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Los Luthiers en Cuba: situación actual


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El año pasado la última de las emisiones del programa radial Vivir en la Memoria que el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural lleva a cabo, desde hace algo más de cinco años, en coordinación con la emisora Habana Radio de la Oficina del Historiador de la Ciudad, trató como tema central la labor de los luthiers en Cuba en la actualidad.

El  tema nos llevó a la ejecución de un programa que resultó una verdadera tormenta de ideas: muchas coincidentes y otras encontradas acerca de la situación actual de los luthiers en Cuba.

En Cuba contamos con tres fábricas de instrumentos musicales: la Fernando Ortiz, en el municipio Cerro en la capital del país; la de violines, en Minas, Camagüey y la Sindo Garay, en Santiago de Cuba.

El nombre luthier se relaciona con los primeros que existieron, y proviene de la palabra francesa luth, la que, a su vez, procede del árabe al-?d (laúd).

El luthier es la persona que construye, ajusta o repara instrumentos de cuerda ya sea frotada o pulsada. La primera se circunscribe a violines, violas, violonchelos, contrabajos y la segunda, a todo tipo de guitarras (acústica, eléctrica, electroacústica, clásica), tres, laúdes, mandolinas entre otros.

La palabra luthier surge, en Europa, en los siglos XVI y XVII en que aparecieron los primeros instrumentos, especialmente, el violín. Y el más famoso entre todos los luthiers lo es, sin duda alguna Antonio Stradivarius de quien se dice, logró realizar, más de mil instrumentos: violines, guitarras, violas, cellos. Muchos de ellos se conservan hasta nuestros días en un aproximado de 600 instrumentos, unos mejores que otros.

A decir verdad, en la actualidad, este concepto ha ampliado un poco su significado. Porque, cómo denominaríamos entonces al que construye, por ejemplo, una tumbadora. Ciertamente, en un momento determinado, se le reconoció como constructor de tumbadoras. Y en la actualidad lo reconocemos también como luthier porque  su concepción se ha universalizado y no solamente en nuestro país. En el  mundo el término ha sido  extendido para todo aquel que construye, repara o rescata un instrumento.

Ahora bien cabe preguntarse si es un oficio o es una profesión. Y los luthiers con quienes participamos en el programa concluyeron en que, realmente, es un oficio devenido muchas veces en una profesión. Es un oficio y como oficio en sí tiene sus mañas, sus técnicas, sus secretos… y de esto estaremos hablando.

El hombre desde la etapa más antigua de la civilización ha construido instrumentos musicales. La historia del hombre está indisolublemente ligada a la música y a esos instrumentos que construyó para reproducir no solo los sonidos de la naturaleza sino también aquellos sonidos que creaba.

Y es cierto, Europa es heredera de una tradición que proviene de las culturas más antiguas. Hay instrumentos musicales que han devenido y se piensa que son europeos, cuando no es así. Por ejemplo, vemos un violín y pensamos, de inmediato, en Italia, en Francia, en Alemania. Y si vemos una guitarra, indudablemente, pensamos en España. Pero todos estos instrumentos, coincidieron nuestros luthiers, tuvieron su origen en el mundo árabe.

Sin embargo, el nacimiento del oficio de luthier ocurre, en Europa, en el siglo XVI, y es la primera vez que se le reconoce como tal.

Y no es, hasta el siglo XVIII, en que comienzan a florecer pequeños talleres en Cuba. Para esa fecha ya había en La Habana, en Santiago de Cuba y en la ciudad de Camagüey, talleres donde se construían estos instrumentos que habían sido heredados de España: como la guitarra o  la vihuela, instrumento este último que tuvo un momento de esplendor en Cuba.

No es hasta 1886  que aparecen luthiers que se encargaban de reparar los instrumentos del Conservatorio. Y Osmani Ibarra, Jefe del Departamento de Museología del Museo Nacional de  la Música habló de  nombres como Martínez, Oquendo, Francisco Ferrer. Nombres que la historia recoge como constructores y reparadores de instrumentos musicales.

El Conservatorio Nacional Hubert de Blanck llegó a tener siete  luthiers que se encargaban de mantener los instrumentos de esa institución. Pero también, algunos de ellos, construían instrumentos y los vendían en las Casas de Música que había en la ciudad. La ciudad de La Habana tenía, por ejemplo, la casa de Música de Anselmo López y en ella se comercializaban instrumentos cubanos y los traídos del exterior pero de constructores cubanos.

Lo que no sucede en Cuba es que el instrumento esté asociado a un músico. En nuestro país, como en el resto del mundo, es una práctica que se va heredando por tradiciones familiares o comunales. Alguien que se dedica al oficio y se va transmitiendo de generación en generación.

En Cuba, en sus inicios, eran talleres aislados, fundamentalmente aquí en La Habana. Eran Talleres muy aislados y al principio de la Revolución, cuando se empezó a crear  la industria se decide unificarlos para conformar lo que llamamos hoy la Industria Musical Fernando Ortiz.

Muchas de las herramientas, con las que inició el trabajo esta industria, fueron donadas  por esos constructores que, de manera independiente, utilizaban en esos negocios particulares y se sumaron a la Revolución.

En Cuba existe una visión un poco más amplia cuando nos referimos al término luthier porque va dirigida a todo aquel que construye o restaura instrumentos musicales. Ahora bien, esta es la visión de Cuba pero… ¿es la internacional?

No lo podría asegurar pero, en Cuba,  sí se ha extendido el término, no solo a los que se dedican a hacer instrumentos de cuerda frotada o pulsada sino también a la percusión, a los instrumentos de viento y se les dice luthier de viento u organero, si nos referimos a los órganos.

Lamentablemente, la luthiería en Cuba sufre un impacto negativo porque se perdieron esas personas que tenían la experiencia. Es necesario pensar en esa historia que se perdió y en la historia que se está haciendo. En la variedad de la información perdida.

Es necesario rescatar los nombres que se han perdido, los que tenían talleres. Aquellos que eran más que luthiers. Resultaban, más bien, empresarios que ponían todo el amor personal en un esfuerzo determinado. Reconocer la capacidad que tenían, sus conocimientos.  

Se precisa rescatar esa parte de la historia de los luthiers en Cuba. Tal vez, la falta de reconocimiento  se deba, en gran medida, a la ausencia de esta. 

Todos los luthiers que participaron en el programa estuvieron de acuerdo  en que el que hace un instrumento por primera vez en la vida, no lo deja de hacer nunca porque es un oficio que entraña una pasión.

Pero también coincidieron en que no hay ningún proyecto que le dé continuidad a este patrimonio porque, evidentemente, en Cuba no hay escuelas que formen constructores de instrumentos musicales.

No hay centro educacional en Cuba que forme luthiers ni constructores de instrumentos musicales. Y esto es algo que preocupa,  extraordinariamente, a estos jóvenes luthiers  y conservadores del patrimonio musical del país. Por lo que ya hay que ir pensando, muy seriamente, en cómo se va a mantener viva esta tradición.

Nuestros luthiers esperan continuar alcanzando credibilidad. Porque aspiran que, algún día, lleguen los músicos profesionales y sean capaces de decirles: “Puedo colocar en tus  manos mi instrumento para que tú puedas hacerle algún arreglo”.

Así no tendrán que estar esperando a que aparezca un luthier extranjero, como ha ocurrido y ocurre.

El luthier no debe quedarse en ser, solamente, el reparador de instrumentos. La relación luthier-músico resulta imprescindible. Si no hay este tipo de relación, si no puede conversar con el músico, no hay retroalimentación. Porque el músico también sabe qué necesita su instrumento aunque no sea el luthier.

Esa retroalimentación solo se logrará cuando exista la suficiente confianza profesional  en el luthier por parte del músico.  

Pero debemos pensar en la existencia de las fábricas en las que, la producción manual y la industrial se combinan hasta llegar a un mismo resultado: la construcción de un instrumento musical de cuerda. 

Si nos referimos a la Industria Musical Fernando Ortiz, o sea, a la producción seriada de instrumentos musicales, comprobamos que esta, en la década de los 80 fue una verdadera escuela. 

En ese período la industria tuvo una etapa de esplendor. Téngase en cuenta que la producción industrial contaba con diez luthiers que, de manera independiente, realizaban instrumentos musicales, fundamentalmente, de cuerdas. Etapa en la que surgió la idea de dar continuidad al oficio de luthier y se impartieron varios cursos, sobre todo en 1984, para trasmitir toda esta  tradición.

La realidad actual es otra. De las personas que tenían cierta edad unos, infelizmente, fallecieron, otros se han jubilado y la fábrica se ha quedado sin ese potencial.

Del famoso período especial no escapó la fábrica. Y afrontó muchas  dificultades con los materiales y las materias primas.

Hoy la Industria se mantiene trabajando, pero no a toda su capacidad, porque continúan las dificultades vinculadas al tema de los abastecimientos.

Y claro que utilizan las maderas preciosas cubanas las cuales poseen gran sonoridad, pero el clima de  Cuba es  muy húmedo, y afecta extraordinariamente,  los instrumentos musicales. Y aunque tienen un local al que denominan Secadero, que es el sitio donde le extraen la humedad con deshumidificadores, el hecho de la aclimatación resulta perjudicial a la hora de construir instrumentos musicales.

El Ministerio de Cultura está tratando de reanimar la industria musical. Recordemos que existen otras dos: una en Santiago de  Cuba y otra en Camagüey.

Tenemos que tener en cuenta, sobre todo la enseñanza artística. Hay una buena cantidad  de músicos graduados, pero cada año se gradúan nuevos grupos.  Y, sin lugar a dudas, la industria se ha quedado rezagada al respecto. Porque si alguna entidad debe dar respuesta a esta problemática es la industria musical.

Unida a esa respuesta deberá darse también, un gran impulso al movimiento de luthiería. Cuando el músico pasa de estudiante a músico profesional necesita un instrumento de mayor calidad y es para eso para lo que nuestra industria musical no está  preparada en la actualidad. Y este es  el problema fundamental que afronta esta especialidad tan necesaria en el desarrollo de la cultura musical de Cuba. Es una necesidad pendiente aún de solución.

¿Se transmiten los conocimientos?

Conocemos que en la Industria musical se imparten cursos todos los años para promover la profesión. Pero surgen obstáculos vinculados a la economía. Se forman jóvenes como luthiers pero, una vez concluido el curso abandonan la industria y pasan a trabajar de modo independiente haciendo uso legal del trabajo por cuenta propia al cual tienen derecho.

Y, tal vez, una de las causas sea el inexistente reconocimiento social de qué, manera legal, pueda establecer ese oficio. Porque, lamentablemente, no graduamos luthiers, sino Reparadores de instrumentos musicales, restándole la historia, el prestigio, el linaje y la importancia que le corresponde a este oficio.

Es preciso dignificarlo. Es una deuda que tiene la cultura cubana para con ellos. Conocemos de la existencia de buenos luthiers antes del triunfo de la Revolución. Pero es una historia no escrita.

El luthier, ya reconocido socialmente, brindará con orgullo un toque individual a su instrumento, lo proveerá de la belleza adecuada y, a la vez, propiciará su identificación, como autor del mismo, para futuras generaciones. Porque sus manos de artista se ocuparán de dar a la piezas la vida que esta necesita.

Y comenzando por los propios luthiers, esos dignos representantes de tan bello oficio, hasta el Instituto de la Música, el Museo Nacional de la Música, el Ministerio de Cultura tienen que trabajar para variar las cosas, porque resulta imprescindible para la historia de la cultura en Cuba, donde la música juega un rol tan importante, dar a conocer los que estuvieron y fueron capaces, en su momento, de construir y legar buenos instrumentos musicales en Cuba.

 

 

Fuentes utilizadas:

Hernández Moreno, Katia Susana: La artesanía en un artesano luthier. Contribuciones a las Ciencias Sociales, julio 2010.

Los grandes constructores de violines. Leiter grandes constructores de violines, Guarneri, Instrumentos, Stradivarius, Violín julio 9, 2010

“Los Lutieres en Cuba: Historia, Fábricas de instrumentos existentes  en el país. Taller de  luthiería de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana”. Programa radial Vivir en la Memoria de la Emisora Habana Radio en coordinación con el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, 24 de diciembre de 2015. En el cual participaron: Arq. Nilson Acosta Reyes, Vicepresidente de Monumentos CNPC y conductor del programa; Lic. Osmani Ibarra Ortiz, J´Dpto. Museología Museo Nacional de la Música; Andrés Martínez Bilva, J´Taller de luthiería de la OHCH; Amed Camilo López, lutier; Lic. Natividad Valdivia Sánchez, directora Fábrica Instrumentos Fernando Ortiz; Milagros Pacheco Ramos, constructora Instrumentos de Cuerda, Fábrica de instrumentos Sindo Garay, Santiago de Cuba, Eduardo Muñiz, luthier instrumentos rituales de percusión afrocubanos, Ángel Marqués, director; Raúl Pérez, Operador de sonido y la autora de este trabajo como Coordinadora.


2 comentarios

yurangel
9 de Enero de 2019 a las 14:39

Estimado Autor: En San Cristobal existe una amiga cuyo nombre es Dinorah Fernández Falcón que trabaja en un proyecto con personas de edad avanzada en esta temática y está muy intersesada en establecer contacto con usted para intercambiar ideas al respecto. El correo de Dinorah es Dinoraff@gmail.com Atentamente Yurangel


Alfredo Barciela Peña
19 de Agosto de 2020 a las 16:18

Me resulta muy interesante su trabajo; soy Luthier (costruyo y reparo instrumentos de cuerdas) pertenezco a la ACAA. en Santa Clara y me gustaría que existiera un mayor vínculo entre los Luthieres cubanos

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