Lázaro Armando Saavedra González


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Arte aunando a una historia de identidades, un ojo crítico que va más allá de la mera denuncia y discurre por los aspectos que le inspiran. Una propuesta estética instituida sobre reflexiones, donde prima lo irónico, lo patrimonial y un sólido pensamiento teórico. Obras que, en sus más variados soportes toman como punto de mira las problemáticas de la realidad social cubana contemporánea; en donde el análisis y la deconstrucción del trenzado político-social, se sustentan por una sensibilidad que se vale de las perspicacias del humor, para visibilizar circunstancias y contextos que a la vez satiriza y denuncia.

Así es el hacer de Lázaro Saavedra, una poética condicionada por la reflexión sobre la cotidianidad y otros fenómenos que circulan en derredor de un pensamiento en constante transformación y tan dialéctico como la asignatura de la vida.

De esta manera emprende un diálogo a través de sus personajes, ejerciendo la crítica, el estudio de temas relacionados con el lenguaje del arte y el camino hacia obras que examinan, casi a diario, los sucesos de la actualidad; camuflándose entre sus saberes, marcando a través del discurso conceptual una resistencia y desarrollando una obra versátil en cuanto al empleo de diferentes medios de expresión.

Saavedra, uno de los principales artistas de Cuba, ha realizado piezas valiosas que han contribuido a la confrontación entre el arte cubano y la política. Artista que se vale de su ingeniosidad para desarrollar estrategias discursivas que se acoplan a las nuevas exigencias y sondean el día a día de eventos notables.

De todo esto se asiste para introducirnos en un razonamiento agudo, permeándose de la sabia popular, para llegar a un espacio donde operan el juicio ético y la deconstrucción de fenómenos complejos.

Temáticas punzantes son usadas, e integran con desenfado las heterogéneas técnicas y estrategias expresivas en concordancia con materiales y medios para comunicar sus ideas; en tanto aparecen entre sus obras cartas personales, objetos cotidianos, papeles administrativos, artefactos y otros.

La proximidad a su hacer, es altamente enigmático, pues asistimos a la confrontación de pensamientos que se consagran. Cultivador de la pintura, la caricatura, la fotografía, el performance, la animación digital; transitando desde el simple boceto o dibujos a instalaciones y piezas de video, todas con una fuerte carga conceptual.

Una perseverante labor pedagógica es desbordada en la formación de diversas generaciones de estudiantes. Un arte incisivo y elaborado con disímiles recursos, los cuales han repercutido en jóvenes artistas. Un quehacer que ha marcado su desarrollado y es visto desde las aristas de un arte que transita junto a la ética, y a lo que considera debe ser la lealtad, los juicios y los valores. Una obra que creció con una marcada función social, y se empeña en realzar lo plausible y valedero. Pero más allá de todo lo expuesto, lo primordial está en la misión de su obra.

Lo esencial reside en el mensaje, en lo que quiere transmitir, y en el sentido morfológico de la creación, cual sea que fuera el soporte. Pues a la medida de sus temores y frustraciones, a la medida de tantos sueños que desaparecen, de sus deseos, su pasado y más, su presente; aparecen trabajos que toman determinados riesgos. Insistiría entonces en decir, Saavedra realiza una obra profundamente fiel a sus sentidos, a su sentir y sobre todo consecuente con su pensar.


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