Como cada primer viernes de mes La Tertulia del Sur se efectuó en la Escuela Taller de Cerámica Amelia Peláez, ubicada en la casa donde laboró esa admirada pintora y ceramista cubana, sita en la otrora hermosa calle Juan Bruno Zayas, de Santos Suárez, en La Habana.
La Tertulia es organizada por el proyecto Cuba Poesía, el Festival Internacional de Poesía de La Habana y el Instituto Cubano del Libro, con el auspicio del Movimiento de Poetas por la Paz, en su versión cubana.
Siempre es bueno comprobar que sitios donde antaño habitaron o trabajaron valiosas figuras de la cultura nacional están vivos en su esencia primera, esto reconforta, porque se mantiene allí el espíritu cardinal del arte.
En el taller de Amelia, en el presente, radica el Colectivo de Artes Plásticas de Diez de Octubre, y se exponen en sus paredes obras de este grupo y de otros creadores; es realmente el lugar ideal para La Tertulia del Sur.
Los anfitriones de la más reciente fueron los poetas Omar Herrera e Irasema Cruz, quien coordina además el Movimiento de Poetas por la Paz, y participaron las poetisas María Teresa Falcón y Amelia Biart, la cual es igualmente directora artística del grupo de teatro Mimo-Clan, la compañía profesional de teatro de mimos más antigua de Cuba, fundada en 1972 por el maestro Julio Capote Cao.
Dicha compañía, integrada por actores muy jóvenes, compartió con los asistentes varios fragmentos de la obra El regreso de los orishas, que se presentará en el Café Teatro Bertolt Brecht durante todo el mes de noviembre.
Las poetisas fueron alternando en la lectura de sus obras; Amelia, ingeniera química, devenida poeta y actriz, y María Teresa, abogada en activo, se unieron a través de la mayor de las conjunciones: la poesía, para ofrecer pensamientos, palabras, angustias y sentimientos de mujer.
Ambas encauzaron sus instintos poéticos a través del Taller de Creación de la Fundación Nicolás Guillén, lugar que, coincidieron, las hizo crecer como creadoras y comprometerse profundamente con la poesía.
Tertulia al fin, se sumaron al recital lírico otros participantes como Isabel Báez, que con sus 82 peripuestos años es presencia constante en el espacio, en el que esta vez regaló unas décimas ingenuas, emotivas y hermosas que escribió para sus nietos, y otras para el Círculo de Abuelos Amelia Peláez, al que pertenece, el cual se reúne cada día a hacer ejercicios en el mismo patio en que recitó.
Lamentablemente, este hecho cultural quedó entre los actuantes directos y un reducidísimo público, que ciertamente se prestigió con la presencia del poeta Alex Pausides, presidente de la Asociación de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, director de la colección SurEditores y coordinador general del Festival de Poesía de La Habana.
Es una pena que las personas que viven en este barrio no disfruten ni aprovechen oportunidades como esta, y tampoco los habitantes de otros municipios.
La cultura artística y literaria de La Habana no está solo en El Vedado y en la Habana Vieja. En territorios superpoblados como Diez de Octubre, estas acciones pueden contribuir a alegrarle la vida a sus moradores, a sacarlos de las penurias del día a día, pero estos tienen que enterarse.
Claro que hace falta más promoción; siempre hace falta más promoción. No solo por todos los medios de comunicación; es imprescindible una mayor creatividad en aras de ampliar el alcance y efectividad de sucesos como estos que ya se sabe le han cambiado la vida a muchas personas tristes.
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