos daba poesía y que nos permitía brindar la poesía que hacíamos desde nuestra perspectiva de vida.
¿Quisiera comentarnos de sus experiencias con trovadores como Silvio Rodríguez, Frank Delgado y otros?
En aquella etapa tuve experiencias muy lindas con Frank Delgado, cantaba sus canciones en las actuaciones, y también con otros miembros de la NT como Augusto Blanca, Gunilla Tulehag, Santiago Feliú, Gerardo Alfonso, Corina Mestre; más adelante, la vida me llevó, por situaciones personales, a entrar en la Unidad Presupuestada de la Música y allí, desde otro punto de vista, sigo mi relación con la trova, específicamente en el campo de la promoción.
A la Unidad Presupuestada eran visitas asiduas Sara González, Silvio, Pablo, y estaba cerca de la casa de Noel Nicola, se empezó a ampliar un poco el espectro de mi relación, ya no como cantante, si no desde la promoción y logro en 1988 convertirme en asistente de dirección de Pablo Milanés, en su gira Amo esta Isla, que fue un momento muy especial para mí, de emoción enorme; estar en el escenario con Pablo, cuidándolo y también disfrutándolo fuera del escenario… En ese mismo año hago su Gira por los barrios.
Al año siguiente me entero que Silvio quería -él llevaba muchos años en eso- hacer una gira por todo el país y quería comenzarla en el Pico Turquino, y me dije: yo tengo que estar ahí; entonces tomé un papelito y puse «Yo quiero ir a tu gira haciendo lo que sea. Por favor marque con una cruz sí o no», y me aparecí en casa de Silvio, le toqué la puerta y le entregué el papelito a su representante que al poco rato regresó con el papelito que tenía la cruz en el Sí, mira, esa fue una de las experiencias más grandes que he tenido en mi vida, no solo por el hecho de subir el Pico Turquino, trasmitir desde allí…, bien lo dijo José Martí, «Subir montañas hermana hombres», fuimos muchas las personas que nos enrolamos en esa gira, que teníamos que estar, éramos martianos pero también seguíamos a Silvio desde muy temprana edad, y le agradezco a la vida y a Silvio que me haya dado esa oportunidad, de subir al Pico Turquino junto a él, AfroCuba, y Vicente Feliú.
Esa gira fue aleccionadora para todos y llegamos el 28 de enero de 1989 y cantamos todos y como te dije fue una de las experiencias más impresionantes que he vivido junto a Silvio: tener al Silvio trovador de siempre, a ese poeta, ese grande, y de igual forma al ser humano, de una provincia, a otra, de un concierto a otro, las tensiones, las luces, el frío; para mí fue un aprendizaje que no voy a olvidar nunca, haber podido trabajar en el equipo de Pablo y de manera especial en el de Silvio.
Yo pienso que desde ese momento se creó con Silvio, en mi caso, una relación afectiva que ha seguido a lo largo de los años; me ha tocado del mismo modo estar en sus giras por los barrios, de reseñar esos conciertos para Cubadebate, y la vida me ha dado el regalo de tener a Silvio como un hermano mayor, él significa mucho en mi vida, es mi familia.
En su canción «Amigo mayor», Silvio dice: «Amigo puede ser quien bien repara, en la musa o engendro que yo aporte. Amigo, sí, es también quien me soporte. Pero amigo mayor es quien me ampara» y Silvio me ha amparado mucho, en lo artístico y me ha amparado en lo personal, ha sido un entrañable amigo, un real «Amigo mayor», de la misma manera en que lo fueron Noel Nicola, y Vicente Feliú, pero en el caso de Silvio debo reconocer que si a mí me hubieran dicho, cuando mi papá me cantaba canciones de él, que a lo largo de los años iba a tener tal relación de amistad con este poeta y gran trovador, no lo hubiera creído, pero la vida me llevó a esa felicidad, y qué bueno, porque siempre me digo que no tuve la suerte de conocer, de conversar con Martí, de saber cómo era en el sentido real, físico, de escuchar su voz, pero mira, me regaló a Silvio, a Pablo, a Vicente, a Noel y me regaló a Santiago Feliú, a Frank Delgado, a Gerardo Alfonso y a todas estas personas maravillosas que , indudablemente, me han hecho crecer.
Continuará…
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