Casi desde el inicio mismo de la radio en Cuba, en 1922, comenzaron los espacios dramatizados y, entre ellos, encontró sitio el radioteatro; un programa, por cierto, muy respetado siempre entre los artistas del medio. Luego de 1959, el lugar del radioteatro fue discutido, una que otra vez en la programación, puesto que existen quienes opinan que con las radionovelas y los seriados de aventuras, policiales, etc. ya es suficiente, pero desde los años ochenta del pasado siglo el espacio nombrado Teatro se ha conseguido mantener en Radio Progreso, que ya va para sus 86 años de vida.

Los domingos, a la una de la tarde, con una duración de 57 minutos, se emite el programa, el cual cuenta con una selecta nómina de Directores que encabezan Caridad Martínez, Héctor Pérez y Carmen Solar, además de un excelente grupo de escritores, fieles al espacio, que elaboran textos originales, especialmente pensados para el mismo o versionan obras de la dramaturgia o de la narrativa, tanto nacional, como de cualquiera otra cultura. Los equipos de trabajo se completan, como es usual y preciso, con el efectista, el musicalizador y el grabador de sonido, y, por supuesto, con el avezado cuadro de intérpretes de la emisora. Incontables resultan los premios otorgados en cualquiera de estos rubros y desempeños a las obras teatrales radiadas por la misma.

Durante uno de estos domingos recientes, posteriores al 17 de diciembre en que se anunció en Cuba y Estados Unidos, respectivamente, la reanudación de relaciones oficiales, el programa retransmitió el título Lo que le pasó a la cantante de baladas, del dramaturgo y director cubano José Milián, Premio Nacional de Teatro 2008, artista con una intensa y extensa trayectoria, quien dirige en Cuba, desde 1989, el Pequeño Teatro de La Habana, para el cual escribió hace ya varios años la referida obra, que fue estrenada en abril de 2005 por su grupo teatral.

Lo que le pasó a la cantante… desarrolla su acción fuera de Cuba, justamente en las costas de Miami, y tiene por protagonistas a una cantante cubana de música popular que ha emigrado a Estados Unidos, junto con su hermano, y  siente una desgarradora nostalgia de su público, ante el cual añora volver a cantar. Olimpia, que tal es su nombre, es la ilusión, el sueño, el deseo, mientras que Olimpo, es su revés, esto es la objetividad, la racionalidad, la realidad.

Olimpia evoca sus éxitos en La Habana y narra su vida en ese exilio desde el momento de su llegada hasta el presente, mientras clama  una y otra vez  por su sueño: un concierto en La Habana, ante el feroz Olimpio y su lógica aplastante.

El Teatro es el arte que más directamente se contextualiza, por lo tanto, curiosamente, Lo que le ocurrió a la cantante de baladas “sonaba” de un modo cuando su autor la creó, poco más de una década atrás, a diferencia de este momento, en el cual ya se presentan ante su público de siempre algunos artistas de la música popular cubana quienes, tras residir y trabajar durante un tiempo en el propio territorio estadounidense,  han optado por regresar a la Isla y reinsertarse en su medio. Tal vez por ello una particular emoción me recorrió ese domingo, cuando descubrí en el dial esta obra de José Milián, perturbadora como todo el buen arte y, también, profética.

El radioteatro contó con la versión radial de René Marín, la cual me pareció estupenda, estuvo dirigido por Tania Pérez Yent,  e interpretado por Teresa Rúa, como Olimpia, y Fredys Pérez, como Olimpio; la asesoría fue de Carmen Laura Marín  y, tal y como resulta habitual en Radio Progreso y, en particular, en este espacio, contó con una excelente emisión.