LOS ORÍGENES DEL NOMBRE
Algunas personas aducen que el origen de la palabra tranvía está en la derivación del nombre del ingeniero civil y empresario inglés que popularizó el uso de carriles de madera, llamado Benjamín Outram (1764-1805). Según ellos, se dice como prueba de este aserto que tales caminos de madera primeramente fueron denominados outram-ways, o sea, outram-vías, y que el vocablo fue degenerando hasta convertirse en tram-ways; esto sería en español: tranvía.
Pero hay quien de manera rotunda sale al paso de la anterior aseveración, y explica muy acertadamente que tramway es la forma original en inglés, término que significa ‘camino de carriles planos’. Y es así. Los caminos de carriles o rieles planos fueron de madera, y se usaban en las minas de carbón, y también en las canteras, para el traslado de las vagonetas que servían para extraer del lugar los minerales, y tuvieron tal uso mucho antes que el señor Benjamín Outram apareciera.
Los primeros carriles de hierro se instalaron para uso fabril en Whitehaven, Inglaterra. En 1767, el arquitecto inglés John Carr (1723-1807) —sabrá Dios si fue uno de mis ascendientes ingleses— planeó la instalación de carriles de hierro sobre traviesas de maderas en una mina de carbón propiedad del Duque de Norfolk, en Sheffield, también en Inglaterra. Pero ante el éxito de la innovación, por la rapidez y seguridad de la transportación del mineral, los obreros mineros cayeron con furia sobre las líneas férreas y las destruyeron, temerosos de despidos o, cuando menos, de rebajas de jornales.
Por cierto, los carriles de madera de Outram no eran en su forma como los rieles de hierro de hoy, sino que tenían una pestaña para que las ruedas de las vagonetas —que entonces no tenían la pestaña que hoy tienen— no descarrilaran. Un cambio muy positivo se dio en 1789, cuando las pestañas de los carriles fueron trasladadas a las ruedas de los vehículos, tal como se usa en la actualidad.
La primera línea de tranvías por tracción animal fue establecida en Nueva York, en 1852; casi inmediatamente después, en 1854, funcionarían en París. Pero no fue hasta 1865 que se puso en práctica este medio de locomoción en Berlín; en 1869, en Londres; en 1871, en Madrid; y en Barcelona y Bilbao, en 1872. Fue en la exposición de París, de 1881, que se hizo una demostración del tranvía eléctrico, en una línea de 500 metros, la cual fue allí instalada al efecto, y en 1890 comenzaron a funcionar de este tipo en los Estados Unidos.
EL TRANVÍA ELÉCTRICO EN CUBA
Los tranvías en La Habana
La Habana inauguró en 1860 el uso de tranvías tirados por caballos, regenteados por la Empresa de Ferrocarril Urbano y de Ómnibus de La Habana. Pocos años antes de terminarse la dominación española en la Isla, la junta de accionistas de esta empresa acordó venderla al señor Tiburcio Pérez Castañeda, pero este tuvo poco tiempo el negocio, pues lo vendió a su vez a unos intereses canadienses, de Montreal, los que constituyeron la Havana Electric Railway Company. Esta empresa, ya en tiempos de la primera intervención estadounidense en Cuba inauguró la primera línea eléctrica, en 1900, que cubrió un tramo de 4 kilómetros desde Regla hasta Guanabacoa. Quizás de forma experimental, prefirió que la línea inicial fuera en territorios no exactamente de la capital.
Un año después fue que el tranvía eléctrico se inauguró en La Habana, en 1901, esto es, en el propio territorio capitalino, que cubría, desde el paradero de El Vedado, en las calles de Línea y 20, hasta el de San Juan de Dios, en plena Habana Vieja, en las calles de Empedrado y Aguiar.
Frank Maximilian Steinhart (1864-1938) había nacido en Munich, Alemania, pero emigró joven a los Estados Unidos y allí realizó trabajos precarios hasta que ingresó en las fuerzas armadas de ese país y, por golpes de la fortuna, llegó a tener una fuerte relación con la Secretaría de la Guerra. A raíz de la primera intervención norteamericana en Cuba, sirvió como secretario privado del general John R. Brooke (1838-1926) y después del general Leonard Wood. Más tarde tuvo otros cargos oficiales en Cuba hasta que, en 1903, fue nombrado cónsul de la nación del Norte aquí.
Tres años más tarde, en 1906, se interesó en controlar el servicio eléctrico y tranviario de la capital cubana y logró que capitales privados —el arzobispo de Nueva York John Farley y la banca Speyer— lo apoyaran en la financiación para esta operación. Así, en 1907 renunció al cargo diplomático y pasó a ser gerente de la nueva empresa Havana Electric Company, y en 1912 pudo comprar esta empresa a los grupos norteamericanos que la dirigían y constituyó otra: la Havana Electric Railway Light and Power Company. También, más tarde, fue director de la Compañía Eléctrica de Alumbrado y Tracción de Santiago, que brindaba el servicio eléctrico y tranviario en la ciudad de Santiago de Cuba.
Además, Frank Steinhart controló la dirección de la empresa tranviaria de la ciudad de Camagüey. Con eso, llegó a dirigir los tranvías de las tres ciudades más populosas de Cuba.
Los tranvías en Santiago de Cuba
En 1906 se constituyó la Compañía Eléctrica de Alumbrado y Tracción, propietaria, entre otras cosas, del tranvía eléctrico de Santiago de Cuba, el cual se inauguró el 8 de febrero de 1908. Fue la segunda ciudad cubana con tranvía eléctrico. Sus principales propietarios fueron el ingeniero Eduardo Justo Chibás Guerra (padre de los líderes del Partido del Pueblo Cubano [Partido Ortodoxo] Eduardo y Raúl Chibás Ribas), en asociación con Ricardo Porro Esteva, quienes eran, en ese orden, los mayores accionistas, a los que se fueron uniendo posteriormente otros hombres de negocios, como: José Marimón y José Bosch, además de Manuel Suárez Cordovés, pero más tarde entró Frank M. Steinhart, el propietario de la Havana Electric Railway, quien fue, en definitiva, el que llegó a controlar los tranvías santiagueros.
Los tranvías en Camagüey
La historia del tranvía en la ciudad de Puerto Príncipe —o después Camagüey, como oficialmente se le denominó tan pronto se inauguró la República—, tiene antecedentes que en ninguna otra ciudad cubana tuvo.
En 1893, Enrique Loynaz del Castillo fundó la Compañía del Ferrocarril Urbano de Puerto Príncipe para introducir el tranvía tirado por bestias en la ciudad y compró seis coches usados y varios kilómetros de rieles que llegaron en un barco noruego al puerto de Nuevitas, en la costa norte camagüeyana, y desde allí fueron llevados hasta el centro de la Ciudad de los Tinajones.
Pero, además, venían ocultos en los coches unos doscientos fusiles marca Remington y cuarenta y ocho mil cartuchos, para ser utilizados en la guerra que preparaba José Martí. El cargamento fue descubierto por las autoridades aduanales coloniales, y Loynaz del Castillo huyó. No obstante, el tranvía se inauguró en marzo de 1894.
Posteriormente, después de inaugurada la República, en 1906, quedó establecida una sociedad canadiense en Halifax, Nueva Escocia: la Camagüey Electric Company, que entre sus fines estaba inaugurar el tranvía eléctrico, el cual comenzó a funcionar el 1ro. de mayo de 1908, y fue Camagüey la tercera ciudad cubana en brindar este servicio.
En 1923 la empresa eléctrica camagüeyana fue absorbida por la empresa estadounidense Electric Bond and Share. En 1926, el sistema de tranvías fue adquirido por la Havana Electric Railway, de Steinhart; empresa esta última que se disolvió en 1950 y se creó entonces la Cooperativa de Transporte de Camagüey que duró hasta dos años después. El último tranvía de la ciudad salió de recorrido el 23 de febrero de 1952.
Los tranvías en Cienfuegos
El 2 de septiembre de 1903 se creó en el estado de Maine, en los Estados Unidos, The Cienfuegos, Palmira, Cruces, Electric Railway and Power Company, para brindar el servicio de electricidad y de tranvías eléctricos urbanos en la ciudad, así como de ferrocarril a lugares cercanos. Sus principales accionistas lo fueron Domingo Nazábal y del Castaño y José Ferrer Rabasa. A esta empresa se sumaron diferentes hombres de negocios entre los principales de la ciudad, como Modesto del Valle, Santiago Claret y Pedro Fuxá.
El tranvía eléctrico (con baterías) quedó inaugurado el 18 de febrero de 1913, y fue Cienfuegos la cuarta ciudad de Cuba que estableció este servicio.
En 1926 se inauguró el tendido de cables eléctricos para que los coches pudieran servirse de electricidad gracias a los troles dobles que se le instalaron. Sin embargo, esto fue interrumpido en 1930 por falta de recursos. Entonces se inauguró el servicio de esos mismos coches sobre rieles, pero movidos por gasolina, a los cuales se les denominó “cucarachas”. El tranvía cienfueguero dejó de funcionar en 1954.
Los tranvías en Cárdenas
La ciudad de Cárdenas fue la quinta ciudad cubana en establecer un servicio de tranvías eléctrico. Se constituyó una sociedad anónima en 1914, en la cual sus principales accionistas fueron Miguel Lluriá, Ernesto Castro y Leandro Ruiz. Ellos habían adquirido el 28 de julio de 1914 la concesión hecha a favor de Eduardo Elgarresta y Alberto Larriu. Entonces ya estaba inaugurado el servicio de tranvía, pues resultó el 20 de mayo de 1915, al parecer para conmemorar el establecimiento de la República de Cuba en 1902.
Debido a dificultades económicas que se venían desarrollando no solamente en el país, sino internacionalmente, el tranvía de la ciudad de Cárdenas dejó de funcionar en 1928.
Los tranvías en Matanzas
La novedad que tiene la ciudad de Matanzas en cuanto a los tranvías eléctricos es que, en noviembre de 1894, se le dio la concesión al señor José Zabala para inaugurar “una línea de tranvías movidos por electricidad”. Sin embargo, quién le iba a decir a Zabala que su proyecto se vería interrumpido solamente tres meses más tarde, cuando el 24 de febrero de 1895 diera comienzo la Guerra de Independencia que había fraguado José Martí. A no ser por esta coyuntura que no propició el mencionado proyecto, hubiera sido Matanzas la primera ciudad cubana con tranvías eléctricos.
Muchos años después, surgida ya la República, la Compañía de Tranvías de Matanzas venía trabajando en la inclusión de rieles en las calles matanceras desde 1912, pero solamente inauguró el servicio en la ciudad el 17 de diciembre de 1916, y así esta se convirtió en la sexta ciudad de Cuba en tener servicio eléctrico de tranvías, que al principio usaban baterías, y llegaron a tener directamente la electricidad mediante los troles, en 1919.
El servicio de tranvías en la Ciudad de los Puentes terminó el 29 de junio de 1954.
(Continuará)
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