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La Reina de la Noche: De la palabra escrita al lenguaje del audiovisual


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El cuento Fátima o El Parque de la Fraternidad —que es un monólogo—, del etnólogo, poeta y escritor Miguel Barnet, fue Premio Juan Rulfo (2006). Dos o tres años atrás, el actor-realizador Jorge Perugorría escuchó, en un disco, el cuento narrado en la voz de su propio autor e, inmediatamente, fascinado por el personaje, se percató que Fátima podía sustentar una película. Nació, entonces, el Proyecto que hiciera posible el filme, transposición del texto literario original a la pantalla, cuyo guión cinematográfico es de Fidel Orta.

Fátima es un famoso travesti de la compleja Habana actual, caracterizada por la amplia diversidad en cuanto a su composición social: forasteros, población flotante y un largo etcétera de individuos de diferentes características. En ese contexto, Fátima, quien fuera, además, un técnico de nivel medio, se encandila con las lentejuelas, el espectáculo de cabaret y se propone, a toda costa, cantar y realizarse como artista.

Anteriormente, Fátima se llamó Manolito. Había nacido en un medio rural, en el seno de una familia típica (padre machista, madre sometida); mas, muy pronto, en fugaces experiencias, Manolito descubrió su homosexualidad.

Ahora, en la peligrosa nocturnidad habanera, Fátima (amante de Vaselina, un mulato que vive a expensas de su “trabajo”), ejerce la prostitución. Esta vertiente del relato posibilita que, por la pantalla, desfilen supuestos machos a carta cabal, con singulares apetitos sexuales, es decir, el complejo mundo de Fátima no se circunscribe sólo a ella, sino que engloba, asimismo, a otros ricos personajes. Uno de estos “asere qué volá” le dice a Fátima: “Si me ves por la calle, no me saludes”.

En el filme vale destacar, ante todo, las excelentes caracterizaciones del grupo actoral, pero, principalmente, el trabajo desplegado por el joven Carlos Enrique Almirante. Morfológicamente muy  lejos del personaje que interpreta, su desempeño, sin falsos estereotipos, sorprende por la naturalidad con la cual asumió su papel.

Néstor Jiménez, como el severo padre homofóbico, una vez más, reafirma sus condiciones histriónicas. Broselianda Hernández, como la madre de Manolito-Fátima, no queda por debajo tampoco. Tomás Cao (Vaselina) cumple, eficazmente, su cometido, mientras que en papeles, aunque breves no menos importantes, se destacan Patricio Wood y Roberto Viña. El resto del equipo (Mirtha Ibarra, Mario Guerra, Jazz Vilá, Cucú Diamante), también se desenvuelve con la naturalidad requerida.

A mi juicio, otros valores del filme a destacar son el diseño de sonido, de Osmany Olivare, y la música de Ernán López-Nussa, así como la dirección de arte y fotografía, respectivamente, de Erick Grass y Ernesto Granado, más la edición de Eliécer Aguiar.

Se desprende, de lo expuesto anteriormente, que estamos en presencia de un buen filme que reúne valores, en el cual, Jorge Perugorría ha logrado situarse, además, como un competente director de cine.

Fátima o El Parque de la Fraternidad (2014) (104 minutos) fue producido por el ICAIC, NMP S.A e ITACA FILMS.   


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