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María Aguiar Fons: Cada libro tiene su propia voz


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María Aguiar Fons (1), uno de los casos más notorios que conozco de persona que se inclina a la literatura habiendo partido de una profesión que pudiera parecer bien ajena, es esta autora de fina sensibilidad y que desde los mapas y rosas náuticas un buen día emigró con su velero de emociones hacia la página impresa. No niego que trazar un mapa sea como llevar al papel alba los derroteros secretos del alma y que la literatura constituya, a la vez un complejo mapa de emociones, un mapa de geografías infinitas y lejanas, como son los poemas de esta mujer llamada María que tantas veces se ha preguntado en sus versos ¿desde dónde guardamos el recuerdo? y repentinamente decidió dedicar a la infancia todo el caudal de su alma tierna, en libros que nos cuentan de incomprendidas brujas o sirenas solitarias esperando los más fugaces destellos de un anhelado amor verdadero y eterno. Eso es ella, una sirena de mares y lagos, de ríos profundos que se alejan por sus propios planisferios buscando el alma de una otra geografía ajena, en un horizonte apenas atisbado entre las brumas de los sueños y las memorias más recónditas…

¿Qué piensas del tono que deben tener las historias para niños?

En mi opinión, el tono de las historias para niños dependerá de lo que el autor quiera contar, de cómo lo quiera contar. No me parece que exista un tono específico para este tipo de literatura. Cada historia, cada libro tiene su propia voz. Lo importante es lograr la comunicación con el lector a quien va dirigido.

¿Eres tú parecida a alguno de los personajes de tu obra?

Un autor escribe desde su experiencia, desde su percepción del universo que le rodea, desde sus prioridades, desde su entendimiento, desde su conocimiento selectivo, desde sus emociones y sus afectos. En este sentido, siempre un libro refleja a su autor. Esa es la riqueza inagotable de la literatura. Sin embargo, no me reconozco en los personajes de mis historias.

¿Cómo concibes idealmente a un autor para niños?

Como a un autor cualquiera. Si se trata de narrativa, alguien que disfruta contando una historia y trata de hacerlo lo mejor posible.

¿Reconoces influencias de autores clásicos o contemporáneos?

Sinceramente, nunca había pensado en eso. Ni siquiera en la posibilidad de tener un estilo. Me paso.

¿Cuáles fueron tus lecturas de niña?

Todo lo que caía en mis manos. Desde La Edad de Oro, en aquella vieja edición de Cultural S.A., regalo de mi padre, hasta las llamadas “historietas” de los estanquillos de barrio. Recuerdo unos hermosos libros troquelados a todo color que vendían en Al Bon Marché, una tienda de artículos religiosos que existía en la Calle Reina, o unos pequeños libros argentinos muy ilustrados de la quincalla de la esquina. Imposible olvidar El tesoro de la juventud o mi primer atlas geográfico, que me produjo tantas inquietudes y fantasías. En fin… de todo. Cuando fui creciendo, avancé hacia otro tipo de literatura, y entre los 10 y los 15 años devoré desde Crimen y Castigo hasta Cumbres Borrascosas, pasando por la Enciclopedia Británica, todo Dumas, Salgari, Agatha Christie, Tolstoi, Twain, Zola, Miguel de Carrión, etc. No sé si ahora los psicólogos de la adolescencia considerarían esto conveniente… Pero leí con avidez, bastante desorden y mucho placer en ese período de mi vida. Todavía guardo la vieja edición de Cecilia Valdés que sustraje de la biblioteca de la secundaria básica, allá por el año 1962 ó 63. También conservo un ejemplar en papel gaceta del Diario de Ana Frank, lectura imprescindible por aquellos años.

¿Podrías opinar de la relación autor-editor?

Se trata de una relación crucial para la creación de un buen libro. Un diálogo fluido que parta del respeto mutuo, una ética de trabajo consecuente y, sobre todo, un desempeño riguroso por ambas partes son elementos claves en los resultados de esta relación. Cada uno de los integrantes del binomio escritor-editor debe estar consciente de su rol y trabajar con humildad, en función del propósito que los une. Yo diría que hasta un poco de afecto —y mejor si es amistad— entre ambos, puede contribuir mucho al acabado de la obra. Por otro lado, es un vínculo que debe mantenerse vivo hasta que el libro culmina su proceso poligráfico, y aún más allá.

Si tuvieras que salvar solamente diez libros de un naufragio ¿cuáles escogerías?

Es una pregunta imposible de responder. Mi lista no baja de cien.

¿Crees que hay una literatura propiamente femenina?

No me considero una experta en teoría literaria. Pero muchas veces me he preguntado: ¿cuántas literaturas hay en realidad? ¿Cuántos géneros literarios? A mi modo de ver, cada día esto se vuelve más complejo. En la medida en que se desarrollan y diversifican las tecnologías de la comunicación, en la medida en que crece el acceso de escritores y escritoras procedentes de las más diversas culturas a los medios de divulgación literaria, en la medida en que se mestizan los géneros se hace más difícil clasificar o catalogar. Lo que sí creo es que las mujeres escribimos de una forma diferente a la forma masculina de escribir, y esto puede apreciarse en todas las culturas, épocas y géneros literarios. Se trata de otra mirada, otra percepción, otra sintonía con la realidad, la irrealidad y la materia literaria.

¿Te identificas más escribiendo personajes masculinos o femeninos?

Los personajes masculinos y femeninos me proporcionan la misma satisfacción. Los escribo con el mismo gusto. El significado que ellos tienen para mí depende de la historia que se cuenta y del rol que en ella desempeña cada personaje. Ahora, por ejemplo, estoy trabajando en dos proyectos: en uno de ellos el protagonista es César, mientras en el otro, es María Eugenia. En ambos casos, me está resultando muy grato el ejercicio de escribir.

 

 

Nota

(1) Nacida en La Habana, 1951. Geógrafa. Escritora. Docente. Obra publicada (Premios): Memoria del camino, Editorial Duende, La Habana, 1990; Recuerdo de Jacinto. Colección de plaquettes “Papeles de la Rosa Blanca”, Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), 1995; Josefina. Colección de plaquettes “Papeles de la Rosa Blanca”, UNEAC, 1997. Premio La Rosa Blanca, UNEAC, 1997; Te invito a viajar conmigo. América Central y Las Antillas, Editorial Gente Nueva, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1998; Un lagarto marinero, Editorial Gente Nueva, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2003. Premio Especial La Rosa Blanca, UNEAC, 2004; La Carolina, Ediciones Unión, La Habana, 2007 y César va al Titicaca, Grupo Editorial La Hoguera S.A., Santa Cruz de la Sierra, 2009. Además ha publicado cuentos y poemas en numerosas antologías de Cuba, España y Bolivia.


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