La niña o el niño nacen en un entorno determinado. Lo recibe el hogar en primera instancia. Desde esos primeros momentos de la vida, es necesario comenzar la labor paciente y cuidadosa de seleccionar con inteligencia, las lecturas y las canciones que deben escuchar los más pequeños.
Crecer escuchando algunos poemas, un cuento bien seleccionado por sus valores éticos y estéticos o una melodía, de esas inolvidables, es sumamente importante para contribuir de la mejor manera, a la educación de nuestros hijos y a la formación correcta de su conducta.
Nosotros en Cuba, tenemos la suerte de tener a un José Martí y su Edad de Oro, un texto que encierra un tesoro de espiritualidad y amor. Por ahí podríamos comenzar. Todo el tiempo del mundo, para extraerle a ese libro, la sustancia humana y trascendental que lo sostiene.
¿Por qué tratar de enseñarles a los niños, desde muy pequeños, las cosas feas de la vida?
¿Por qué enseñarles malas palabras, groseros gestos, respuestas irrespetuosas o textos literarios que pueden confundirlos?
Ya llegará el tiempo en que se encontrará con esas fealdades. Hay que prepararlos para que sepan enfrentarlas.
Observar estas prácticas nocivas, me han motivado estas líneas.
En nuestro país, hay que combatir con toda fuerza, esas que llamaríamos “irresponsabilidades”.
Hay personas mayores, a veces hasta padres, que se ríen estrepitosamente cuando su hijo o hija repite algunas cosas feas de la vida.
Entonces, hay que preguntarse: ¿Qué gana ese padre o madre, al enseñar esas cosas que no aportan ventajas a la educación de su hijo?
¿Cómo podemos evitar, que ese niño, no continúe cuando crezca, enseñándole a sus hijos, lo que no debieron haberle enseñado a él, nunca?
Hoy amanecí oyendo a un niño que gritaba unas palabras muy desagradables y a otro, bailando un reguetón de espantosa letra y me dije: ¿Cómo hacerle entender a esos padres , que nada de eso es una gracia y que tienen todo el tiempo del mundo para enseñarle a sus hijos las más bellas palabras y las más hermosas melodías? ¿Qué podré hacer yo?
En La Edad de Oro y en toda la obra martiana, los cubanos de generación en generación, debemos seguir aprendiendo, que el egoísmo es un mal del mundo, que la desidia fomenta la discordia, que toda cortesía es útil, que la amistad es tan hermosa como el amor y que la bondad todo lo vence.
Hay personas que escriben para las primeras edades, que parece que no entienden muy bien de estas cosas y tienen el concepto que a los pequeños se les puede enviar mensajes como si fueran adultos y a veces se pasan de la raya. Escriben para los niños, sin tener en cuenta, la importancia de la inocencia en la infancia, la necesidad de inculcarles valores fundamentales y lo que resulta imprescindible, no trabajan por elevar la espiritualidad de los pequeños lectores.
La belleza y la bondad existieron en todos los tiempos. Ahora hay que enseñárselas a los más pequeños.
La complejidad de la época actual, demanda de suficiente fuerza espiritual, para lograr vencer muchas de las dificultades y salir adelante.
Por supuesto, que los niños saben más de lo que parece, por ello es de gran relevancia mostrarles todo lo hermoso del mundo que fue y sin temor, el mundo que debe ser, siempre entregándoles todas las herramientas posibles, para que se vayan entrenando o como suele decirse, para que se preparen para la vida.
El conocimiento y el cuidado del medio ambiente, resultan de especial atención. Sembrar un árbol, cuidar de una flor y proteger a un pequeño animalito, para poner algunos ejemplos, enseña a los pequeños a amar la naturaleza y a descubrir en ella, un mundo de extraordinarios asombros.
Si hay país en el mundo que puede darse el lujo de enfrentar con toda intensidad esta realidad, es Cuba.
En un primer momento, los padres deben acercar a sus hijos, a una selección de textos literarios que les brinden, una verdadera dosis de belleza y de bondad.
Cuando son muy pequeños, la magia de la lectura, por parte de los padres antes de dormir, no pasa de moda.
Después, estimular la lectura con buenos materiales literarios y que aprendan solos a deleitarse con ellos, es un buen paso de avance.
Con la música, pasa otro tanto. Es tan importante educar el oído. ¿Acaso no decía Martí, que la música es la más bella forma de lo bello y compañera y guía del espíritu?
¿Cómo vamos a olvidar las hermosas canciones tradicionales que se mantienen inmaculadas en el repertorio musical dedicado a los más pequeños?
¿Cómo olvidar a Teresita Fernández?
¡Todo el tiempo del mundo, para comenzar a garantizarles a nuestros más pequeños, el futuro luminoso que les pertenece!
Martí decía que las familias eran las raíces de los pueblos y que hay que enseñarles a los niños a amar a la familia.
Ahora bien, la familia tiene que enseñarles a sus hijos, como decía el maestro de La Edad de Oro, que el amor, es la luz de los hombres, el modo de enseñar y el centro del mundo.
De nobles corazones está hecho nuestro pueblo.
Nuestras niñas y niños, merecen los mejores empeños.
¡No podemos perder ni un minuto!
Las útiles lecturas y las bellas canciones, esperan por nosotros.
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