Marcando la distancia (III parte y final)


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Hablamos de cosas más terrenales; ¿se baila en Cuba hoy?

Esa es la pregunta que nos hacemos hoy muchos directores de orquesta. Bailes como tal, como aquellos de los años 70 y 80, incluso de comienzos de los 90, no hay ya.

Hoy, por una realidad económica, las orquestas tocan más que todo en sitios como las Casas de la Música y otros espacios a los que no accede la mayoría del público bailador. Son lugares donde la gente paga en divisa y se diseñaron para servir a la industria turística. Francamente al público que va allí, en su mayoría, no le interesa para nada qué orquesta toca ni qué música hace. Pero eso garantiza para el músico ingresos para vivir, aunque no creo que le dé toda la satisfacción que necesita.

Están los bailes populares, que cada vez son menos. Queda en La Habana solo la Tropical, y en provincias los carnavales o alguna presentación. Las giras que ya no son como antes, todo por los cambios económicos, y eso hace que muchos cubanos hayan bailado muy pocas veces con los Van Van o con Adalberto, o con Manolito y su Trabuco. Para ese público, que es mayoría, estamos haciendo algunas presentaciones en los barrios en la capital y pensamos en algún momento llevarlos a provincias —ARTEX se ha tomado esta idea en serio—, donde más que economía prima el placer de que la gente baile.

Estamos a la espera de que las autoridades entiendan que el baile es una de las pasiones de los cubanos. Que la gente puede fajarse, de acuerdo, pero para eso están las autoridades correspondientes. Lo nuestro es hacer la música. La culpa de la indisciplina de las personas no es nuestra. Esa razón ha hecho que cierren La Tropical más de una vez.

Están los círculos sociales cerrados. A quién corresponde ocuparse de abrirlos para que la gente baile y las orquestas toquen. Nosotros hemos hecho hasta lo imposible, digo los músicos, pero hemos chocado con un muro de indiferencia. En pocas palabras, creo que a nadie le importa el tema; o que no saben bailar… será eso…

¿Existe el sonido del Trabuco, propiamente dicho?

Permíteme terminarte la anterior idea. Hasta el día de hoy a ese reclamo de nosotros los músicos nadie ha respondido y además se nos acusa de ser los padres de males sociales conocidos como la prostitución y el jineterismo. Eso no es cierto y ha generado un pensamiento dañino para la música y la cultura en general. Nadie ha explicado por qué las orquestas no pueden tocar en los salones de baile de los hoteles. ¿No son cubanos los hoteles, no son músicos cubanos los que van a tocar? Entonces, ¿por qué no puede ser? Aquí tienes un ejemplo de cómo se daña a la música y a la cultura en general. Sin embargo, fuera de Cuba tocamos en cuanto hotel existe. Candil de la calle y oscuridad en la casa. Gracias. Te respondo tu pregunta.

Hemos trabajado durante años para lograr un sonido Trabuco y ya está. El bailador al primer compás, o a la primera nota, reconoce que es Manolito y su Trabuco. Te repito, costó años encontrar un sello y eso nos define en todas partes. También está el trabajo de todos los músicos, la voz de Amaray, que nos identifica y otras sutilezas que conocen los músicos propiamente.

Ese sonido es la combinación de metales y cuerdas. Que fue siempre el sueño que me animó a un día dejarlo todo y venir a la Habana a trabajar.

Se habla de agotamiento en la música popular cubana, de que por momento es aburrida. ¿Qué piensa Manolito Simonet de estas afirmaciones?

Que hay de todo como en botica.

No creo que toda la música que se haga hoy sea de calidad. Eso es una gran verdad. Que hay facilismo sí; que hay monotonía, también; pero no son todas las orquestas ni todos los músicos.

Si un músico debe tocar cinco o seis días para satisfacer sus necesidades económicas, llega un momento en que el público se agota de escuchar lo mismo —recuerda que estamos obligados muchas veces a tocar en los mismos lugares— y el músico toca con desgano. Eso no da tiempo a modificar un repertorio. Ah, pero si cada concierto rinde sus frutos, entonces hay tiempo de analizar un repertorio, de incluso hacer versiones de temas conocidos y famosos. Yo espero que eso ocurra un día, y entonces el músico llegara al concierto o al baile con una energía tremenda.

Lo de monótona no es tan así. Tú eres seguidor de las orquestas y de la música en general y alguna que otra vez te veo bailando y chismeando con nosotros (no te pongas bravo por eso). Sabes que por norma general las orquestas tienen una versión del tema para discos y otra para las presentaciones en vivo. Un tema para un disco debe durar como máximo cinco minutos; en un concierto en vivo dura mientras la gente lo disfrute y aquí viene la bueno de este asunto.

Nosotros no hacemos música pop, que —para que lo entiendas— tiene una estructura A/B/C y se acabó. La música cubana, la bailable, admite el A/B/C, pero lleva un D, que es el montuno, y en un disco cuando llega la hora del montuno uno debe parar o acortarlo. Pero en vivo uno le da al bailador el abecedario completo. De la a la Z. Ahí es donde funcionan fenómenos como la comunicación del cantante con el público y la habilidad de saber conectar con él. Hay que tener buenos mambos o montunos, buenas improvisaciones y sobre todo ángel para que bailador no se aburra.

Hay también otra circunstancia. Hubo épocas en que en un baile había lo mismo que dos o tres orquestas, eso le daba carácter. Lo mismo podía tocar una charanga y un conjunto que dos charangas o dos orquestas, para no ser tan técnico. Ahora no. La razón puede ser económica, que no alcanza el presupuesto, o puede ser de otra índole. Pero la gente se divertía y los músicos confraternizaban.

Así muchas veces se intercambiaron músicos, se generaron repertorios comunes y temas que el bailador repetía hasta el cansancio. Mirar al pasado puede a veces ayudar a entender el futuro. Ese principio de combinar dos o tres orquestas en una noche es lo que estamos intentando en la gira por los barrios, y la gente lo disfruta. Queremos que la gente salga de su casa a bailar y que regrese feliz de haberlo hecho.

Antes de que me lo preguntes, está el asunto de las letras. Hay de todo. Está quien piensa que todo lo que escribe y canta es bueno; está el que hace un buen tema y no pasa nada, y está lo que la gente impone.

Cuidar las letras es responsabilidad de todos. Ah, que Formell haya uno es cierto; lo mismo pasa con otros compositores. Yo respeto al bailador y trabajo las letras con cuidado, pero creo que hasta hoy las letras de las canciones de Manolito Simonet, de quienes escriben para mi orquesta, responden a un respeto por el público y por la música. Yo soy responsable de eso.

Esto es para todos los géneros de la música cubana, no solo la bailable. Y hay otro mal, que es la mala calidad de muchos cantantes. Ese es un tema que habrá que tratar.

¿Cuáles son tus gustos musicales y literarios?

En música te comento que soy seguidor de David Blanco. Es un sonero tremendo, aunque no lo haga. Pero tiene un swing para la música cubana tremendo. Siendo cantante de rock, le sabe al son montuno. Está la música de Carlos Varela, que es muy buena. Y así pasa con otros.

Esta el reguetón. A mí me gusta mucho el trabajo de Los 4, y Kola Loca, o el caso de Gente de Zona, que tiene un trabajo interesante, tal vez no a la hora de cantar pero sí en lo  melódico, muy interesante. Pero hay mucha cosa mala.

También disfruto la música de Rumbavana. En general oigo toda la música que se hace hoy en Cuba para estar informado.

Gustos literarios. Estoy leyendo una novela de Leonardo Padura que me regalo un amigo, El hombre que amaba a los perros. Una vez coincidimos en un aeropuerto y conversamos un par de minutos. Me gusta leer sus cosas. Pero tengo muy poco tiempo para leer, pues cuando no estoy escribiendo música estoy produciendo un disco o ensayando con la orquesta.

Espero cuando me retire dedicar muchas horas a leer.

Me hablabas de producir discos. ¿Qué representa esa parte de tu carrera?

Producir discos es muy placentero. Requiere de mucha energía, dedicación y sobre todo una gran paciencia. Un disco es todo un rompecabezas porque tienes que saber combinar el estilo del cantante, los músicos adecuados, el repertorio y sobre todo los intereses de la disquera, los tuyos musicales y los de la persona a quien se lo produces.

En lo personal estoy satisfecho con los discos que he producido, tantos los de la orquesta como los de otras figuras, y parece que ellos también, porque algunos me han llamado una vez más.

Hemos hablado de música y me gustaría saber qué es un buen sonero para Manolito Simonet.

Lo primero que te digo es que los soneros de hoy no tienen nada que ver con los de ayer, los tiempos han cambiado y por ende los conceptos también. Para mí un buen sonero es aquel que no desafina, puede no tener buena voz, pero no desafina, que sabe comunicarse con el público y que improvise bien; esto último no es nada sencillo y es importante. Encontrar un buen sonero a veces es difícil y muchas veces prima el facilismo y otros fenómenos extramusicales. Hay buenos soneros, lo que pasa que hay que trabajar para encontrarlos y después saberles hacer un buen repertorio, que también es importante.

Sueños… el futuro.

Me gustaría hacer música para una gran orquesta de cuerdas. Sueño con dar un concierto con la Sinfónica, pero no acompañando al Trabuco, sino escribir temas para ella y que el Trabuco forme parte de ese formato. Espero para hacer música para el cine, sé que va a llegar. Pero el sueño más grande es que la gente siga bailando con mi música y que dentro de cien años o más se recuerde al Trabuco. Ese es mi gran deseo.

El futuro más cercano es el disco que estamos terminando. Lo demás llegará a su tiempo.

 

 


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