El intento de resucitar un muerto
El 3 de noviembre de 1958, el gobierno cubano encabezado por Fulgencio Batista Zaldívar, celebraba “elecciones generales”. ¿De qué elecciones se trataba? ¿Había un ambiente democrático, de paz y tranquilidad en la nación cubana? ¿El país estaba en condiciones para esas “elecciones”? ¿Eran creíbles los actores políticos que participarían en ellas?
Revisando la prensa de la época, se observa una gran incongruencia. La censura oficial no permitía reflejar en el papel de los diarios de circulación nacional, territorial o local la realidad del país, tampoco era así en las emisoras de radio y los canales de televisión. Parecía como si la república viviera en entera normalidad. Sólo la Radio Rebelde y el periódico “EL cubano libre”, desde la Sierra Maestra y los restantes frentes guerrilleros, hablaban de una guerra de liberación en Cuba.
16 partidos políticos participaron en la farsa comicial. El Partido oficial, el PAP (Partido de Acción Progresista), en coalición con varios partidos tradicionales y desprestigiados de la “vieja política” presentaba como candidato a la presidencia de la república a Andrés Rivero Agüero “Riverito”.
Nuevamente participaba en comicios espurios, el Partido Revolucionario Cubano “Auténtico” (PRC-O), con el doctor Ramón Grau San Martín, para la candidatura a la primera magistratura. Este partido, fundado en 1934 después del derrocamiento del “gobierno de los cien días” que presidió Grau San Martín, no sólo se había desprestigiado con sus dos mal gobiernos del 44 al 52, sino con sus constantes escisiones por desacuerdos de su actuación: salieron de sus filas, primero, el Partido Ortodoxo, de Chibás, y después, la Organización Auténtica (OA), de Prío y la Triple A, de Aureliano Sánchez Arango, pero fue increíblemente oportunista durante la tiranía batistiana, pues participó en las dos elecciones espurias, la del 54 y del 58, y además, firmaron en el 57, el Pacto de Miami, contra la tiranía.
Otro partido contendiente en esas falsas elecciones de 1958 fue el Partido del Pueblo Libre (PPL), -una escisión del Partido del Pueblo Cubano “Ortodoxos”- que postulaba a Rafael Márquez Sterling para la presidencia. En aquellas “elecciones”, el abstencionismo se acercó al 60 % del electorado, una cifra que descalifica el proceso, aunque la tiranía no lo reconociera ni la prensa nacional lo divulgaría, y resultó vencedor el candidato oficialista, por lo que se suponía que el 24 de febrero de 1959, debería tomar posesión como presidente de la república “Riverito” Agüero. Algo idílico que no se consumó, por el hecho real de la victoria revolucionaria con las armas. No podía ser lógico, desconocer lo que realmente estaba ocurriendo en el país.
¿Pero qué sucedía en Cuba en los días inmediatos al 3 de noviembre, el de las supuestas elecciones?
Cuba tenía entonces seis provincias y 126 municipios. La mayor provincia en extensión, Oriente, contaba con 22 términos municipales y en ese territorio, operaban para la fecha cuatro frentes guerrilleros: el Primer Frente José Martí, matriz del resto, al mando del comandante Fidel Castro Ruz y en que estaba la Comandancia General del Ejército Rebelde en La Plata, en las estribaciones de la Sierra Maestra; el Segundo Frente Oriental Frank País, al mando del comandante Raúl Castro Ruz; el Tercer Frente Oriental Mario Muñoz Monroy, dirigido por el comandante Juan Almeida Bosque y el Cuarto Frente oriental Simón Bolívar, al mando del comandante Delio Gómez Ochoa, que se creó precisamente en esos días.
Entre septiembre y octubre, los rebeldes atacaron victoriosamente el cuartel de Ocujal, ocuparon las villas del Cobre y Jiguaní y atacaron la villa del Caney, así como tomaron los cuarteles del central azucarero Marcané y el de Siboney, se desarrollaron otras acciones combativas exitosas en las cercanías de la ciudad de Santiago de Cuba, la capital provincial: en las zonas de Palma Soriano, Contramaestre, El Cristo, Alto Songo, La Maya y San Luis. Se tomó el control de la Carretera Central desde Guáimaro, en la provincia de Camagüey, hasta Buenaventura, en las cercanías de la ciudad de Holguín. En la sitiada capital provincial, de más de 80 mil electores previstos en el padrón electoral, sólo acudieron a las urnas, alrededor de mil.
En la central provincia de Las Villas, combatían desde el verano de 1958 los comandos del Directorio Revolucionario 13 de marzo en el macizo Guamuhaya, al mando del comandante Faure Chomón Mediavilla, y al norte de la provincia, la columna del Movimiento 26 de julio dirigida por el comandante Víctor Bordón y el destacamento Máximo Gómez del militante comunista Félix Torres, miembro del Partido Socialista Popular, que habían desarrollado varias acciones combativas, más el II Frente Nacional del Escambray, del comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, una formación que fue un desprendimiento de la Organización Auténtica (OA) también en el macizo Guamuhaya, pero que no había efectuado ningún combate. En ese contexto arriban a inicios de octubre, las columnas del Ejército Rebelde números 2 Antonio Maceo y 8 Ciro Redondo, dirigidas respectivamente por los comandantes Camilo Cienfuegos Gorriarán y Ernesto “Ché” Guevara de la Serna, con la misión de unificar las fuerzas revolucionarias, que el 26 de octubre atacó con éxito el cuartel de Güinía de Miranda.
Firmado el Pacto del Pedrero, entre el Ché y Faure Chomón, se unificaban las fuerzas del Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario 13 de marzo. Más al norte, Camilo Cienfuegos subordinaba bajo su mando las fuerzas de Bordón y Torres. Los llamados “come vacas” del II Frente Nacional del Escambray no aceptaron la unidad, pero tampoco combatieron realmente.
En la más occidental provincia: Pinar del Río, se había el fundado el Frente de Pinar del Río, al mando del comandante Derminio Escalona Alonso, el 26 de julio de 1958, como resultado del desarrollo de varios núcleos guerrilleros existentes desde antes en el territorio. En la centro-occidental provincia de Matanzas, a partir del 5 de abril de 1958, comienzan a actuar varios grupos guerrilleros e igualmente, en la provincia centro-oriental de Camagüey, combatían varias columnas guerrilleras en los meses finales de 1958.
La lucha clandestina de las milicias urbanas del Movimiento 26 de Julio en las ciudades y pueblos de las seis provincias era otra importante fase de la guerra de liberación, que se libraba a lo largo y ancho del territorio nacional, prácticamente en cada localidad del mismo y sufrían de una encarnizada represión de la Policía Nacional, la Guardia Rural, los cuerpos represivos como el Buró de Investigaciones, el Buró Represivo de Actividades Comunistas (BRAC), el Servicio de Inteligencia Naval (SIN) y otros, más los paramilitares de “Los tigres de Masferrer”. En todas las capitales provinciales, esta lucha fue más cruenta, al estar acantonados allí, la mayor cantidad de cuerpos represivos, sobre todo en La Habana y Santiago de Cuba. En esas condiciones, la tiranía de Fulgencio Batista trataba de legitimarse, con unas elecciones sin apoyo popular y un presidente electo, de su propio partido político.
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