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Loreley María Rebull León: Donde todos los sueños son posibles


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Loreley Rebull León (I), matancera de pura cepa, cubana con amor a la vida y ser alegre como pocos que yo conozca, es como un vendaval siempre feliz que ataca por sorpresa con su regocijo a cuanta persona se le ponga en el camino. Hemos compartido más de una velada en su ciudad natal y siempre soy testigo de que Loreley, con sus historias, con su sabor al narrar, con ese desenfado que tiene para conducirse y esa jocosidad a prueba de cualquier tempestad es de esas personas indomables que juegan con la vida y hacen de la literatura un gusto por lo bello. Su obra la demuestra tan creativa como es, con una ficción que bebe mucho de lo ancestral pero se asienta en lo cotidiano para darles a los niños historias breves, pero cargadas de ética, de amor y de principios. Escucharla narrar un cuento suyo o de cualquier otro autor, nos pone en contacto con una persona singular, que ama lo que hace y vive feliz con ello. Desde la sencillez. Desde el respeto al prójimo. Desde el ejercicio constante de su creatividad, donde todos los sueños son posibles.

¿Existe para ti una literatura infantil? ¿Una LITERATURA? o simplemente ¿Literatura para personas?

Para mí la existencia de una literatura infantil es tan real como la naturaleza, la han ido creando muchos autores a través del tiempo, tal vez algunos se sorprendieran de que sus historias se las apropiaran los niños, pero lo cierto es que están ahí y se ha ido haciendo fuerte y sólida como la poesía. Y yo creo en ella con todo mi corazón.

¿Qué piensas de la infancia?

Pienso que la infancia es la etapa más fabulosa de la vida del ser humano, donde todos los sueños son posibles, donde creemos intensamente en los valores humanos, lugar donde me refugio cuando los golpes de la vida me duelen y me atormentan. Por eso me preocupa que algunos padres traten de acelerar esta hermosa etapa de sus hijos, porque en ella podemos ser gigantes, princesas, enanos de Blanca Nieves o volar sin alas hasta el mismísimo Polo Norte. Y les pido a todos que preserven la infancia de los niños, cosa bien difícil en tantos países en guerra, en este siglo tan complicado y violento.

En tu concepto los niñ@s ¿leen hoy día más o menos que antes?

Actualmente pienso que los niños leen menos de lo que debieran hacer, porque hay otras opciones tecnológicas que los fascinan, como encantadores de serpientes, pero a los padres y abuelos toca el mantener la cercanía al libro, a ese mundo fabuloso de un cuento antes de dormir, que nos deja en la mente historias increíbles capaces de creer en ellas y aprender a amar esas páginas que la familia acarició a través de los años, cuando leemos a Cenicienta o a Blanca Nieves y sus siete enanitos, en ese libro viejito que debemos ponerle bastón para que no se caiga en el camino de la vida familiar.

¿Qué piensas del tono que deben tener las historias para niñ@s?

Acerca del tono que deben tener las historias para niños, creo que deben ser suaves, acariciadoras a sus oídos, de un color tenue, pero tocando zonas difíciles como la muerte de una mascota o un ser querido, porque al niño no se le debe engañar. Sino con dulces palabras enseñarle lo hermoso que es vivir, pero también lo difícil que puede ser, pero siempre dándole alas para remontar las más altas montañas y superar los más graves problemas.

¿Eres tú parecida a alguno de los personajes de tu obra?

Me siento muy cercana a mi personaje de Pelusa, que vive en diferentes libros, a veces explico que en algunos es casi una autobiografía, porque Pelusa y yo somos una sola, niñas despeinadas, disparatadas, olvidadizas y por momentos, alocadas, pero con un corazón inmenso donde caben todos los amigos que nos rodean, aunque en ocasiones parece que estamos en las nubes, siempre tenemos los pies muy sólidamente puestos sobre la tierra. Adoro a Pelusa y estoy segura que ella cada día me ama mucho más, a pesar de mis olvidos y distracciones, a pesar de las comidas quemadas, que después compartimos en la mesa.

¿Cómo concibes idealmente a un autor para niñ@s?

Un autor para niños lo concibo como alguien que se niega a crecer, a hacerse viejo y que aunque tenga canas y arrugas, siga viendo el mundo como el día en que vino a él y que sus padres le hicieron ese gran regalo de la vida. Que se asombre de cada amanecer repleto de aves y que se enternezca en los atardeceres rosas y dorados, cuando el sol ya cansado de alumbrar la tierra por un lado, decide emprender su tarea de iluminarla por el otro. Así concibo a un autor para niños, renaciendo sus ilusiones con cada día y llevándoselas a los lectores.

¿Reconoces alguna influencia de autores clásicos o contemporáneos?

En mi estilo reconozco a autores como Juan Ramón Jiménez que me fascinó cuando leí y releí a Platero y yo, es esa ternura hacia un animal tan simple como su burrito, que puede pasar por nuestro lado sin darle importancia, pobre animal de carga, pero que en verdad él lo elevó hasta las nubes, la forma de describirlo cavó muy hondo en mí y creo que influyó mucho en mi obra, el tratar de ver la belleza y la bondad en todo lo más sencillo que nos rodea. También julio Verne con su obra increíble de recorrer el mundo desde su habitación, me dio ese afán por conocer islas y lugares del planeta que jamás visitaré, pero que en mi imaginación he caminado y he vivido. Lugares como Noruega o las Islas Canarias. A ambos autores les agradezco la escritora que vive en mí y por eso me gusta compartir historias, no solo con los más pequeños de casa, sino con todo quien se decida a leerme.

¿Cuáles fueron tus lecturas de niña?

Mis lecturas de niña fueron los cuentos de los hermanos Grimm, Las mil y una noches, La Edad de Oro y los fabulosos cuentos de José Martí, como “Un paseo por la tierra de lo anamitas”, cuentos tradicionales que me hacía mi abuela al irme a dormir, Alicia en el país de las maravillas y sus locuras tan agradables. En esa época teníamos una inmensa cría de conejos en el patio pero ninguno como el de Alicia, por desgracia para mí.

¿Quién es tu héroe de ficción?

Mi héroe de ficción favorito es el Pequeño Príncipe, rodeado de asteroides y de sueños, pero amando y protegiendo a su rosa, cuidándola de los fuertes vientos y sobre todo domesticando a la zorra pícara. Dándonos a conocer a los distintos personajes que nos rodean, para que sepamos encontrar nuestro propio camino.

¿Quién, tu villano?

Aunque detesto a los villanos hasta la médula, creo que mi favorito es el Capitán Garfio, porque aunque trama mil maldades contra Peter Pan y Campanilla, el bien siempre le gana al mal. Lo considero un villano simpático.

¿Cómo insertas tu obra dentro de la llamada literatura infantil cubana?

Mi obra la veo insertada en el fabuloso panorama actual de la literatura infantil cubana, como una piedrecita más en un hermoso camino de un jardín japonés, donde todos convivimos en paz y armonía, en medio de la quietud de las plantas y el sonido de una cascada.

¿Qué es lo que te enciende emocionalmente-creativamente?

Emocional y creativamente enciende mi chispa la belleza de la naturaleza, la ingenuidad de los niños, la bondad de los ancianos que a veces no son tratados con el amor que merecen y por esos los abuelos y abuelas son recurrentes en mi obra, para hacer brillar esos diamantes que tenemos en cada casa y que a veces son vistos como simples carbones apagados sin valor.

¿Qué es lo que te desanima?

Me desaniman muy pocas cosas, porque cuando veo que empieza a oscurecerse mi cielo, siempre recuerdo que mientras más oscura sea la noche, más claro, radiante y hermoso será el amanecer.

¿Qué atributos morales piensas que debe portar consigo un buen libro infantil?

Me gusta darles a los niños que me lean armas para ser mejores personas, hijos y nietos. Hacerles ver que se gana mucho más siendo buena persona que mala, que la justicia siempre ocupa su espacio aunque muchos traten de encerrarla. No me gusta dar recetas como cucharadas de jarabe amargo, pero entre letras si trato de que sean mejores personas y que cuando sean adultos recuerden mis palabras con amor. Darles a conocer el valor de la amistad, de la sagrada familia, de luchar por los sueños, de cada día irse a la cama con un nuevo conocimiento y aprender a defender lo que uno ama y en lo que uno cree.

Aparte de tu profesión actual, ¿qué otra cosa te hubiera gustado ejercer?

Me hubiera gustado mucho ser bailarina de ballet clásico, con tutú blanco incluido y bailar el lago de los cisnes y de no lograrlo, ser bailarina de baile español, sobre todo de música flamenca, con su fuerte carácter y su sabor a tierra española.

¿Qué profesión nunca ejercerías?

Nunca ejercería la profesión de carcelera, porque adoro la libertad y sufriría mucho viendo a otros seres humanos tras las rejas, aunque sé que es una profesión necesaria, pero mi corazón no lo resistiría.

¿Podrías opinar de la relación autor-editor?

La relación editor-autor debe fluir como las aguas de un río, suavemente, mansamente que uno escuche al otro, que se complementen, que no haya discrepancias, porque ambos luchan por hacer del libro algo más hermoso y perfecto o al menos perfectible.

Si tuvieras que salvar solamente diez libros de un naufragio ¿cuáles escogerías? ¿Alguno de los que has escrito?

Si yo tuviera que salvar diez libros de un naufragio, sería para mí una tarea titánica, porque amo tanto a los libros que esta ha sido la pregunta más difícil. Luego de mucho pensar y repensar, salvaría a La Biblia; El Profeta, de Jalil Gibrán; La casa de los espíritus, de Isabel allende; Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez; El Pequeño Príncipe, de Antoine de Saint Exupèry; La Edad de Oro, de José Martí; Alicia en el país de las maravillas; de Lewis Carroll; Las siete cabritas, de Elena Poniatowska y Las historias del rey Tuck, de mi autoría, libro que amo con toda mi alma, por sus historias noruegas llenas de magia y por estar ilustrado por mi hijo Renier.

 

Nota

(1) Nacida en Matanzas, en 1947. Narradora. Animadora cultural. Cuentacuentos. Ha publicado: La tonadilla, Ediciones Luna y Sol, Colección Arco iris, Barranquilla, 1997; El payaso del arco iris, Ediciones Luna y Sol, Barranquilla, 1997; Pelusa y su bosque encantado, Editorial Gente Nueva, La Habana, 2005; Con alas de colibrí, Ediciones Matanzas, Matanzas, 2007; Las historias del rey Tuc, Editorial Gente Nueva, La Habana, 2008; El drago del abuelo, Ediciones Vigía, Matanzas, 2010; Cuatro esquinas, Editorial Oriente, 2011 y Leyendas de islas, Ediciones Abril, 2013.


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