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Los anhelos sagrados de la Patria


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Desde niña, escuché a mi padre hablar de Rubén Martínez Villena. Se llenaba de orgullo cuando me decía que había tenido la oportunidad de haber coexistido con el autor de La pupila insomne. Hablaba de él, como de un abogado cubano de pura cepa, muy martiano y poeta, al cual admiró siempre por su valentía y honor. Así supe de su existencia y quise conocer mucho más de su vida.

Un 20 de diciembre de 1899, nació Rubén Martínez Villena, en Alquízar. Murió en 1934. Es el autor de estos emblemáticos versos, escritos a sus 24 años de edad:

La pupila insomne 

Tengo el impulso torvo y el anhelo sagrado

de atisbar en la vida mis ensueños de muerto.

Con este título, La pupila insomne, se publicaron la mayor parte de sus poemas en el año 1936, dos años después de su muerte y con el prólogo de su gran amigo Raúl Roa quien, al evocarlo en una ocasión, expresó: “El ejercicio de las letras fue, durante varios años, la vocación de Rubén Martínez Villena. Hizo versos, cuentos, poemas en prosa, crónicas líricas, crítica literaria y cartas íntimas merecedoras de publicarse. La colosal medida de su escritura en verso y prosa, es solo eco resonante de los impares clamores que se le coagulaban en la página”.

En este 2016, conmemoramos ochenta años de la primera publicación de sus versos y también el 180 aniversario del natalicio de ese gran dominicano-cubano que fue Máximo Gómez, y vale recordar la anécdota trascendental que el padre de Rubén contaba, cuando su pequeño hijo, de ojos claros y avispados, tuvo el privilegio de que “El Generalísimo”, lo acunara entre sus rodillas y le soplara al oído este vaticinio: “Tu vida tendrá luz plena de mediodía”.

Fue Rubén, uno de los hombres más talentosos y de más vigor revolucionario de su tiempo, además de ser un verdadero artífice del verso. A decir de Raimundo Lazo, “su estilo poético es llano, fuerte, audaz, e independiente en su novedosa sencillez”.

¡Oh la pupila insomne y el párpado cerrado!

(¡Ya dormiré mañana con el párpado abierto!).

Era un poeta revolucionario y un revolucionario pleno de poesía. Jamás podríamos separar esas dos poderosas vertientes de su existencia creadora.

Quiso lograr la liberación de Cuba del dominio imperialista y el cese de la explotación del hombre por el hombre y vio frustrado su sueño.

Es un anhelo

Impreciso de árbol; un impulso

de ascender y ascender hasta que pueda.

Fue en 1923, cuando decidió renunciar formalmente a la poesía. A partir de aquella decisión, como señala Roa: “el revolucionario, el comunista convicto y confeso, absorbería todas las facultades, energías, fervores, ímpetus y afanes de Rubén Martínez Villena”.

Era muy difícil creer que renunciaría a algo que llevaba tan dentro. Escribió y habló a multitudes hasta su último aliento. Juan Marinello, que lo conoció muy bien, expresó, en ocasión de la develación de una tarja en la casa natal de Alquízar: “… la calidad lírica de Rubén, no cambió sino de sendero y su maestría de las palabras se afiló y acercó en la polémica insuperable y vitalicia en su esencia, a pesar del violento repudio, le facilitó mil veces, sin él saberlo, el cordial magisterio y la gracia verbal hija del dominio del idioma y de la posesión de sus secretos que fue en él, arma victoriosa”.

¡rendir montañas y amasar estrellas!

¡Crecer, crecer hasta lo inmensurable!

Una vez, Rubén Martínez Villena, escribió estas trascendentales líneas: “Por mi parte, apenas he escrito una que otra bobería que ni son dignas de mención. Así y todo sigo escribiendo, ni sé por qué, aunque ya con menos dedicación, hasta el extremo que todas las composiciones que últimamente he hecho han sido fabricadas en la memoria y no han pasado nunca al papel y aunque reconozco que día a día voy perdiendo mis escasas facultades poéticas, no transijo con la realidad y sigo aporreando la lira, como lo seguiré haciendo probablemente mientras me quede un ideal, lo cual siempre ocurrirá”.

El anhelo inútil

¡Oh mi ensueño, mi ensueño! Vanamente me exaltas:

¡Oh el inútil empeño por subir donde subes!

1923, fue de alta significación en la historia de nuestra Patria. Para Cintio Vitier, este año encabezó el poeta, la Protesta de los Trece, contra el Gobierno de Zayas, en la Academia de Ciencias. Por esos años, fue apresado y fracasó su intención de bombardear el Palacio Presidencial, en un avión piloteado por él mismo.

Desde esta fecha, Julio Antonio Mella y Rubén establecen una sólida amistad.

Trabaja Villena incansablemente y con fervorosa dedicación.

En 1925, llegó al poder Gerardo Machado, el mismo año en que Rubén y Baliño, fundan el Primer Partico Comunista de Cuba.

Conoció Rubén la cárcel y el exilio. Muchas tareas tuvo que enfrentar. Redactó manifiestos como el del Grupo Minorista, profesor de la Universidad Popular “José Martí”, y miembro del Comité Central del Partido. Por una arbitraria medida contra Mella, experimentó Villena, siendo su abogado defensor, una huelga de hambre para exigir su liberación, lo cual logró exitosamente.

Julio Antonio Mella, fue gran referente para Villena. Palabras emocionadas se hicieron escuchar, aquel trágico año de 1929, al despedir los restos mortuorios del amigo: “Pero no estamos solo aquí para rendir ese tributo, a sus merecimientos excepcionales. Estamos aquí, sobre todo, porque tenemos el deber de imitarlo, de seguir sus impulsos, de vibrar al calor de su generoso corazón revolucionario”.

¡Estas alas tan cortas y esas nubes tan altas!

¡Y estas alas queriendo conquistar esas nubes!

Más recrudecida aún, la lucha contra el tirano, fue Rubén Martínez Villena perseguido, condenado a muerte y de nuevo al exilio, en abril de 1930. Llegó a Nueva York, después a la antigua URSS y en el Cáucaso, al sanatorio de Sochi. Debía cuidar sus pulmones seriamente afectados por la tuberculosis. A pesar de sus dolencias, no cesaba en relacionarse con la vanguardia revolucionaria de Cuba y de otros pueblos, y ansiaba fervientemente regresar a la Patria, con la que sentía una deuda enorme.

No era posible mantenerse a tanta distancia y vuelve a la tierra que lo vio nacer. Dirige, después de todas las labores organizativas, la huelga que derrumba a Machado, en un momento en que la enfermedad, se adueña definitivamente de su cuerpo lastimado. Parecía que ni la propia muerte, podría doblegarlo. Desde su cama del Sanatorio La Esperanza, dirige las acciones.

Una mañana dejó de existir Rubén Martínez Villena. ¡Era tan joven! Moría a los 35 años, sin poder ver consolidada su tarea revolucionaria.

En su poema El Gigante expresa:

¿Y qué hago yo aquí donde no hay nada

grande que hacer? Nací tan solo para,

esperar, esperar los días.

los meses y los años?

¿Para esperar quién sabe

qué cosa que no llega, que no puede

llegar jamás, que ni siquiera existe?

¿Qué es lo que aguardo? ¡Dios! ¿Qué es lo que aguardo?

Cuando murió Villena, Fidel solo tenía ocho años. En su prólogo al libro La Victoria Estratégica, nos cuenta su historia. En esas palabras, señala que a esa edad, se había rebelado por primera vez en su vida. Así se comenzaba a forjar un ser extraordinario, un gigante.

Cuando terminaba estas líneas, me llegaba la triste noticia de la partida física de nuestro Comandante en Jefe. Me sentí sumamente conmovida.

¡Hay que seguir adelante! y entonces medité.

La historia no puede detenerse.

La clase obrera, para Fidel, fue decisiva en la caída de Machado. La huelga nacional revolucionaria “bajo la dirección vibrante y brillante” del poeta revolucionario Rubén Martínez Villena, como expresó, inició el derrumbe del tirano.

Como Martí, Fidel tuvo conciencia, que la lucha no había cesado y decidió junto a su pueblo, poner todos sus esfuerzos en construir una Patria libre, soberana y socialista, a solo noventa millas del Imperio más poderoso del Mundo.

Al recordar a Villena, repetimos algunos de los versos de su Mensaje lírico civil, como los repitió nuestro Comandante en Jefe en Santiago de Cuba, cuando la celebración del XX Aniversario del Asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, aquel 26 de julio:

Hace falta una carga para matar bribones,

para acabar la obra de las revoluciones;

para vengar los muertos, que padecen ultraje,

Para limpiar la costra tenaz del coloniaje; …

Esa carga para matar bribones, vengar a los muertos, y cumplir el sueño de mármol de Martí, como también dijo el poeta, ha sido y es la Revolución Cubana, con su Ejército Rebelde, que acaba de cumplir sesenta años de constituido, defendiendo a su pueblo.

En Fidel, se encuentran reunidos los anhelos sagrados de Carlos Manuel de Céspedes, de Gómez, de Maceo, de Martí, de Mella, de Villena y de todos los cubanos revolucionarios de todos los tiempos. Anhelos sagrados que la Revolución ha hecho realidades. Obra gigantesca, que todos tenemos que continuar y engrandecer y que sirve también de guía a los pueblos de América y del Mundo, que aún siguen batallando por alcanzar su soberanía y justicia social.

Fidel se multiplica en Cuba y en otras regiones del planeta.

¡Yo soy Fidel!, es el clamor generalizado de oriente a occidente, en nuestra Isla estremecida.

¡Fidel, no ha sido derrotado ni por la muerte!

¡Fidel es la vida, desde la eternidad y en todo su esplendor!


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