La primera gran aseveración que debemos hacer, es que el romanticismo es una revolución política, estética y filosófica y la segunda, que los románticos franceses e ingleses, hijos de esa revolución, constituyen los modelos que impulsan el romanticismo americano, y por supuesto, el cubano.
La Historia marca el camino. Fuimos una colonia española, con un pueblo que siempre quiso brillar con luz propia. Esto debe quedar bien claro. José María Heredia, es el primogénito cubano, como dijo Cintio Vitier.
Con el surgimiento de la gran poesía romántica cubana, una primera generación de creadores y entre ellos, los poetas Heredia, Plácido y Milanés hasta llegar a la Avellaneda. Después, una segunda generación, con Luaces, Zenea y Luisa Pérez de Zambrana, entre otros.
Recuerdo a Raimundo Lazo cuando nos decía:”Desde el punto de vista de tendencias artísticas recibidas de la literatura española y a través de ella o directamente de otras literaturas europeas, la época es de lenta liquidación del neoclasicismo y de inicio de la transición prerromántica, desorientadora y limitadora fluctuación cuyos efectos se notan mejor en la figura de José María Heredia.
De Heredia son estos versos:
A mi esposa
/Cuando en mis venas férvidas ardía/la fiera juventud, en mis canciones/el tormentoso afán de mis pasiones/ con dolorosas lágrimas vertía./
De Milanés, la Fuga de la Tórtola: /Tórtola mía sin estar presa/ hecha a mi cama y hecha a mi mesa/a un beso ahora y otro después/¿por qué te has ido? ¿Qué fuga es esa, / cimarronzuela de rojos pies?/.
Avanza la poesía en Cuba y salen a relucir las grandes creaciones del mundo, nuestras frutas, la naturaleza de nuestros campos, los sentimientos afiebrados, los dolores, los recuerdos, el mar, y la melancolía.
La poesía cubana, marcha a través de nuestra historia, la libertad es lo único esencial y no solo la política y su batalla de ideas, sino la libertad del corazón. Cuba para sus poetas es una obsesión y la vida una necesidad inquebrantable!!!
Aquella añoranza por la Patria conmovida, se siente en los versos de Heredia dedicados al Niágara: /“que en ti busca mi anhelante vista con inquieto afán/las palmas, ay las palmas deliciosas/que en las llanuras de mi ardiente patria/ “
Es un recuerdo que le viene a la mente y le comprime el corazón.
La Avellaneda, resulta un caso especial./ ¡Adiós Patria feliz!/ Así nos dice en “Al Partir!”. Su poesía allá en España fue ejemplo vigoroso para muchas mujeres cubanas que estando aquí en nuestra Isla, crearán sus versos para gloria de nuestras letras; la Matamoros, la Aurelia Castillo y otras. El ardiente amor impulsa al verso.
La gran Tula, o la Décima Musa, una mujer cubana de armas a tomar, una adelantada de su época.
En el Siglo romántico, como lo llama Virgilio López Lemus, no podemos dejar de mencionar al poeta Gabriel de la Concepción Valdés, conocido como Plácido, el repentista mulato, condenado a muerte, los Cantos del Siboney de Fornaris, y Rumores del Hórmigo del Cucalambé, el nombrado Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, con su influencia en la décima campesina y que hoy se trata de vitalizar en todo su esplendor.
Juan Clemente Zenea y Luisa Pérez de Zambrana. Las elegías cubanas se destacan. Las siete elegías familiares de Luisa y otras creaciones en el universo lírico del Siglo XIX de Nuestra América, así lo revelan.
La poesía siempre patriótica de Luaces y Heredia y aquel Laúd del Desterrado imposible de olvidar.
Llegó la Guerra de los Diez Años, y no tuvo el final feliz que hubiéramos deseado. Después el final del Siglo, Martí y su lucha, por la libertad de nuestra tierra rebelde.
Nos ha venido doliendo la Patria a través de los años, Esclavizada demandó justicia. Martí poeta, en su lucha diaria frente al monstruo imperial que siempre trata de ahogarnos.
De Mendive, su Maestro:
/Tú al menos podrás, en gélida losa/con luz misteriosa/mi nombre alumbrar/¡y el ave sedienta verá con ternura/ de un pobre poeta la lágrima pura ,/ allí sobre el mármol tranquila brillar/
Los cubanos, en nuestra Patria libre y soberana, seguimos luchando y creando ante el ejemplo de nuestros mártires, de nuestros poetas y en la misma marcha de la Historia, con la misma fuerza y la creatividad que hemos heredado.
Ya Martí lo dijo, “la lucha no ha cesado”, aún hoy toma nuevos bríos.
Gran juventud, como podría decir José Antonio Portuondo, intenta marchar, hacia un porvenir construido con todos y para el bien de todos. La poesía siempre nos salva. El poeta murió en Dos Ríos, un 19 de mayo de 1895.
/Yo soy un hombre sincero/ de donde crece la palma/ y antes de morirme quiero/ echar mis versos del alma/
Deje un comentario