Hablar con la Dra. Lissette Mendoza Portales, Profesora Titular, Dra. en Ciencias Filosóficas; escucharla en una disertación ante un atento auditorio o simplemente cambiar impresiones con ella para estructurar en conjunto esta entrevista, es una verdadera complacencia del espíritu. En ella, resaltan sus dotes de ejemplar profesora durante un buen número de años en los campos de la Filosofía y la Historia de la Filosofía, en su trabajo en (team- teaching) acerca de Música, arte y pensamiento; de Historia, filosofía, arte; de Historia de la cultura y su desempeño en postgrados de Historia de la Filosofía, Marxismo Leninismo, Los valores en el pensamiento martiano, Corrientes filosóficas contemporáneas, Educación en valores y sobre el Pensamiento Latinoamericano y cubano, que la hacen, indiscutiblemente, de extraordinaria capacidad comunicativa, que atrapa y conmueve. Aunque se pone de manifiesto su valiosa experiencia y su cabal conocimiento en los temas que aborda, no deja de mostrar una frescura de juvenil madurez intelectual realmente admirable. Mis lectores sabrán agradecer el acercamiento a esta profesora cubana, investigadora sagaz con importantes publicaciones, donde el tema martiano aflora en sus más importantes aristas, para bien de la cultura cubana y de otros pueblos de nuestra América.
¿Profesora e investigadora? ¿Cómo precisar la diversa intensidad de estas acciones culturales que usted ha cultivado brillantemente?
Ambas direcciones constituyen verdaderas pasiones en mi vida, más allá de que todo verdadero maestro, profesor, profesional de la educación, es un investigador de su propia labor y ejecutoria pedagógica. Durante mi vida profesional, casi 40 años, se han conjugado estas dimensiones de la profesión. Cursé la carrera Profesoral Superior de Español-Literatura, en la que tuve excelentes profesores como Estrella Rey, Mario Rodríguez Alemán, María Dolores Ortiz, Rita Marina Álvarez de Zayas, Rosario Mañalich, Marta Martínez LLantada, Lidia Turner, Angelina Romeu, Alicia Obaya, Ricardo Viñalet, Romelia Pino…, entre otros muchos, que eran, a su vez, excelentes investigadores y prestigiaban el claustro de la entonces Facultad de Pedagogía de la Universidad de La Habana –después Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona” –, hoy Universidad de Ciencias Pedagógicas. Ya en el último año de la carrera, formé parte de un equipo de alumnos ayudantes de Filosofía Marxista bajo la tutoría de la profesora Romelia Pino y con ello no solo comenzó mi amor por la filosofía, sino también a la investigación de los eternos problemas de aquella. Al graduarme en el año 1976, comencé la investigación formando parte de un equipo en el ámbito de la Historia de la Filosofía, especialmente en torno a los problemas del hombre y los valores. De ello resultó un estudio personal muy interesante que fue publicado en 1988 como libro: Unamuno, el filósofo. Después vendrían los años dedicados al pensamiento martiano que tendría un hito importante en la defensa de la tesis de doctorado. Siempre le he otorgado una especial atención a la formación cultural del profesional de la educación. Ese sigue siendo un desafío para la escuela y la universidad cubanas.
¿Cómo Ud. calificaría su inserción en el proyecto de Universidad para Todos?
Una experiencia maravillosa. Como colaboradora del Instituto de Filosofía, en el año 2003, formé parte del equipo de Universidad para Todos en el curso El oficio de pensar que, a la distancia, considero un verdadero proyecto. En el plano personal, una experiencia muy provechosa desde la concepción y elaboración de los guiones, la discusión colectiva, la elaboración del tabloide como material de apoyo que afortunadamente después se convirtió en un libro publicado como colectivo de autores, así como el enfrentamiento a las cámaras. Hacer comprensible lo filosófico en su historia, sin perder el rigor, y como expresión cultural, ese fue el reto fundamental.
Cinco años después saldría al aire el curso José Martí y los Estados Unidos: miradas de fin de siglo, un proyecto muy interesante, del Centro de Estudios Martianos.
¿Qué significó para usted, aquel año 2003 cuando defendió su investigación de muchos años acerca de la relación entre Axiología y Cultura en José Martí ante el Tribunal Nacional de Filosofía que le confirió el grado científico de Dr. en Ciencias Filosóficas?
Sin dudas, significó un momento muy importante, más bien como punto de partida que de llegada. Había continuado investigando el problema del hombre y la axiología. Ello me permitió encauzar mis intereses investigativos en el pensamiento martiano. La novedad científica de esta investigación radicó en el descubrimiento de los nexos existentes entre las concepciones axiológicas y culturales en el pensamiento filosófico martiano, tema no trabajado en la literatura existente, por cuanto aun cuando se habían abordado de forma separada por grandes especialistas, por martianos fervorosos, no se habían sistematizado en su relación. El proceso final fue muy interesante para mí. Le di la tesis a grandes amigos para que la leyeran y criticaran. Realicé mi predefensa en el Instituto de Filosofía y la defensa el 29 de diciembre del 2003, con la presencia de 15 doctores, como eran los tribunales anteriores. Para mi satisfacción estuve acompañada de mi familia y junto a ello de profesores, amigos, compañeros, de mis estudiantes y ello significó un enorme compromiso no solo con el acto científico en sí mismo, con los que me acompañaron, sino con el Maestro. Sabía que era un tema que no abandonaría y de hecho ha sido así.
¿En cuántas otras oportunidades ha insistido en el tema martiano y su divulgación y cuáles son sus más íntimas consideraciones sobre el conocimiento que deben tener nuestros profesores sobre la importancia y trascendencia de la vida y obra de nuestro Héroe Nacional para crear una fuerte base ideológica en las nuevas generaciones? ¿Podría citar algunas acciones por usted realizadas en esta dirección?
Si la tesis fue el resultado de más de 15 años de investigación en torno al significado de la relación filosofía, axiología y cultura en el pensamiento martiano, con Martí sucede algo particular. Cuanto más lees, más ansias de saber te produce cualquier lectura por muy al azar que la hagas. Y desde lo literario propiamente, su estilo te seduce, te atrapa. Hay que subrayar, en mi opinión, la maravillosa sustancia que nutre el pensamiento martiano, y es que aunque por su naturaleza es un pensador político, por su esencia, es de vocación universal. Y esa universalidad es la que permite comprender no solo la diversidad y riqueza temática, sino la profundidad y alcance de su proyección.
Siempre me gusta subrayar una idea esencial. El contenido del pensamiento martiano lo constituye un proyecto de liberación nacional y transformación humana. Es un verdadero proyecto de liberación y transformación económica – social, política, ética – cultural… para Cuba y América Latina. En ello radica la vigencia y actualidad de su pensamiento, en que aporta claves para entender el presente y el actuar. José Martí tiene mucho que aportarnos para los tiempos que vivimos, especialmente, a los cubanos.
A los maestros y profesores les diría nútranse de Martí, busquen interrogantes, hallen claves, lean, estúdienlo a profundidad. Hoy que el impacto del entorno social es muy contradictorio hay que pensar con Martí que es deber humano causar placer en vez de pena. Este es un mensaje de invaluable significado para la educación de niños, adolescentes y jóvenes frente a la violencia que promueve la cultura de la dominación, hay que educar los sentimientos, hay que promover relaciones interpersonales marcadas por el respeto y el afecto, hay que educar la sensibilidad de nuestros educandos.
Igualmente, he impartido conferencias, cursos… propiamente dedicados a Martí y otros donde la presencia del pensamiento martiano deviene referente cultural imprescindible para el tratamiento de temas de actualidad, he promovido su estudio en trabajos de curso y diplomas de mis estudiantes, en la elaboración de tesis de maestría y doctorado que he tutorado.
Tengo varias publicaciones de artículos y ponencias sobre José Martí, entre ellas la del libro Cultura y valores en José Martí, en el 2008, por la Editorial Pueblo y Educación, cuyo contenido esencial es la tesis de doctorado y que ha estado destinado fundamentalmente a maestros, profesores y estudiantes.
Martí nunca puede estar ausente.
Sería interesante conocer su desempeño en otros países de nuestra América donde ha dejado huella a través de valiosas colaboraciones y también su amplia participación en Talleres, Coloquios, Congresos que contaron con su importante asistencia. ¿Hay alguno que recuerda por su especial significación?
Esto también ha formado parte de mis permanentes aprendizajes. Cuando en 1997, en plena llanura colombiana, en uno de los territorios más amenazados por la guerra, el Departamento del Meta, tuve la oportunidad de trabajar con 57 maestros colombianos en relación con la educación en valores, tuve una de las experiencias más significativas fuera de nuestro país, y comprendí mucho mejor que nosotros, los latinoamericanos, tenemos más cosas que nos unen que las que nos separan.
Algo que debo señalar es la labor desarrollada con profesores de la Universidad Nacional de Panamá, también la realizada en cuatro estados de la República Bolivariana de Venezuela, y recientemente en un encuentro con miembros de la Comunidad Báhai en Colombia (Cali) y Brasil (Brasilia), como parte de una pequeña delegación para intercambiar sobre proyectos educativos. En todos los casos, he tenido vivencias afectivas, emocionales, aprendizajes necesarios y junto a esto, la riqueza telúrica, sonora, visual, creativa de “nuestros pueblos, donde las rosas huelen y las mujeres aman, renuevan en cada niño la poesía…” al decir de José Martí.
Igualmente, recuerdo mi participación en numerosas ediciones del Congreso Internacional de Pedagogía, entre otros muchos eventos, que me han llenado de gran satisfacción.
¿Qué importancia le da usted el haber nacido en Cuba y haber disfrutado el contexto cultural que la ha rodeado, en cuanto a su formación y desarrollo se refiere?
Pudiera parecer un lugar común, o un guiño ideológico, pero, para mí es un privilegio haber nacido en Cuba en el siglo XX. Ello me hizo posible gracias al triunfo de la Revolución -yo soy de la generación de los agradecidos, según recuerda recientemente Graziella Pogolotti- de ponerme en contacto con la admirable tradición cultural y de pensamiento cubanos y conocer -sobre todo en la carrera- la maravillosa conjunción entre la política, la filosofía, la literatura, la ciencia, el arte… que en Cuba fue forjando eso que hoy llamamos con orgullo cultura cubana. A la distancia y desde el siglo XXI, que nos presenta a los humanos más interrogantes que soluciones, veo con alegría y admiración la obra cultural de la Revolución Cubana que jamás hubiera podido realizarse sin el legado de las generaciones anteriores y pienso cada día, en el desafío que representa la defensa, el enriquecimiento y transmisión de esa cultura a las nuevas generaciones. En Cuba, desde esa tradición, la cultura no se entiende como acumulación de saberes ni solo como cultura artística como a veces se interpreta; en Cuba, cultura es crecimiento personal, mejoramiento humano. Y ello, hace mucha falta comprenderlo, pues se requiere coherencia en el proceso de transmisión de lo más genuino de la cultura cubana y universal, mediante la educación a las nuevas generaciones. Con mucho respeto y admiración por la obra humana deben hallarse los modos más adecuados, desde el diálogo de saberes, para que se conviertan en verdaderas prácticas culturales y espacios permanentes de construcción de nuestra identidad.
¿Qué le diría usted a los jóvenes cubanos en estos momentos en que vivimos en un mundo globalizado ante los problemas que agreden el medio ambiente y donde está en peligro hasta la sobrevivencia humana?
Muchos peligros amenazan hoy al ser humano, los que van desde la defensa de las conquistas culturales a lo largo del desarrollo de la sociedad, hasta la existencia en un planeta permanentemente agredido por las acciones irresponsables del propio hombre. Todo ello, resultado del sistema de dominación imperialista. En consecuencia, se requiere el cultivo de lo mejor del ser humano. Ello está en las raíces nutrientes y en lo mejor creado como parte de nuestra cultura y su expresión en la Revolución Cubana. Por un lado, los jóvenes cubanos han vivido y viven la obra de la Revolución, pero han sufrido los impactos de la crisis económica y de los cambios asociados a la reforma económica, primero, y hoy a las transformaciones del modelo económico y social cubanos y por otro, están influenciados por el paradigma cultural de la imagen, del desarrollo de la ciencia y la tecnología, del sistema de dominación ideo-cultural imperialista. Pienso siempre en la juventud como algo maravilloso y enriquecedor. Por ello creo y aspiro que lo mejor para Cuba sea que los jóvenes cubanos quieran vivir y trabajar en Cuba. Para ello, tenemos que luchar por perfeccionar nuestra realidad, desde el fundamento económico hasta sus implicaciones culturales, tenemos que lograr bienestar material y espiritual.
Y a ellos les diría que sigan estudiando, investigando, superándose, creando, que conozcan para que puedan elegir, que sean capaces de distinguir lo valioso de lo que no es, ante la descomunal información que inunda las redes digitales, que vayan a nuestras raíces, no para quedarse anclados en el pasado, sino para hallar claves para entender, desde la dialéctica de lo universal y lo propio, el presente. Que en el mundo del tener no olviden el significado del ser. Que sientan y piensen a Cuba y al mundo, que defiendan la vida.
… A los jóvenes cubanos que lean bien el mundo.
¿Cuáles son sus proyectos actuales? ¿En qué medida da continuidad a lo realizado?
Terminaría como empezamos la entrevista con mis dos pasiones: la docencia y la investigación. En realidad, me mantengo vinculada a la primera, especialmente en el ámbito del postgrado, en cursos de maestría y doctorados. Ella me apasiona por lo que exige de mí en preparación y en la posibilidad de la comunicación. Esas son claves insoslayables. Y respecto a la investigación tengo varios cauces que transitan por los problemas de la filosofía de la educación desde la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas (SCIF) que dirige la Dr. Sc. Thalía Fung Riverón. Junto a ello, los problemas relativos a la cultura y la identidad y el nunca abandonado, pensamiento martiano y el Marxismo como componente de la cultura y de la Ideología de la Revolución Cubana. Este, desde el Club Martiano de Filosofía -del cual soy vicepresidenta- de la Sociedad Cultural José Martí. Y para volver a las raíces, retomo en este 2016, a 80 años de su muerte, una nueva mirada a la relación entre filosofía y literatura en Don Miguel de Unamuno.
Hasta aquí amigos lectores, la entrevista a la Dra. Lissette Mendoza Portales, profesora e investigadora cubana a la que deseamos los mejores éxitos y agradecemos sus atentas respuestas a nuestras preguntas para este sitio de la Cultura Cubana.
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