México en Cuba


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México, país invitado en esta ocasión para la Feria Internacional del Libro de La Habana, tuvo ayer su gala conmemorativa en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba. Con el propósito de representar la cultura mexicana, este evento hace gala de su folklore y su mixticidad cultural. Para ello se vale de dos principales manifestaciones artísticas: la música y el baile, las cuales sabemos,  han dependido la una de la otra desde el inicio de los tiempos para su desarrollo en la humanidad.

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Un acto multilingüístico, interpretado por niños, fue la primera presentación de la noche. A través de las lenguas tzotzil, mixteco, otomí, yaquí y maya;  estos jóvenes artistas, provenientes de diferentes grupos de enseñanza y creación del programa Cultura Comunitaria de diferentes asociaciones y ciudades del país; nos cuentan sus deseos más profundos, nos hablan de sus juegos, cantos y tradiciones artísticas, a la par que representan a sus comunidades. “La palabra originaria”, nombre que recibe la obra, cuenta con una música supeditada a las necesidades interpretativas de la misma, cuya única función es acompañar los movimientos corporales que desempeñan los pequeños actores. 

El Ballet Folklórico de México, fue el invitado de honor de la noche, encargados de demostrar la riqueza cultural, dancística y musical que posee México. El mismo, es el resultado de la investigación de  Amelia Hernández no solo del baile, sino de la música y demás tradiciones mexicanas. A lo largo de los años ha sido capaz de encarnar todos estos bailes y tradiciones, con la claridad y cuidado que eso conlleva, además de rescatar rastros de folklore perdidos en la historia.

Para su representación utilizan elementos de la música electroacústica tales como sonidos de la naturaleza y sintetizadores; instrumentos precolombinos, como las quenas, mezclado con los elementos occidentales clásicos de la cultura mexicana: los violines, trompetas, guitarras, guitarrones y arpas jarochas.

Personajes folklóricos, son una parte de la visibilidad del grupo, en algunas de sus representaciones usan tumbadoras,  pero esta vez son percutidas por unos palos realizando un ostinato rítmico, creando un ambiente indígena, con referencias a rituales antiguos.

Otra de los formatos de la fiesta, referencia a la mayor parte de la música mexicana tradicional, las agrupaciones que combinan a los violines, guitarras, guitarrones mexicanos, arpas jarochas y trompetas. Este formato acompañó la representación de distintos bailes que han sido coreografiados por la fundadora del ballet, y agrupados ya sea por su región o historia.

Los Matachines  del norte de México, y Los sones antiguos de Michoacán, fueron los primeros ballets. Este último describe distintos bailes de la región, expuestas con una sonoridad claramente mexicana, en la cual los violines llevan la melodía principal y las guitarras juegan un papel acompañante, interpretando un ritmo constante siendo el soporte armónico de cada canción.

Tarima de Tixtla, relata algunas de las danzas originarias del estado de Guerrero con un principio homófono en la música, es decir; melodía, en este caso llevada por el arpa jarocha con un gran virtuosismo; y acompañamiento por las guitarras, subdividiendo los tiempos, coincidiendo las acentuaciones en la música con el zapateado de los bailarines.

La revolución, esta coreografía está dedicada a las mujeres que tuvieron un papel decisivo en el triunfo de la Revolución Mexicana, tambien conocidas como Adelitas. Este ballet combina los vestuarios femeninos con balas en el cuello, referenciando a la guerra; con un baile que simula el marchar de los soldados, todo ello respaldado por dos fragmentos musicales. El primero de carácter más bailable, con una única melodía interpretada por la voz y los instrumentos del conjunto. El segundo representa un llamado de guerra la melodía llamativa, con ritmo de marcha militar de la trompeta, y el redoble en los tambores lo confirma.

La charreada, figura a los bailes  hechos en las actividades ecuestres de distintas comunidades del amigo país. En este caso las trompetas y los violines llevan voz principal, en una alternancia interpretada con diferentes articulaciones y formas de tocar como el glissando en la guitarra y el pizzicato en los violines. Mientras tanto los Guitarrones solo acompañan con un ritmo a contratiempo de manera constante, hasta el fin.

La Fiesta de Tlacotalpan, bailes jarochos interpretados perfectamente, en el que todas las subdivisiones rítmicas van al zapatear de los bailarines; la Danza de los viejitos de Jaracuaro, Michoacán, y la Danza del venado, del estado de sonora fueron los siguientes. Estos bailes fueron acompañados por una música y representaciones de carácter descriptivo, con una historia y una situación que contar.

Fiesta de Jalisco, como su nombre lo indica, cuenta  las tradiciones de esta ciudad, representada por los charros y los mariachis,  símbolo de la identidad mexicana, entonces fue el momento de la tradición mexicana que mejor conocen Cuba y el mundo.

La danza, de manera general, se resume al zapateado, al juego con los pañuelos de los hombres y las mujeres con las largas faldas de muchos colores. A pesar de los cambios en los tiempos y las acentuaciones rítmicas de la música y los bailes, la génesis de todos, es la misma.  Provienen de las danzas españolas, como la jota y la zarabanda u otras de la época medieval,  traídas de España durante la época de la colonia, que ya con el paso del tiempo y con las otras intervenciones culturales, han llegado a convertirse hoy, en el legado folklórico de México.


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