“La odisea de un presidente”. -La odisea de América Latina-.
“Se los digo con calma, con absoluta tranquilidad: yo no tengo pasta de apóstol ni tengo pasta de Mesías. No tengo condiciones de mártir. Soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer a la voluntad mayoritaria de Chile: sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan: dejaré la Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera”.
De esta expresión pronunciada frente a su pueblo emanan las cualidades más inolvidables de Salvador Allende. Su firmeza, dignidad, valor, serenidad, audacia y su honor hasta el precio de su propia vida dan fe de ese diálogo con la Patria de Chile y Cuba; y con América latina.
Para relatar su historia que es también, en gran medida, la de la hermana nación chilena, nace una obra literaria que hace perpetua para siempre la epopeya de un presidente.
El libro sale a la Luz de la mano de la Editorial Verde Olivo y constituye todo un desafío, pues narra, desde el análisis, y a partir de una investigación exhaustiva y profunda, los detalles sobre cómo prepararon el golpe de Estado a Salvador Allende, poniendo al descubierto datos que pueden ser comunes para cualquier proceso revolucionario sobre todo para demostrar cuáles han sido las verdaderas intenciones del imperialismo con respecto a los procesos revolucionarios en América Latina y en el mundo.
Según sus autoras Nancy Núñez, y Lídice Valenzuela, el libro enfatiza el papel protagónico del presidente chileno Salvador Allende y su exitoso desempeño como mandatario, los avatares para llevar adelante el programa socialista de la Unidad Popular por vías legales e institucionales, la lucha incesante por mantener la unidad de los partidos y fuerzas que integraban su gobierno, el combate diario contra la ultraderecha fascista; además de denunciar los planes injerencistas del gobierno de Estados Unidos.
El texto también recoge otro enfoque de la figura de Salvador Allende, y muestra al hombre, el ser humano, el padre, el abuelo, el amante, para que el lector se reconozca y tenga una visión diferente de los héroes, y reconozca que son hombres con sentimientos, que sufren y aman.
“Generalmente a Allende se le presenta como un hombre muy pacífico y que se dejaba doblegar por el criterio de los demás y Salvador Allende fue un revolucionario de toda la vida y fue un hombre muy valiente siempre, lo que queda demostrado en el libro en un análisis que hacemos sobre su actitud y la forma de dirigir en los últimos tiempos, él sabía, por ser un político de vasta experiencia, que no podía enfrentar a las fuerzas armadas de Pinochet, no era ingenuo, poseía una integridad total, jamás pensó que las fuerzas armadas chilenas iban a traicionar la Constitución Nacional”.
No es casual que la presentación oficial del título "La Odisea de un presidente" haya tenido lugar en el Centro Fidel Castro Ruz. En la realidad de América latina Cuba y Chile, Fidel y Allende, constituyen la vanguardia de un proceso inspirador para el resto de los pueblos latinoamericanos aun cuando sigue siendo un desafío que tenga América, algún día, la voz de un continente libre.
En el encuentro, el historiador cubano y director de este espacio que hace extensivo el pensamiento y la obra del líder histórico de la Revolución Cubana, René González Barrios, expresó que el texto constituye un tributo al político socialista chileno, homenaje que también posiciona la estrecha relación de Salvador Allende y Fidel Castro Ruz y los pueblos de ambos países.
La relación y simpatía de Salvador Allende con el proceso cubano, con el comandante en jefe Fidel Castro, y los principales líderes de la Revolución cubana data desde1968, cuando visitó a Cuba para estar junto a su pueblo.
Más tarde, en diciembre de 1972 fue recibido en forma multitudinaria por el pueblo de La Habana. Incluso después en un gran acto de masas efectuado el día 13 en la Plaza de la Revolución “José Martí, en La Habana, donde habló y también lo hizo Fidel, quién en esa oportunidad al destacar la actitud de Allende hacia la Revolución Cubana, aseguró que él le otorgó al proceso revolucionario cubano una confianza ilimitada y su amistad más firme.
Un año antes, al realizar una extensa gira por Chile, Fidel había podido apreciar de modo directo las realizaciones que llevaba adelante el gobierno de la Unidad Popular encabezado por Salvador Allende y la firmeza con que éste actuaba al tener que enfrentar amenazas, ataques y disímiles acciones encaminadas a tratar de minimizar su prestigio y autoridad ante el pueblo y propiciar el derrocamiento de su gobierno.
Precisamente el dos de diciembre, en el gran acto de despedida que se efectuó en la capital chilena, Fidel manifestó al respecto:
“Hay algo que nos impresionó hoy profundamente, y fueron las palabras del Presidente, en especial cuando reafirmó esa voluntad de defender la causa del pueblo y la voluntad del pueblo. En especial cuando pronunció esa épica frase: que era Presidente por voluntad del pueblo y que su deber lo cumpliría hasta el día en que cumpliera su mandato o lo sacaran muerto del Palacio Presidencial.
“¡Y Salvador Allende cumplió su palabra en forma dramática e impresionante!”
Y añadió Fidel en la parte final de su discurso: “¡Así se es revolucionario! ¡Así se es hombre! ¡Así muere un combatiente verdadero! ¡Así muere un defensor de su pueblo!
¡Así muere un luchador por el socialismo!”
Hoy, el pueblo de Cuba recuerda la epopeya de Salvador Allende a través de este libro que rinde homenaje a su humanismo, a todos los compañeros chilenos que lo acompañaron y al pueblo chileno que mayoritariamente lo apoyaba.
Es un reconocimiento también a los hombres y mujeres del Departamento América del Comité Central de Partido por el papel que desempeñaron en la defensa del gobierno de la Unidad Popular y en la custodia del presidente Allende, una batalla desconocida en la historia de la diplomacia cubana, quienes defendieron la embajada a tiros contra los fascistas en pos de la soberanía y la integridad de la misión diplomática.
El texto seguramente resultará polémico, despertará debate, análisis, pero a la vez se convierte en un aporte sustancial a la historia de América, la historia de Chile y la historia de Cuba.
Como en Chile y América Latina, Allende está presente en el corazón de los cubanos. En la Avenida de los Presidentes, o calle G, en La Habana, un monumento ubicado en el centro, de la escultora chilena Mónica Bonster, muestra la figura de Allende. El líder revolucionario se levanta sobre una base envuelto en una bandera chilena cuyos pliegues procuran dar la idea de que vuelan al viento, y uno de sus brazos en alto, está en señal de saludo o como si estuviera dirigiéndose al pueblo:
“Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
A cincuenta años de conmemorarse su muerte en el Palacio de la Moneda, las palabras de Salvador Allende, son un himno cuyas notas siguen vivas en Chile, Cuba y en América Latina
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