Para todos los amantes de la cultura y el buen gusto —tanto en Cuba como en el exterior— corren tiempos de preocupación por una ofensiva exitosa de varias manifestaciones artísticas que realmente no se merecen ese calificativo, pero que cada día dominan más el gusto del público.
Es evidente que la evasión de la realidad que nos circunda y la expresión artística como instrumento disipador de las preocupaciones experimentan mayor afán de consumo, que el arte reflexivo e instructivo sobre temas serios, sobre todo en la música donde muchos de los funcionarios que hoy ocupan cargos de elevada responsabilidad social, conformaron sus gustos en el auge de expresiones como la nueva trova, que aunque muchos de los trovadores no alcanzaban el grado de excelencia, sí estaban envueltos en una atmósfera creadora donde cualquiera que disfrutara de la información sobre poesía y línea melódica del movimiento podía aparecerse con un verdadero logro capaz de conmover al segmento de público de su edad o simpatía y conmover a otros cuya filiación estética no fuera incondicional a un estilo, pero que tampoco lo rechazaba porque estaba en el ambiente, o sea, porque era moda, al igual que ocurre hoy en día, lo que pasa es que la moda ahora no es una expresión artística dedicada a elevar el espíritu, como decíamos al principio.
La edición de libros vendidos a bajo costo, con joyas de la literatura era algo cotidiano y a pesar de la reducción de los diarios en prensa plana, se vendía una cantidad de revistas, que ofrecían excelentes artículos de información sobre diversos temas.
La televisión era mucho más influyente por varias razones, en primer lugar la contraoferta de información artístico-cultural en el país apenas existía y cada día de la semana había un estelar donde participaban los artistas de mayor poder de convocatoria y prestigio, que no siempre son sinónimos, pero había una dirección y asesoría de los propios artistas, que colaboraban con el organismo, para que se ejerciera una exigencia en cuanto a repertorio de calidad, independientemente de las canciones propias del repertorio de los cantantes y grupos, para un programa como Música y Estrellas, uno de los estelares, había que montar números antológicos sobre el cual se hacían coreografías, arreglos, etc. y esta exigencia de repertorio permitía la presencia de piezas musicales de gran valía que deben ser conocidos por todos, por ser parte de nuestro acervo cultural.
Por supuesto, era un trabajo y como tal se pagaba; de eso vivían los artistas, hoy en día la TV no paga, por lo que invertir tiempo y esfuerzo en hacer cosas de alto nivel o utilidad estética, se logra por la buena voluntad de los músicos, gesto que está en el espíritu de colaboración del cubano como demuestran destacados y altamente cotizados intérpretes y arreglistas, que cada vez que son llamados para algo realmente noble, más allá de lo comercial, aunque pueda ser rentable, la frase: “no me hables de dinero” sale a relucir, según quién y para qué es la convocatoria, aunque hay excepciones.
Pero no se puede establecer un sistema en base a buena voluntad y lamentablemente todo se reduce a “lo que se puede hacer” no a lo “que se quiere hacer”. Talento y empeño, deseos de hacer cosas buenas hay de sobra, pero recursos de producción no y cuando nos enfrentamos al famoso “paquete semanal” —videos de series, musicales y películas, producidos por particulares— manzana de la discordia en reuniones y encuentros de personas con inquietudes culturales, lo primero que se observa es un evidente mal gusto, pero si uno se detiene a analizar detenidamente, esos programas con evidentes carencias de valor artístico, ¿Cuánto se les puede calcular en presupuesto de producción?
Cuando se enfoca una de estas cuestiones, salta a la vista un razonamiento inmediato: ¡Pero si todo eso, vestuario, escenografía, luces, alfombra roja, y toda la parafernalia televisando la llegada hasta los camerinos no es más que oropel! Y ese oropel no puede obnubilar la necesidad de un mensaje cultural más profundo y eficiente, pero ese es un razonamiento que refleja un nivel cultural propio de un intelectual o personas lo suficientemente cultas y/o sensible como para razonarlo, pero… ¿Cuántos intelectuales capaces de razonar así tenemos a nivel de cuadra?
Nosotros tenemos un pueblo instruido, sin analfabetas, con estudios vencidos y especializados para enfrentar el desarrollo del país, pero es distinta una persona instruida a una persona educada. Un ingeniero termonuclear puede llegar a una casa, empresa o lo que fuere, o simplemente montar a un almendrón y no dar las buenas tardes y un campesino en Remangalatuerca, puede encontrase con Ud. en el camino, y darle los buenos días, aunque tenga los conocimientos básicos de una persona humilde sin grandes estudios, porque educación es una cosa e instrucción es otra.
Creo que una discusión acerca de la oposición que es necesario hacer, como defensa de los valores culturales que nos interesan para la formación de nuestros paisanos, debe partir de una comparación, con lo que nos llega de forma molesta, para analizar qué tenemos que mejorar o usar para contrarrestar esa influencia, porque a la altura que estamos, ignorarla es un error, y prohibirla, mucho menos.
No sé exactamente el porcentaje de cine norteamericano en la programación cinematográfica en nuestra TV, pero tiene que ser abrumador, no creo que nadie tenga duda, y si es así, ¿Por qué no se aprovecha la ventaja de no tener que pagar impuestos? Es harto conocido que las películas de moda tienen que pagar regalías a las televisoras que las ponen, pero como EE.UU. insiste en su política tonta de bloqueo, podríamos utilizar películas más frescas, en vez de vejestorios sin valor documental de época, rebosantes de banalidad y superficialidad que nos ponen tan seguido.
Yo no consumo el paquete, aunque de cuando en vez compro una serie que me parece interesante frente al agro de la esquina de mi casa, que tiene dos puntos de venta de DVD pero tengo amigos y vecinos que sí y esta semana, uno de ellos, que venía con su disco externo y vino a tomar café, me dejó material de los “paquetes” incluyendo 8 películas estelares del 2014, además de El Show de Alexis Valdés, un programa conducido por un innegablemente talentoso y dinámico comediante, que lamentablemente se ha ido por el chisme y las malas palabras y Caso Cerrado, claro ejemplo de crónica roja y defectos humanos con casos más falsos que una peseta de plomo, prefabricados como entretenimiento, entre otros programas de la casi siempre horrible TV Latina de los vecinos de enfrente, pero que causa fascinación en un segmento nada despreciable del público, más algunos de los materiales interesantes de Discovery y History Channel, que también podemos ver en nuestra TV, además de producciones independientes nacionales que por su contenido socio-político, no se consideran propias para la difusión nacional por los medios masivos, incluyendo programas realizados en TV nacional censurados, lo que llama poderosamente la atención.
Nosotros podemos convertir esa intrusión en algo provechoso, ¿Por qué no exhibimos esas películas y materiales con mayor frecuencia, aunque sea para desanimar la compra del paquete al ver un título que ya vimos o está programado en televisión? Si, en definitiva, el ICRT tiene mejores equipos para copiar directo del satélite y por la agresión a nuestra Isla, no tenemos relaciones económicas formales que nos obligarían a pagar impuestos.
No descarto la posibilidad de que puedan existir regulaciones al respecto, como miembros de la OTI o algo así, pero creo que de ser ésa la cuestión, mucho ayudaría para comprender la posición del ICRT una discusión amplia, abierta y tolerante con el tema, en una Mesa Redonda, por ejemplo.
Cuando uno conoce en detalle los graves problemas de presupuesto para producción y la ausencia de recursos que padece el ICRT, uno se maravilla de lo que son capaces de hacer y no estoy diciendo esto porque me sienta, de alguna forma, parte del organismo, pero la capacidad de producción es muy baja comparada con la exigencia de la TV moderna. Por otra parte, una excesiva preocupación por no mencionar temas que son parte de nuestra vida cotidiana, control que no existe en el llevado y traído paquete, exagera el oficialismo del medio e incrementa el interés por una opción no oficial más abierta y eso se aprovecha por personas que explotan “lo prohibido” para vender y/o meter su veneno.
Por eso es que la única solución posible es romper esquemas y tratar de aumentar el interés del pueblo en la TV. Desde el momento en que se produzcan programas que alivien polémicas y las ventilen libremente, con criterios y amplitud, la TV se hace más interesante; el triunfalismo y el secretismo, a pesar de las críticas de los más altos dirigentes del país que nos están trazando una línea a seguir, continúa como política de programación, además de cierta ingenuidad en la política de agitación y propaganda, que es necesaria en todos los países y tipos de gobierno, pero necesita ser más inteligente por propia necesidad de su tiempo.
En la programación musical se hace necesario un estudio profundo de a quién proyectar como figura de convocatoria, y trazar una campaña para evitar que artistas que no se merezcan la altura de ese nombre, se hagan populares por métodos que no tienen que ver con nuestra ética. Promoviendo valores jóvenes, no sólo ganamos parte de la batalla por un mejor entretenimiento, sino que en cada artista que desarrollemos, que tenga el requisito indispensable del talento, tenemos un medio más para influir al mundo como ha sido tradición en nuestro quehacer musical. Hace falta promover jóvenes bien guiados en cuanto a repertorio y proyección artística, pues en los jóvenes menores de treinta años que vemos, se hace muy difícil encontrar a alguna entidad artística que no tenga algún porcentaje de mimetismo con las “estrellitas” de Televisa y otros engendros similares.
Talento hay y es imposible competir o imponer un gusto utilizando como recurso que no haya opción, en primer lugar, porque hoy en día es imposible. Estamos en la era de la información y hay recursos disponibles al alcance de una enorme cantidad de personas que son técnicos, ingenieros, empresarios naturales, que poseen instrucción para obtener esos materiales de diversas formas.
Se necesita abrir más los espacios y en todas las líneas de programación buscar competir contra lo que nos puede hacer competencia. Hay que estimular materiales que toquen temas álgidos y prohibir menos, infiltrando esa crítica o punto de vista fuerte, pero constructiva en el mismo paquete, o contrapaquete creado con inteligencia y buen gusto.
La imaginación, el arresto, la valentía política que nos hizo llegar hasta aquí venciendo todos los obstáculos tiene que ser —ahora frente a nuevas formas de lucha— la solución posible.
Deje un comentario