Si se sacan bien las cuentas, mucho le debe la cultura cubana a la obra cinematográfica de Miguel Torres, fallecido este jueves en La Habana a los 76 años de edad.
Forjado en la escuela documental que representó el maestro Santiago Álvarez —asumió incluso entre 1972 y 1977 la dirección del Noticiero ICAIC Latinoamericano, consolidado por aquel luego de su fundación—, fijó en la pantalla con audacia y lucidez figuras y coordenadas emblemáticas de nuestra identidad histórica y cultural.
Comenzó a relacionarse con el cine desde las posiciones aparentemente más modestas: apuntador, asistente de edición y dirección, hasta que colaboró con Oscar Valdés y Julio García Espinosa en obras mayores —con este último compartió la realización de Tercer Mundo, Tercera Guerra Mundial en 1970— y llegó a dominar las herramientas del lenguaje documental necesarias para plasmar sus propias ideas.
De su extensa e intensa obra cabe destacar Crónica de una infamia (1982), que aborda la respuesta digna y valiente del pueblo cubano y del estudiantado universitario, ante la profanación de la estatua de José Martí, por marines norteamericanos de una flota de guerra de visita en La Habana, en 1949; Condenadme, no importa (1983) sobre el alegato de Fidel en el juicio a los combatientes del 26 de julio; y la serie del Moncada a Cinco Palmas (1996), recorrido por una etapa decisiva de la última etapa de la gesta libertaria cubana.
Prueba de madurez expresiva y experimentación formal en función de un cine de contenido político fue Che (1998), homenaje al Guerrillero Heroico y sus compañeros de lucha.
Miguel se apasionó también con muchos otros temas; científicos, sociales, artísticos y literarios. Suele citarse entre sus últimos aportes El otro Lezama, visión singular del poeta, pero no deben desconocerse sus aproximaciones a la música popular, como lo demostró en sus documentales Nostalgia por el cha cha cha y Richard trajo su flauta.
Ese interés estimuló la obra de los creadores que atrajo a la Casa Productora de Documentales Octavio Cortázar, de la Uneac, que dirigió hasta el año pasado.
De su cultura cinematográfica dan fe sus colaboraciones en Radio Rebelde y Cubadebate.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias le concedieron la Réplica del Machete de Máximo Gómez y, entre otros galardones, poseía la Distinción por la Cultura Nacional.
Publicado: 1 de septiembre de 2017
(Tomado de Granma Digital)
Deje un comentario