Los Compadres no eran compadres


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Los santiagueros gustan de hablar de su mejor playa, la de Siboney, y precisamente allí residía a principios del siglo XX unas familias de gloriosos antepasados. Una de estas era la formada por Francisco Repilado y Margarita Muñoz. Como en Cuba a los Francisco les llaman Pancho y como este había sido sargento en el Ejército Libertador, pues todos le conocían como el sargento Panchín. Su esposa Margarita era llamada como Manuna.

Otra familia era la formada por Nicolás Hierrezuelo y Julia La O. Nicolás había sido teniente en la Guerra de 1895. Ambas familias eran muy apreciadas en el pequeño caserío que era entonces Siboney. Y como eran pocas las familias y muy abundante la prole, pues se daba el caso de que al momento de los bautizos pues se intercambiaban los padres de los niños entre las familias, de manera tal que al cabo de un tiempo allí todos eran compadres y comadres. A los compadres les llaman compay y a las comadres comay.

Hierrezuelo era considerado como uno de los mejores tocadores de tres de la comarca, mientras que su esposa Julia, además de atender a su larga prole de 11 hijos, tenía tiempo para acudir a la casa de una parturienta y ejercer gratuitamente como “recibidora”, especie de comadrona sin título oficial pero autorizada.

A la casa de ambas familias acudían los vecinos para celebrar cumpleaños y otras fiestas de ocasión donde reinaba la alegría y los bailes al compás de sones improvisados donde el tres era instrumento indispensable. Así fueron creciendo los hijos de ambas familias. Uno de estos llamado Francisco Repilado Muñoz, al que llamaban entonces Panchito, entre otros oficios era barbero. Un día mientras le cortaba el cabello a su amigo de la infancia Lorenzo Hierrezuelo, se les ocurrió la idea de cantar algunos de aquellos sones que en su niñez habían aprendido. Tomaron un tres y una guitarra y comenzaron a cantar. Ya en La Habana cuando tenían montados algunos sones se fueron a una emisora que estaba en Belascoain y San José. Allí el dueño de la planta de radio, un tal “Rumbao” les dijo que podían hacer un programa de media hora y si se recibían muchas cartas solicitando sus actuaciones les dejaba cantar por algún tiempo hasta que apareciera un anunciante. Y así fue, a los pocos días la correspondencia era numerosa y aunque el dúo aún no tenía nombre, a un joven locutor encargado de la presentación del dueto, escuchando los relatos de ambos cantadores se le ocurrió la idea de llamarles Los Compadres, rememorando la costumbre de años atrás de la región donde ambos residieron en su infancia. Pero ni Lorenzo Hierrezuelo ni Francisco Repilado eran compadres porque ambos se trasladaron a Santiago de Cuba siendo casi niños y luego emigraron a la capital cubana.

El dúo Los Compadres al poco tiempo se hizo famoso y la casa discográfica Panart les grabó varios discos y hasta aparecieron en el filme cubano Cuba canta y baila.

De aquella primera parte del dúo quedaron discos que aún pueden escucharse en alguna emisora donde exista un programa dedicado a “la música de ayer”.

Del primer dúo Los Compadres, además de las grabaciones, quedaron algunos sones compuestos entre los dos, y también el sobrenombre de Francisco Repilado que hasta ese momento no era conocido como Compay Segundo. Ese seudónimo surgió también en aquel memorable programa de radio cuando el mismo locutor, Eddy Martín, les preguntó sobre la tesitura de sus voces y Lorenzo les dijo: “Yo soy la voz prima”. Así que era Compay Primo y entonces Repilado como segunda voz comenzó a ser Compay Segundo y así continuó llamándose en el mundo entero cuando se separó del dúo y formó su propia agrupación musical.

Por su parte, un hermano de Lorenzo, Reinaldo Hierrezuelo, conocido como Rey Caney vino a sustituir a Francisco Repilado, pero el dúo continuó llamándose Los Compadres, aunque no eran tales, sino hermanos. De manera tal que nunca Los Compadres lo fueron, primero amigos de la infancia y después hermanos.

Llamó poderosamente la atención el instrumento de cuerdas que tocaba Compay Segundo, que no era ni tres ni guitarra y al que el propio Compay lo bautizó como armónico. Luego Reinaldo concibió un instrumento parecido que consta de diez cuerdas, cuatro parejas y dos sencillas y también le llamó armónico.

Tanto el primer dúo Los Compadres como el que le sucedió, llevaron el Son oriental y la trova santiaguera por el mundo entero recibiendo el cálido aliento de quienes gustan de la buena música cubana.

 

 

FUENTES:

Muguercia, Alberto: Conferencia efectuada el lunes 4 de diciembre de 1972 en la Biblioteca Nacional José Martí.

Betancourt Molina, Lino: Siempre Compay. Editorial José Martí, 2009.


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