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Las Escenas norteamericanas y los Cuadernos de apuntes de José Martí: notas sobre una relación fecunda (II)


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José Martí a través de las manos del artista Kamyl Bullaudy.

En un artículo anterior, de título homónimo, iniciamos la valoración en torno al vínculo existente entre estas dos zonas de la obra martiana. Es un asunto de primera magnitud, que amerita un estudio detallado, como el que ya ha emprendido mi amiga y colega Carmen Suárez León, encargada de la edición crítica de un tomo de Obras completas de José Martí consagrado enteramente a los Cuadernos de apuntes. Hablamos de una labor que aspira a poner en claro un sinfín de interrogantes, pues esta es, sin duda, una zona enigmática, conectada con el resto de la obra martiana y con el acontecer cultural de su época y de las épocas precedentes, que no ha sido estudiada con el rigor y la sistematicidad que merece. Paralelamente a las pesquisas que demanda la edición crítica, y derivado de ella, Carmen escribe ya un estudio independiente de gran alcance  y profundidad.

Estas notas fugaces, ancladas en mi experiencia de trabajo investigativo en esas mismas lides, parten, en cambio, del otro miembro de la ecuación, es decir, de las Escenas norteamericanas. Esta segunda entrega, atenderá a otros dos ejemplos paradigmáticos, elegidos por su nivel de complejidad, entre los muchos que pudiéramos seleccionar al trabajar en tres volúmenes de crónicas correspondientes a 1885 y 1889.

“La exhibición de pinturas del ruso Vereschagin” y los Cuadernos de apuntes

Emprender la búsqueda de información complementaria para llevar a cabo la edición crítica de esta crónica, fechada en Nueva York el 13 de enero de 1889 y publicada en La Nación, de Buenos Aires, el 3 de marzo siguiente, con versión posterior para el Partido Liberal, de México, datada el 15 de enero, y publicada el 14 de febrero del mismo año, nos planteó no pocas interrogantes.

Tal vez lo primero que sedujo nuestra atención fue el hallazgo en ella de no pocas palabras rusas, destinadas a aprehender en toda su complejidad, esa cultura tan rica y tan diversa del ámbito hispanohablante. Veamos algunos ejemplos significativos:

El príncipe como el mujik, el kniaz como el isvostchik, el palacio que bebe champaña como la isba que bebe vodka, sienten que la barba les cae sobre un pecho desesperado porque en él vive el corazón sin libertad.

No creen en nada, porque no creen en sí, pero el knout está perennemente suspendido, con sus garras picudas, sobre la espalda del labriego, roca que anda, y del barina que la posee y desdeña: padecen del peso de la vida sin el decoro del albedrío […]. (1)

Resulta sorprendente para la época el especial conocimiento que poseía Martí al respecto, por lo cual nos dimos a buscar en sus Cuadernos de apuntes, ricos en referencias a otras lenguas y culturas, cualquier pista que contribuyera a dilucidar dichos enigmas.

En el Cuaderno de apuntes no. 8 Martí consigna una extensa relación de palabras de origen ruso con su significado en español, lo que demuestra su interés por esta cultura. Casi todas las emplea en esta crónica. Definió kniaz como “príncipe, señor”. (2) Junto a isvostchik escribió: “cochero de carruajes de alquiler.” (3) Empleó correctamente de acuerdo al contexto knout y barina, palabras rusas que significan, respectivamente, según escribió en sus notas: “El instrumento de suplicio ruso. Una especie de haz de látigos con púas” (4), y “amo”. (5)

Más adelante aflora otro nexo con este propio cuaderno:

¿Y qué arte hay sin sinceridad ni qué hombre sincero empleará su fuerza, sea de fantasía o de razón, sea de hermosura o de combate, en meros escarceos, adornos e imaginaciones, cuando está enfrente, sobre templos que parecen montes, sobre las cárceles de donde no se vuelve, sobre palacios que son pueblos de palacios, sobre la pared que se levanta en hombros de cien razas unidas, la hecatombe de donde saldrá, cuando la podredumbre llegue a luz, el esplendor que pasme al mundo, cuando está enfrente “la pirámide del mal” de Herzen? (6)

Hay que recordar que en ese mismo Cuaderno no. 8 Martí escribió: “El país de donde no se vuelve” —es— la muerte, pa. Shakespeare: — La Siberia, pa. los rusos.” (7) También en esa propia fuente encontramos esta frase: “Hertzen llama “pirámide del mal” a las ìniquidades rusas: y dice que en Rusia impera “Su Majestad el Abuso”. (8)

Pero no serán estas las únicas coincidencias entre las Escenas… de José Martí y sus Cuadernos de apuntes. Veamos otras muestras significativas.

“El General Grant” y un apunte inédito

Cuando nos adentramos en el borrador manuscrito de algunas de sus escenas norteamericanas, nos percatamos del peso enorme que tienen en ellas esos apuntes sueltos, aparentemente inconexos, que podemos incluso no encontrar entre los publicados hasta ahora en Obras completas. Mientras trabajábamos en la edición crítica de “El General Grant”, texto publicado en La Nación, de Buenos Aires, el 27 de septiembre de 1885, encontramos la siguiente confesión de Martí, cuando le escribía al respecto a su amigo Nicolás Domínguez Cowan, a quien le había enviado la ejemplar semblanza: “No crea tampoco que fue obra de sosiego, sino carta de diario, escrita en la barandilla del vapor.” (9)

La afirmación anterior no debe ser entendida en sentido literal. Realmente lo que debió haber ocurrido en el transcurso del viaje a través de la bahía neoyorquina, fue que Martí tomara apuntes, elaborara bosquejos, borradores, de lo que luego serían sus crónicas, y “El General Grant” no fue la excepción.

Al abordar el manuscrito de esta crónica, para realizar el cotejo con la versión publicada en el diario bonaerense, encontramos un párrafo independiente que no se corresponde con lo impreso. Al parecer, lo escribió antes, como un apunte suelto, y luego retomó la hoja y la usó hasta donde tuvo espacio en blanco. Los rasgos caligráficos fueron muy difíciles de descifrar, pues por la inclinación hacia la derecha y los enlaces entre las letras aparenta haber escrito apresuradamente. Transcribimos a continuación todo el apunte, incluyendo las notas aclaratorias derivadas del cotejo, que dan idea del grado de dificultad del mismo:

El q. se aferra a la grandeza es menos grande que el q. la ahorra. Hay mucho de pequeño en el q. sacrifica una sola victoria (10) un solo escrúpulo a la pasión (11) de la grandeza.

La caballería es la poesía de la guerra. (12)

Aunque se trataba de un texto al parecer inédito, fue posible hallar el parentesco con otras zonas de esta propia semblanza en las que se refiere reiteradamente a esta cualidad de la conducta, que se manifiesta en la elevación del espíritu. Ello nos lleva a pensar que se trataba de un apunte destinado al pasaje de la guerra, que luego desechó, en el que narra la insólita capacidad de resistencia de los federales. Las fuerzas del Norte, bajo las órdenes de Grant, no abandonaban las posiciones conquistadas aún a costa de miles de vidas, pues el objetivo supremo era obtener la victoria, no realizar ataques espectaculares. Sin embargo, esta cercanía entre los dos textos —la crónica y el apunte— se da más por la similitud de las ideas que por la forma de expresarlas.

Ya al final de la semblanza publicada del General, en un párrafo que no existe en el borrador manuscrito, retoma una vez más el tema para referirse a la inusual firmeza de este hombre, en el instante postrero de su vida, que le permitió consagrar sus últimas fuerzas a la escritura de sus Memorias, con lo cual guarda relación, por el sentido, el apunte que citamos anteriormente:

Un soberano recogimiento puso a aquel hombre en la conciencia clara de la grandeza verdadera de su vida; y, al preparar su propia historia de la guerra (13), que será el caudal único que deje a sus hijos, y cuyas últimas páginas ha escrito jadeante y con los sudores de la agonía, sobre los bordes mismos del sepulcro, como polvillo de escultura roída caían ante él las vanidades a que, con apariencia de humildad, dio en otro tiempo tanto aprecio; y por aquella gracia genuina de los caracteres primarios que les permite elevarse, apenas les favorece alguna condición, al superior sentido de la grandeza del espíritu, ni vio, ni estimó, ni recordó de su obra más que aquellas hazañas necesarias en que sólo fue magno en el pelear para serlo más en la manera de vencer. (14)

Por otro lado, la última oración del apunte inédito arriba citado, nos lleva, por asociación de ideas, a pensar en otro grande de esta guerra. Nos referimos, por supuesto, a Phillip H. Sheridan, que al frente de la caballería del Norte improvisó reiteradamente deslumbrantes ataques que condujeron a la victoria final. En otra crónica perteneciente al tomo 22 de la EC, publicada en La Nación el 2 de junio de 1885, en la que rememora la rendición de los confederados en Appomatox, dirá lo siguiente: “(...) a lo lejos, ya seguro de que el maravilloso Sheridan le había cerrado con su caballería el paso por donde pensaba escapar con su ejército, venía el general Lee (...). (15)

También es muy cercana a lo dicho hasta aquí la semblanza que dedicara a este general con motivo de su muerte. (16) En este texto dirá, en un arranque poético pleno de emoción, que concuerda por el sentido con el apunte que hemos estado valorando: “¡Donde la infantería desfallece, va a sacarla del estrecho la caballería (...) La caballería es eso: lo inesperado!” Y más adelante: “La guerra es poética y se nutre de leyendas y asombros. La guerra no es serventesio repulido con ribete de consonante y encaje de acentos. La guerra es oda.” (17)

En lo que concierne a la grandeza, expresará en esta propia página: “Grant  y Sheridan habían tenido antes su enojo […] Pero no hay grandeza verdadera sin sencillez  y generosidad; y aquellos dos eran de veras grandes.” (18) En la página siguiente retomará el asunto de la caballería, que cierra esta vez con una angustiosa nota de autorreferencia: “La caballería es como el gerifalte de la guerra moderna, en caer cuando no se la espera, en venirse con la presa en los dientes cuando lo quiere el cazador. El valor crece a caballo. En el caballo hay gloria. ¡Oh Dios!, morir sin haber caído sobre los tiranos con una buena carga de caballería” (19)

Como ha podido verse, la relación entre las Escenas norteamericanas y los Cuadernos de apuntes de José Martí constituye una arista  muy interesante y atractiva, y un incentivo más para motivar la lectura de la obra martiana y continuar las indagaciones en torno a ella.

 

NOTAS:

 

  1. José Martí. “La exhibición de pinturas del ruso Vereschagin”. Obras Completas, La Habana.
  2. Cuaderno de apuntes no. 8, OC, t. 21, p. 239.
  3. Ibídem, p. 236.
  4. Ibídem, p. 235.
  5. Ibídem, p. 235.
  6. OC, t. 15, p. 433.
  7. OC, t. 21, p. 234.
  8. OC., t. 21, p. 235.
  9. Carta a Nicolás Domínguez Cowan (abril 22 de 1886) En José Martí. Epistolario. Compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1993,Tomo I, p. 32.8
  10. Lección dudosa. Tachado a continuación: “a la.”
  11. Lección dudosa.
  12. Personal Memoirs of Ulysses S. Grant.
  13. Citamos de la versión publicada. Véase en Obras completas, Edición Crítica, tomo 22, p. 190; Véase también  OC. t. 13, p.115.
  14. Véase también OC. t. 13, p.76.
  15. Se añade punto. Aquí termina el párrafo independiente. Véase en Obras completas, Edición crítica, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2011, tomo 22, p. 215 (En lo adelante OC).
  16. Véase “El general Sheridan”, OC, t. 13, p. 119- 128.
  17. Ibídem, p. 124.
  18. Ibídem.
  19. OC, t. 13, p. 125.

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