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Luis Martín: La tonada que no muere


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Luis Martín, El Ruiseñor de la tonada.

Finalmente, luego de una agónica espera, murió Luís Martín, quien con más de cien tonadas y extraordinaria capacidad de respuesta, se definió hace más de veinte años como una de las contrafiguras más importantes de la música campesina en Cuba y uno de los muchos comprometidos con la vida política del país en Revolución.

Viene aún de los rumbos del Cabaiguán de fertilidad y tabaco, de herencia cultural canaria y otras supervivencias expresivas de la vida espiritual de lejanas tierras, de donde llegó la décima para cantar amores y desgracias.

Sin la décima Luís Martín nunca hubiera llegado a la admiración del pueblo y este,  privado de una de las maneras más originales que el recurso de la controversia ha exhibido durante siglos y en la cual se distingue desde el humor, la esencia del carácter del cubano.

Que Luís Martín consiguiera admiración de pueblo, fue por la síntesis de su profunda identificación en el desempeño de disímiles oficios. Si consiguió la admiración de pueblo, también fue por su expresión de cubano simple, aislado de banalidad y falso orgullo; y si reconocido también por la exigencia de la crítica, nunca obnubilado por el elogio.

Acompañó a Virgilio Soto, de sus mejores amigos, a Chanito Isidrón magisterio y amigo; y hasta el final de su presencia física, a Raúl Herrera, con quienes elevó la provocación de la controversia, al rango de expresión estética y motivó de la inquietud de todos los sectores populares, al regocijo de la identificación, tanto en Cuba como en otros países agradecidos.

La sutil elegancia del lenguaje, su marca de respeto a la sensibilidad del receptor, constituyeron indicadores de una estilística personal y expresiva, de la memoria cultural del país.

Guateque en la agricultura en Radio Sancti Spíritus y el programa Palmas y Cañas durante cuarenta y cuatro años en la televisión nacional, constituyeron canales de intercambio con ese público infinito de la música campesina en Cuba.

Milimil, la Cumbancha y Caramba, constituyeron tonadas que identificaron desde su amplísimo repertorio, una especialísima forma de jubileo de público. Es que si bien la décima repentista emociona por la originalidad, está marcada mayoritariamente por lo efímero, mientras que la tonada se establece con firme insistencia en la memoria.

En la memoria Luis Martín, El Ruiseñor de la tonada, al decir de su sin par compañero Raúl Herrera; en la memoria porque el modelo de interpretación de este hombre, apariencia de adustez, esta sencilla suavidad de los afectos, persistirá con esa voluntad de pueblo enamorado.


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