Una de las figuras a las que estuvo dedicada esta XXV Feria Internacional del Libro es la conocida poeta Lina de Feria, aclamada desde la publicación de su primer libro Casa que no existía, por el que recibiera el Premio David de Literatura de la UNEAC.

Pero, aunque pocos lo sepan, Lina es, además, una amante de la infancia, que hace años escribió para su hijo los poemas de “Arranquín”, libro que solo vería la luz en Gente Nueva en el 2009 con el nombre de Y digo pájara pinta. En el 2012 volvería a probar suerte en estas lides con un poemario hecho álbum para colorear que ya agotó su primera edición y se reimprime ahora para la FIL, Musiquito. A propósito de su filiación a la infancia, Lina conversa hoy.

¿Qué motivó a una gran poeta como tú escribir también para la infancia?

Empecé escribiendo literatura para adultos bajo la influencia de Gustavo Adolfo Bécquer. A los quince años pensaba que iba a tener un solo hijo y ciertos aires de maternidad me impulsaron para escribir para niños. Mi primer premio, a los 16 años de edad, fue el del “Teatro de la Edad de Oro”, de ahí se explica que no haya sido una constante siempre.

Alguna vez me contabas que tu primer libro para niños Y digo pájara pinta estuvo dedicado a tu hijo cuando era niño y solo se vendría a publicar muchos años después por Gente Nueva. ¿Repetirías la experiencia de escribir para la infancia?

He repetido la experiencia con un libro llamado Musiquito publicado por la Editorial Gente Nueva. Mi sensibilidad puede prescribir que seguiré escribiendo para niños.

¿Existe para ti una literatura infantil?

Simplemente una literatura para personas. Ahí está Alicia en el país de las maravillas. Es un error no considerar a los niños “como literatura para personas”.

¿Qué piensas de la infancia?

“La Edad de Oro”

En tu concepto ¿los niños y niñas leen hoy día más o menos que antes?

Leen menos que antes. Tú me has sugerido la respuesta.

¿Qué piensas del tono que deben tener las historias que se escriban para ellos?

Que sea literatura imaginativa en alto grado, con grandes asociaciones y sentido de belleza.

¿Cómo concibes idealmente a un autor para las primeras edades?

Alguien de extrema sensibilidad.

¿Reconoces en tu estilo alguna influencia de autores clásicos o contemporáneos?

Indudablemente las huellas más visibles de clásicos y a la vez de contemporáneos. Pienso en Rabindranath Tagore, Las mil y una noches árabes, y la biblia hebrea. Y pienso en Harry Potter o la saga de El señor de los anillos y, por supuesto, mucha de José Martí, Almendros, entre otros.

¿Cuáles fueron tus lecturas de niña?

José Martí, Juan Ramón Jiménez, Salgari y Lolek Bolek y todo el misterio de Disneylandia y, por supuesto, los clásicos de “El Tesoro de la Juventud”.

¿Quién es tu héroe de ficción?

Hércules Poirot.

¿Quién, tu villano?

Garfio, de Peter Pan.

¿Qué es lo que te enciende emocionalmente-creativamente?

La belleza.

¿Qué es lo que te desanima?

La rutina.

¿Qué atributos morales piensas que debe portar consigo un buen libro infantil?

El uso del lenguaje, la carencia de vulgaridades y la decadencia, debe ser veraz e imaginativo.

Aparte de tu profesión actual, ¿qué otra cosa te hubiera gustado ejercer?

Bailarina o pianista.

¿Qué profesión nunca ejercerías?

Abogada.

¿Podrías opinar de la relación autor-editor?

Mi experiencia es que el editor tiene que conocer el estado de ánimo del escritor y fungir como una pareja perfecta sobrellevando las posturas de dilemas. Para ello debe existir respeto y ética entre ambos.

Si tuvieras que salvar solamente diez libros de un naufragio, ¿cuáles escogerías? ¿Alguno de los que has escrito?

La biblia, Impaciencia del corazón, Poemas de Nueva York de Lorca, Otelo, El Ulises, Los veinte poemas de amor de Pablo Neruda, Los sonetos de la muerte de Gabriela Mistral, A Mansalva de los años y Los poemas de la Alquimia, estos dos últimos de Lina de Feria.