Como la dueña de la Lumbre y de los mejores hitos de las tablas se ha catalogado a Luisa Martínez Casado, extraordinaria actriz cubana quien nació el 28 de agosto de 1860 en un seno familiar con el don del texto y el espectáculo, sin dudas, una notable influencia en su carrera como artista.
Sobre las tablas del Teatro Avellaneda, fundado por su padre, dio sus primeros pasos esta mujer de la escena nacional e internacional, con apenas seis años. Desde su tierra natal tuvo la oportunidad de mostrar su talento, con la puesta escena de una obra a la cual asistió la autora, la destacada poetisa, narradora y dramaturga Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Fue José Echegaray, quien diseñó un personaje para ella en la obra “O Locura o Santidad” en el teatro Albisu de Cienfuegos. Tal fue el talento y el éxito desplegado por Luisa que en junio de 1878 se trasladaba a España donde alcanzaría su gran éxito en el teatro Principal de Granada con la comedia en tres actos “Divorciémonos”. Los primeros años de vida radicó en la ciudad de Cienfuegos frente al teatro de la Avellaneda.
Cada una de sus interpretaciones eran más difíciles, esto hizo que se posicionara frente a posibilidades aún mayores y a prueba de escenarios de más impactos. Y aunque la actriz siempre gozó del cariño y la estimación del pueblo de Cienfuegos, que vio siempre en ella la artista notable que siempre supo obtener muchos triunfos para su ciudad natal, los archivos recorren el devenir del Arte y la Cultura en Cuba, describiéndola con una amplia trayectoria, que fue desde El Alhambra al Apolo y otros Coliseos madrileños.
Así transcurre la carrera de esta artista cubana comparada con Eleonora Duse, la más célebre actriz del teatro italiano de finales del siglo XIX y principios del XX, con Sarah Bernhardt, actriz de teatro francesa, considerada la mejor de todos los tiempos y María Guerrero, destacada actriz española.
Luisa Martínez Casado conquistó con su arte Cuba, España, México, Venezuela, Colombia y otros países Latinoamérica. En el Conservatorio de Madrid Estudió declamación y actuó en Colombia, Santo Domingo y otras capitales referencias del buen arte de la época.
Cuentan que en una ocasión el público mexicano, en agradecimiento a su magistral actuación, le ofreció ciento diecisiete coronas y más de mil doscientos ramos de flores en plena escena, además de recibir por la Prensa especializada de este país la corona de oro, importante condecoración de aquellos tiempos.
Sin embargo, Luisa Martínez Casado no solo es considerada una de las mejores actrices de habla hispana del siglo XIX, además de ser la actriz más internacional de su época, numerosos estudios de género en Cuba, como los firmados por la historiadora y pedagoga Raquel Vinat Mata, relacionados con la cuestión del género en la isla, hacen visible la saga y la impronta de Luisa Martínez Casado al frente a su propia compañía en la promoción del repertorio dramático del mundo, especialmente el español, aunque siempre destacado las temáticas cubanas.
Esto significa que además de ser una gran artista fue maestra por excelencia del género dentro y fuera de fronteras. La Prensa de la época destacó la vocación docente de aquella luminaria teatral, al catalogar cada ensayo y el carácter filantrópico de muchas de las funciones, destinadas muchas veces a ayudar económicamente a la gente de escasos recursos, como una verdadera clase magistral.
La extraordinaria actriz cubana Luisa Martínez Casado, después de una brillante trayectoria por escenarios cubanos y de numerosos países del mundo falleció en su ciudad natal, un 28 de septiembre de 1925. En el ámbito artístico y cultural cubano, se recuerda la estirpe de esta actriz que sentó pautas en las artes dramáticas en Cuba, como tributo a su labor, el teatro construido en Independencia y Santa Clara, lleva su nombre: Luisa Martínez Casado, la dueña de la Lumbre y de los mejores hitos de las tablas en Cuba.
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