María de los Ángeles Santana: Con una sonrisa su recuerdo


maria-de-los-angeles-santana-con-una-sonrisa-su-recuerdo

La aplaudida actriz María de los Ángeles Santana, falleció un día como hoy del año 2011, pero  ella es de esas presencias siempre vivas en el imaginario de un país, porque varias de sus generaciones rieron de lo lindo o lloraron, con los disímiles desempeños, de esta cubana que llenaba con su luz todas las escenas.

La eterna Remigia de «San Nicolás del Peladero», fue una actriz polifacética,   con carisma de sobra, o eso que llaman angel, pues la simpatía de su sonrisa y su mirada picaresca conquistaron a los más exigentes espectadores y críticos.

Eran famosas su sencillez y espontaneidad, a pesar de haber alcanzado una carrera internacional impresionante; a la vez era toda una dama que unió sus cualidades histriónicas, talento profesional y belleza a una aguda inteligencia que la acompañó en todas las circunstancias.

María, era toda arte: cantaba con una hermosa voz de soprano; bailaba con elegancia, y actuaba de una manera extraordinaria en cualquiera de los medios, pues intervino en el teatro, el cine, la televisión y la radio, durante varias décadas desde que debutara en el cine en 1930. 

El glorioso músico cubano Ernesto Lecuona, fue un apoyo decisivo en su carrera, pues de él la Santana estrenó varios temas que de inmediato constituyeron éxitos populares y alcanzaron gran fama, en Cuba y en el exterior; triunfó en México, tanto en el teatro como en el cine, en este caso junto a celebridades de la filmografía azteca como Jorge Negrete, Pedro Infante y Mario Moreno, Cantinflas; en la década del 40 debutó en Estados Unidos en salas de teatros y conciertos y su triunfo en España fue colosal, e hizo historia, literalmente.

Uno de los espectáculos, que durante más tiempo ―cuatro años― se mantuvo en cartelera en el teatro Madrid de la hermosa capital española, fue la revista Tentación, de Antonio y Manuel Paso, con música de Daniel Montorio, que se estrenó el 9 de febrero de 1950, y la Santana fue la protagonista de sus dos mil ochocientas setenta y cuatro funciones, todas las que culminaban con grandes ovaciones a la cubana.

Igualmente, y un tiempo después, formó parte del elenco de un espectáculo de variedades   en el célebre Teatro Olimpia de Paris; allí actuó «codo con codo» con constelaciones de la ápoca como Josephine Baker, Maurice Chevalier y María Félix. 

Regresó a Cuba, a finales de los 50, y ofreció recitales y conciertos; filmó películas junto a Rita Montaner e hizo temporadas de comedias con Mario Martínez Casado.

Se presentó en casi todos los teatros cubanos, entre ellos en el emblemático Coliseo de las cien puertas, el Martí, con obras de los más renombrados dramaturgos y libretistas de la etapa republicana, entre ellos Agustín Rodríguez, Carlos Robreño, Francisco Meluzá Otero, Federico Villoch y Jorge Anckermann, de estos últimos protagonizó la célebre La isla de las cotorras, y más tarde se desempeñó en piezas del teatrista Rubén Vigón, en la sala Arlequín.

Tuvo una trayectoria destacada también en la radio cubana en la que había debutado en el año 1940 en la emisora CMQ; fue fundadora de la televisión cubana, y tuvo en este medio, actuaciones memorables en programas musicales y humorísticos, series, y novelas. 

En junio de 1987, interpretó un papel secundario en la zarzuela María la O, adaptado especialmente para ella por Nicolás Dorr, y en 1989 presentó esta obra en Madrid, en funciones en que fue nuevamente ovacionada por un público memorioso que todavía recordaba su virtuoso paso por las escenas españolas.

Dorr, quien muchas veces confesó su predilección y admiración por la actriz,   escribió para ella en 1993 A toda prueba, basada en su largo matrimonio con el también actor Julio Vega, la cual fue presentada en La Habana, Santiago de Cuba, Matanzas y Cienfuegos.

Al siguiente año, Dorr la seleccionó para  Ocaña, fuego infinito, de Andrés Ruiz, que se presenta en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba, y en 1999, le dedica Vivir con mamá, estrenada en el teatro Mella.  

Fue una de las más importantes vedettes cubanas; su gran dominio escénico, su voz inconfundible, potente cuando era necesario y de una dulzura inconmensurable si su personaje lo requería, sedujeron al público cubano que la admira y recuerda.

María de los Ángeles Santana falleció a la edad de 96 años; tuvo una larga y buena vida; vivió rodeada del amor y la simpatía que despertó en sus contemporáneos, y que significó la mejor recompensa a su carrera, la que constituyó un camino de laureles, pues fue justamente merecedora de los premios nacionales de Teatro, 2001; de Televisión, 2003 y de Humorismo, 2005, y el mayor galardón que pudo desear: provocar siempre una sonrisa en el recuerdo.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte