La Patria azul y transparente de Mabel Poblet y los Murmullos silvestres de la estadounidense Jo Stealey se exponen como respectivas muestras personales en la UNEAC durante la XII Bienal de La Habana: La primera en la Galería Villa Manuela y la segunda, en la Sala Rubén Martínez Villena.

Parecería una confluencia a tenor con los tiempos, en que se abre un nuevo periodo en las relaciones Cuba y Estados Unidos. Mas realmente se observa que ha sido una constante en los principales proyectos del magno evento de las artes visuales cubanas, la inserción conjunta de artistas cubanos y de Estados Unidos, pese a que la preparación de nuestra bienal, como bien sabemos, comenzó  tres años antes de su apertura en La Habana.

La muestra de Mabel Poblet dibuja una coherencia con su obra, aún lozana, por su juventud, mas con un reconocimiento en el ámbito de la crítica en Cuba y el extranjero. 

Su obra comienza a ser conocida más allá de los predios habaneros. Si se navega en la web, los comentarios sobre Mabel  nunca son al margen,  ya que es considerada como una reciente revelación en la trayectoria actual del arte cubano.

En la propia Villa Manuela, ya Mabel había realizado la exhibición Hoy mi voz tiene sonido en 2012, que fue su tesis de graduación en la Universidad de las Artes (ISA).

Mabel no teme en adentrarse en las relaciones arte y política. Lo hace con creatividad y sutileza, no exentas de un compromiso que se articula desde la libertad creativa. En este sentido apela a conceptos desafiantes para cualquier artista, como el propio de la identidad, sin embargo, alcanza a sortear las dificultades, mediante una firme y depurada poética, libre de fragilidades, reiteraciones y lugares comunes que sobre ese tema han sido recurrentes en la historia del arte cubano contemporáneo.

Para acceder a la exposición, el público atraviesa por cortinajes confeccionados con pequeños fragmentos de fotos del mar (Marea Alta). Aunque la artista se propuso apelar a este elemento como vía migratoria y símbolo de vida o muerte, la instalación surte más efecto, cual apelación al significado de la memoria individual e histórica acumulada mediante fotografías.

El tema de la emigración y el cambiante entorno actual  resalta en muy diversos proyectos de artistas a lo largo de la presente Bienal del 2015. En el caso de Poblet, vale destacar que no acude a iconos reiterados por otros creadores  o incluso, imágenes que ya han obtenido un  fin convenido con el mercado de arte.

Murmullos silvestres  de Jo Stealey en la “Villena”  se inserta en una línea de arte en íntimo diálogo con la naturaleza.

La estadounidense emplea hojas de las plantas de las proximidades de su residencia. Con la suma de ellas dibuja formas que delinean la invención de un paisaje en el cuadro, donde predominan formas puras, suaves, concéntricas,  de modo casi abstracto y minimal.

Jo (Josephine) ha estudiado profusamente el empleo de fibras y textiles para sus obras, y es conocida en su ámbito universitario y artístico por su dominio en la manufactura de papeles artesanales y la creación de libros de artista.

El empleo de esos elementos de la naturaleza para crear arte son contenido y forma, de modo que el color y los materiales naturales suplen el empleo del óleo o el acrílico, así como también conforman el dibujo y la composición. Asimismo Jo emplea un tipo de barniz que permite fijar, dar cierto brillo y conservación a las piezas.

En la actualidad, la aproximación sensible a la naturaleza es asumida como una vía contemporánea en la creación artística, algo que permite poner al centro de la mira un siglo en que la humanidad teme, cada vez más, por su sobrevivencia en un planeta amenazado por la crisis ecológica.

En el caso de Stealey, la identificación de la naturaleza como contenido y forma en sus obras resulta con un tratamiento formal refinadamente estético, que implica una llamada de atención a la importancia de los organismos vivos que nos rodean. Las formas redondeadas creadas por la superposición y el collage de hojas en los cuadros de Jo, nos conducen por la circularidad de los ciclos naturales de las estaciones, de la vida misma y otorgan significados densamente espirituales tratados con delicadeza,  aunque es evidente también, que la artista no se propone llamados activos o  cuestionamientos duros sobre los  peligros que acechan al mundo.

Mabel Poblet y Jo Stealey, dos artes diferentes, con algunos puntos de contacto comunes, por coincidencias del azar o de la época que nos tocó vivir: la sensibilidad hacia  la Patria como un ente vivo, dinámico que se desarrolla en los entornos históricos  y urbanos, pero también naturales,   y por otra parte, las hojas secas en los paisajes de la estadounidense,  otro territorio que nos pertenece, y cuyos murmullos, gobiernos y corporaciones en el planeta han dejado de escuchar.