Lezama es criatura definitiva de la construcción subjetiva de los cubanos


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A uno de los grandes misterios de la Literatura cubana, al escritor Lezama Lima  está dedicado el Coloquio Internacional Pensamiento en La Habana que sesiona entre los días 16 y 18 de noviembre en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, en esta capital.

A cincuenta años de la publicación de su obra cumbre Paradiso y a cuarenta de su fallecimiento, el llamado Orfebre de las Letras cubanas “continúa siendo uno de los pilares de la poesía lírica cubana”, al decir del prestigioso poeta Roberto Manzano,  quien accedió a conceder una entrevista al Periódico digital Cubarte.

 “Este es un evento de suma importancia para la Cultura nacional, al reunir los exámenes que aún continúan fluyendo desde diversas partes del mundo alrededor de la grandeza patrimonial de la obra lírica de Lezama. Aquí se han reunido importantes profesores, examinadores, académicos, todos, seguidores de la obra lezamiana de distintos países de nuestro continente y de Europa, al igual que prominentes especialistas cubanos”, expresó Manzano para agregar que “Cuba apenas tiene dos siglos de experiencia histórica en la poesía, mas ha sido de una intensidad tal que ha producido líricos reconocidos internacionalmente”.

 Destacó que “cuando poesía e identidad nacional se unieron, tuvimos en su iniciación a un poeta nacional como fue José María Heredia hasta tener unos hitos poéticos. Poemas de lujo para la tradición lírica nacional con una riqueza artística y espiritual inmensa, no obstante ser un país pequeño. Sin lugar a dudas que Lezama es uno de esos hitos, al igual que nuestro José Martí, Nicolás Guillén, José Jacinto Milanés, Antonio Zambrana, Regino Botti, Poveda, el Grupo Orígenes, la Generación de los Cincuenta del pasado siglo, además de todos los poetas que han venido posteriormente y, en especial, a partir de 1959”.

¿Qué tiempo lleva como Poeta?

 “Me inicié muy joven, casi adolescente, es por ello que puedo afirmar que mi vocación fue bastante temprana. Como comienza toda vocación, escribía sobre mi intimidad; más tarde comencé a vivir mi vida literaria, y comencé a soñar, hasta llegar a publicar mis primeros títulos a partir de 1970.

 

“Puedo afirmarle que la Poesía cubana se destaca por lo siguiente: no se duerme. En otros países la poesía puede estar durmiendo hasta un siglo entero, esperando a una eclosión lírica, a una crecida…pero en Cuba, la lírica no descansa; siempre en esta tierra ha existido y existe un insomnio imaginativo muy alto. Y es que los cubanos siempre soñamos a través de la poesía con un decoro artístico y humano extraordinarios. Jorge Zalamea subrayó en una ocasión que en poesía no existe un país subdesarrollado. Sin embargo, en el caso nuestro, somos una potencia poética. El arte nacional cubano posee como cúspides a la música y a la danza, pero el tercer lugar lo ocupa la poesía. Y lo más importante es que no obstante nuestras carencias y vicisitudes, hemos legado poetas-titanes al mundo entero”.

¿Alguna observación a la Poesía lezamiana?

 “Lezama Lima fue un adalid de la Lírica nacional. Cristalizó elementos de una tradición proveniente de otras épocas, a la vez que supo unir a ella toda la influencia universal. Fue un voraz lector; realizó una apropiación crítica de la Poesía universal, hasta llegar a convertirla en instrumento de expresión para la realización de poemas que ya son patrimonio de nuestra Cultura. La herencia que nos deja, el legado que nos aporta es enormemente fecundo. Y esta ahí: para nutrir y desarrollar a las nuevas generaciones. Lezama es ya criatura definitiva de la construcción subjetiva de los cubanos”. 

Futuridad de Paradiso

En relación con Paradiso, libro por excelencia en la configuración del boom de la novela latinoamericana y su futuridad, el profesor doctor Enmanuel Tornés resaltó que “ella radica, entre otras razones en sus temas diversos y, en especial, el dirigido a la familia como uno de los grandes problemas por los cuales atraviesan las sociedades contemporáneas –no sólo de Cuba, sino también de América Latina--; la situación de la fragmentariedad de la familia en el mundo; al igual que la proyección de la sexualidad, algo que sería una propuesta de proyecto de Lezama, que después sería asumido por la post-modernidad, sin ser Lezama un escritor de la post-modernidad, sino del último capítulo dorado de la modernidad que configura el boom de la Novela latinoamericana”.

Por su parte el prestigioso escritor cubano Roberto Méndez Martínez, rememoró en su conferencia Paradiso, confesiones y recepciones, la publicación en la Revista Unión (número abril-junio de 1966), de un ensayo de César López “valiente y esclarecedor donde señalaba que el poeta va a llenar sus teorías, vivencias y realizaciones anteriores hasta sus últimas consecuencias y el resultado es una suerte de identidad mística fabulosa: poema-novela-poema”. 

Asimismo en otra parte de su intervención, Méndez Martínez puntualizaba: 

“¿Cómo se leerá una novela totalizadora apoyada por la fe en el destino trascendente del hombre en una época en la que el espíritu post-moderno apuesta por la fragmentación, el relativismo y el pragmatismo? ¿Cómo colocar en el mercado un volumen de varios centenares de páginas, cuando existen cada vez menos lectores? (…) La cosa es más sutil porque el problema es más amplio al tener que ver con la actitud ante la cultura y la asunción de desafíos intelectuales, tan serios como el contenido en los filmes de Antonioni, los ballets de Bejart o las partituras de teatro de Shakespeare. No hay manera de que la cultura light asimile Paradiso. Creo que éste tendrá que guardar otros cincuenta años en manos de unos pocos enterados que siguen fieles a sus desafíos. De todos modos, concluyo con la advertencia que el crítico Emil Rodríguez formulaba en fecha tan temprana como 1968:

 

Para poder leer hondamente Paradiso habrá que esperar que pasen algunos años; que se recojan en el libro y circulen por todo el mundo latinoamericano las obras anteriores de Lezama y las posteriores que completan la novela, y que se produzca esa contaminación de un orden cultural, aún indiferente, por todas esas esencias que el nombre de Lezama convoca y concentra. Entonces, será posible empezar a leerlo en profundidad. Por ahora, lo único que podemos intentar es no leerlo tan superficial, tan analfabéticamente. Por sí sola esta es ya una tarea mayor y, en el contexto actual de la narrativa latinoamericana, imprescindible”.


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