Llegar a La Habana fue un nuevo comienzo para ella, entre sueños y retos en la actuación y el mundo audiovisual. Siempre parece intranquila. Hay en sus gestos, en la voz, en sus espejuelos desmesurados y en esa manera de querer hacer mucho una especie de encanto particular.
Durante varios meses entró a nuestras casas, convertida en una adolescente llamada Aidana en la telenovela Vuelve a mirar, un personaje al cual le agradece infinitamente.
La joven actriz y realizadora Sailín Caridad Carbonell Guerra, oriunda de la bella ciudad de Camagüey, es pasión y voluntad de crecer. Graduada de Actuación en la Academia de las Artes Vicentina de la Torre, en su tierra natal, y de Dirección en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual, en La Habana, ha interpretado personajes para niños y adultos. Entre sus reconocimientos se incluye la beca El reino de este mundo, de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), por su cortometraje Julia. Otros de sus audiovisuales como directora han sido Añoranza (2016), Tolerancia (2017), Pulsación Inerte (2018), Hilda (2019) y La prueba (2021), este último como parte de un largometraje coral de cuatro historias.
Asegura que algunos olores la trasladan a la infancia. Sus palabras conforman una especie de pantalla, en la que vemos a la niña hiperactiva. En la escuela quería pertenecer y participar en todo, “recuerdo que un día comencé a jugar ajedrez por hobby y llegué a ganar la competencia provincial entre los diferentes centros escolares. Me incluía en talleres de actuación, y en los matutinos siempre hacía algo.
“En mi barrio tenía varios amigos y vivíamos inventando coreografías para presentarlas en las actividades de la cuadra. También adoraba las noches de jugar al “topado”, “un dos tres cruz roja es”, “al escondido”, “dominó”. La mayoría de mis amiguitos eran varones. Ellos me enseñaron a montar bicicleta, a jugar bola y dominó, aprendí que picando la pera china se logran estrellitas, hice por primera vez la vuelta de carnera (rol de frente), parada de mano. Recuerdo que cuando llegaba de la escuela mi mamá me preparaba la merienda y me cambiaba de ropa para salir a jugar con ellos”.
Esta carismática muchacha, de pelo negro y piel blanquísima, asegura que es tímida desde pequeña, y resulta imposible dejar de sonreír. “Sí, sé que suena raro, pero tal vez esa es la vía para no ser yo, y hacer lo que normalmente Sailin no haría, una forma de llamar la atención.
“En aquella etapa mi mamá me inscribió en una Casa de Cultura, y comencé a montar una obra de teatro, no recuerdo el nombre, solo que mi personaje era un gato. El día del estreno sentí ese ataque de pánico por primera vez, y cuando salí al escenario me recorrió una sensación tan rica, que permanecí parada en el medio por más de 10 segundos mirando las luces y al público, hasta que salí corriendo hacia una de sus patas”.
Vemos las imágenes de cuando en noveno grado se presentó a las pruebas de captaciones de la Academia de las Artes Vicentina de la Torre. “Fueron difíciles, pero logré vencerlas”.
“Luego, empecé una nueva vida, una de las etapas más importantes para mí. Encontré a los mejores amigos, conocí excelentes personas y me siento privilegiada por haber tenido maestros excepcionales. Interpreté diversos personajes de teatro cubano, pero recuerdo con mucho cariño a Santa Camila de la Habana Vieja, del dramaturgo José Ramón Brene”.
En ocasiones ella aparece comiendo arroz y papas fritas –su plato favorito- o escuchando la canción Shallow, de Lady Gaga y Bradley Cooper. Asegura que le encanta el campo, el color verde, el rocío, escribir y crear nuevas historias.
Los personajes y el teatro
“Me encantan los personajes de difíciles caracterizaciones y mejor mientras más alejados de mi manera de ser. Me gusta ponerles mi sazón y dejarlo todo en ellos. No son pequeños ni grandes, todo depende de lo que una como actriz pueda entregarles.
“Prefiero el trabajo para adultos. Es reciente para mí hacerlo para niños. Son dos públicos totalmente diferentes. La actuación para infantes requiere de gran responsabilidad. Son muy sinceros y exigentes, y a la vez los más agradecidos. Ahora incursiono en el teatro de títeres, otro mundo encantador que no había descubierto. Ya no es una como actriz interpretando un personaje con emociones y sentimientos, no, ahora se deja de ser el protagónico para darle vida a un muñeco, que debe sentir y expresar”.
Aparece ella leyendo. Quizás memorizando algunos parlamentos. Habla, hace gestos. Cambia su vestuario. Aparece bajo la luz.
“Cuando estoy en un escenario me siento invencible. El corazón se me quiere salir, pero a la vez tengo la sensación de ser tan libre de hacer y decir que jamás había sentido algo parecido. Tengo la certeza de poder volar. En el teatro y ante las cámaras, antes de la acción o la tercera campanada, hay una adrenalina inexplicable, con la voluntad de darle todo al personaje, y siempre me ocurre que cuando termino estoy lista para repetirlo”.
“La actuación es una carrera sacrificada, en la cual la constancia resulta fundamental, la entrega, el no rendirse y siempre aprender. Cualquier conocimiento puede servir, porque mi trabajo es vivir cientos de vidas en circunstancias diferentes. El tiempo es primordial, y acomodarse constituye el camino más fácil hacia el fracaso. Hay que trabajar, trabajar mucho, leer, ver cine, estudiar, disfrutar el teatro, indagar todo el tiempo. El actor se convierte en una esponja, aprende de lo bueno y lo malo.
“He tenido la posibilidad de desempeñarme en otros roles, como bailarina, asistente de dirección, producción. Ahora me dedico bastante a la dirección audiovisual. Algunos me preguntan qué prefieres, ¿actuar o dirigir? Son carreras estrechamente vinculadas. Las dos me complementan”.
Aidana y Vuelve a mirar
“Este personaje me dejó muchas alegrías y satisfacciones desde el proceso de casting. Era la primera vez que participaba en uno desde mi llegada a La Habana. Tuve temor al toparme allí a grandes actores que admiro. En el fondo soy una persona nerviosa, y ahí sufrí un ataque de nervios. Al saber que formaría parte del elenco de la telenovela no lo podía creer. Primero pensé que era una broma de algún amigo mío (tengo muchos amigos jaraneros).
“Vuelve a mirar fue una experiencia hermosa, mi primera vez ante las cámaras, mi primera vez en una producción de tal magnitud, mi primera vez descubriendo el mundo de la tv.
“Nunca pensé que Aidana tuviera tanta repercusión, porque a nivel de historia es un personaje con poca participación. He recibido cientos de muestras de cariño, de fans. Me escriben todos los días ´soy tu fan número uno´, y esto para mi es encantador. Me gusta responderles a todos, y he recibido mensajes como: ´Wow, no pensé que me fueras a responder´. Agradezco una y mil veces por tantas muestras de cariño. Es lindo, realmente lindo, y se me estruja el pecho con tanto amor. “Recientemente me escribió una persona que, según dice, adoró el amor de Aidana y Carlos Javier, y siempre soñó tener algo así, pero expresa que nunca podrá disfrutarlo, pues tiene 22 años y desde que nació se encuentra en silla de ruedas. Y lloré, lloré como una niña. Actualmente mantengo comunicación con él y espero conocerlo, pues me confesó que es uno de sus mayores sueños. Realmente nunca imaginé ni la mitad de las cosas lindas que estoy viviendo por Aidana”.
“Hay varias anécdotas, pero les contaré una en particular. Jamás había hecho televisión, y desde la lectura del guion sabía que tenía una escena en la cama con Carlos Javier y que nos besábamos casi todo el tiempo. Eso me tenía nerviosa. Desde que comenzó la novela había comprado varias cajetillas de chicle y antes de la famosa escena en el cuarto, donde Rita nos sorprende, no sabía cómo decirle a Carlos Javier que tenía chicles, y empecé a divagar, hablar mucho. De momento, él me dijo ´Sailin, tú traes algún chicle o caramelos, y yo vi los cielos abiertos. Los dos estábamos nerviosos, pero todo fluyó bien.
“Les narraré otra. Para nadie es un secreto que tengo problemas en la vista. Soy miope, y Aidana no usaba espejuelos. Todas las escenas las hacía sin dificultad, pero hubo una en la que llegaba e interrumpía a Karla y Carlos Javier. Debía salir después de la señal del director, pero como estábamos tan lejos nunca la vi. Hubo que repetir todas varias veces. Tuvieron que hacerme las señas grandísimas, con movimientos exagerados de brazos. Eso fue gracioso.
“Tuve escenas difíciles, una consecutiva de la otra. La primera vez fue a inicios de la novela, cuando Aidana no tenía ningún problema. Era feliz, muy extrovertida y le daba consejos a su amiga Karla. Terminó la escena y, luego, en el mismo lugar, sin tiempo entre una y la próxima le comentaba a Karla mi miedo de perder a Carlos Javier y a contraer el SIDA, una de las más fuertes que tuve en la novela. Esa fue compleja para mí, porque en fracciones de segundos cambié todo el ánimo y energía que llevaba la anterior.
“Carlos Javier y yo no nos conocíamos de nada. Solo coincidimos en los ensayos, al igual que con Karla y Norbertico, planificamos varias veces encontrarnos, conversar para que todo fluyera mejor, pero nunca sucedió. En el set, ya listos para rodar, logramos una química increíble, sobre todo con Carlos Javier y Karla, porque Norbertico y Aidana no se llevaban bien. Muchos afirman que quieren tener una relación como la de Aidana y Carlos Javier, esto lo fuimos logrando en los rodajes. En verdad sentimos una química sensacional.
“En esta novela tuve la oportunidad de trabajar con excelentísimos actores. Con algunos no coincidí en el set, pero ahora somos amigos en el ámbito personal. Vuelve a mirar me dio la posibilidad de conocer a grandes seres humanos, con quienes quisiera trabajar y compartir siempre”.
Sailín fuera de los escenarios y otros retos
“Te repito, es verdad lo de la timidez, aunque no lo parezca, y lucho contra eso. Entre amigos y rodeada de seres queridos, soy la persona más divertida del mundo, según ellos; sin embargo, mis directores de teatro afirman que tengo en mi repertorio los peores chistes del planeta, pero como soy graciosa la gente se ríe. Me encanta que los demás se sientan bien cuando están conmigo, y, aunque no me esfuerzo, siempre lo consigo. También soy despistada, tal vez demasiado.
“En Cuba, de manera general, hay jóvenes actores con mucho talento, ansias y ganas de hacer. Para mí eso es fundamental. Las escuelas de artes han sido un punto clave. Debemos trabajar mucho, pues las generaciones que nos anteceden han dejado la parada alta. Vuelve a mirar es un ejemplo de cómo confluyen profesionales de edades muy diversas, con un gran equilibrio actoral.
“A veces, las propuestas televisivas y cinematográficas no son suficientes, y tampoco tenemos acceso a los castings, por el simple hecho de no enterarnos.
Para mi otro gran desafío es perfeccionar el funcionamiento de la Agencia Actuar, que representa a los artistas y adquiere una parte de nuestros ingresos, pero no busca ni gestiona trabajos para sus creadores”.
“El arte puede mejorar el mundo, incluidos los pensamientos humanos. Me gustaría llegar a influir en la sociedad, aportar mi granito de arena. Intento hacerlo desde la creación audiovisual y los personajes. Muchas veces nuestras propuestas no cambian, pero sí abordan problemas existentes, y para mí eso también es ganar”.
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