Uno de los momentos de mayor alcance en el desarrollo científico técnico de un país se manifiesta en la creación de espacios en los que investigadores, especialistas y técnicos se dan cita para socializar los resultados alcanzados con el rigor que la ciencia demanda. El fomento de eventos, que bajo un organizado programa propicien el análisis y discusión de temas que desde múltiples perspectivas conduzcan a la valoración de su contribución al mejoramiento del hombre y la sociedad a la cual sirve, no solo actualiza a los participantes sino también conlleva a la creación de estrategias para atemperarlos a la dinámica realidad social.
La comunidad científica del patrimonio cultural, específicamente aquellos especialistas vinculados al estudio, protección, conservación y divulgación de los bienes muebles atesorados en la red de museos, fue convocada al V Taller Nacional “Museología y Sociedad” por el Centro Provincial del Patrimonio Cultural de Matanzas; evento que contó con el apoyo del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural y la sede de ICOM en Cuba. Entre los días 22 y 24 de septiembre de 2015 el Museo Provincial Palacio de Junco, devino sede de conferencias, paneles y ponencias en comisiones. ¿Qué ambiente acompañó esta cita y en qué direcciones estuvieron los asuntos en discusión?
Destaquemos en primer lugar que el Centro Histórico de Matanzas permite constatar el cuidado y protección de los bienes inmuebles del patrimonio cultural cubano. (1) El lugar de sesiones del V Taller, el antiguo Palacio de Junco, emplazado en la calle Milanés esquina a Magdalena, ofrece desde su amplio portal en planta alta un mirador al espacio fundacional de la ciudad, a la antigua Plaza de Armas, De Colón o De la Vigía, como se le conoce cotidianamente en memoria de la construcción de la batería San José de la Vigía en 1748 en el solar que ocupa actualmente el Cuartel de Bomberos y, como cierre de esa perspectiva, el parque erigido a inicios de la República, período histórico que desde el arte legitima la escultura al Soldado Desconocido que realizara el italiano Carlo Nicolini en 1919. En su conjunto la Plaza de la Vigía obtuvo la condición de Monumento Local por Resolución no. 34, el 31 de diciembre de 1981.
Arquitectónicamente, la Plaza de la Vigía deviene signo de permanente preocupación de los matanceros por engalanar la ciudad y proteger sus valores patrimoniales. El Palacio Junco, el Teatro Sauto, el Palacio de Justicia, el Cuartel de Bomberos y Ediciones Vigía, entre otros, así lo corroboran. Detengámonos en tres de ellos. El primero, sede del actual Museo Provincial, en Milanés esquina a Magdalena, fue construido entre 1835 y 1847 por el capitán Manuel del Junco y constituye por su ubicación un verdadero hito arquitectónico; un edificio de peculiar planimetría que en 1979 fue restaurado por el arquitecto Daniel Taboada Espiniella. Llama mi atención la museografía que subyace en la sala de relojes que ocupa el zaguán del palacio; así como la auténtica lección de historia local cifrada en las placas que se exhiben en su patio principal.
El segundo, en Magdalena, entre Milanés y Medio, luciendo su tradicional esplendor, el Teatro Sauto, Monumento Nacional desde el 10 de octubre de 1978; obra edificada en 1863 bajo el proyecto del arquitecto italiano Daniel Dall'Aglio; inmueble que dio cierre a las visuales al mar para entregar a la Atenas de Cuba un coliseo bajo el nombre Esteban, en honor al gobernador Pedro Esteban y Arranz, hasta que, a partir de 1899 asumiera el nombre actual en honor al principal promotor de su construcción, don Ambrosio Sauto. Este teatro, joya de la arquitectura cubana del siglo xix fue otras de las intervenciones de restauración a cargo del arquitecto Daniel Taboada Espiniella (en 1966).
El tercero es el Palacio de Justicia, en Magdalena no. 8305, entre Milanés y Medio; signo del progreso decimonónico desde lo institucional pues fue concebido en 1818 por el intendente de hacienda Alejandro Ramírez para sede de la Aduana de Matanzas, reemplazando en el solar la Real Factoría de Tabacos; obra neoclásica de los arquitectos Esteban Best y Julio Sagebien que entre 1909 y 1911 enriqueció bajo el espíritu del eclecticismo la compañía W. Armitage Ingenieros durante el proceso de rehabilitación para sede de la Audiencia de Primera Instancia y Juzgado de Instrucción y Correccional.
En medio de una historia cifrada en piedra, la museología cubana devino tema de análisis y reflexión y su centro lo constituyó, junto a la necesidad de una mayor socialización de las colecciones que atesora la red de museos en Cuba, la puesta en valor del patrimonio cultural en toda su expresión y manifestación. De ahí la diversidad temática de las conferencias ofrecidas por Gladys Collazo Usallán, Presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural; Moraima Clavijo Colón y María Mercedes García Santana, especialistas e investigadoras de sólida experiencia en el tema; Maricela de las Nieves Ramos, Directora del Registro Nacional de Bienes Culturales y Jesús Guanche Pérez, coordinador del Comité Cubano de la Ruta del Esclavo, entre otros.
Reconocida la diversidad de centros e instituciones implicadas y/o responsabilizadas con el patrimonio cultural cubano, el reto de la museología a investigadores y especialistas de ese saber desborda el estudio de las diferencias metodológicas o de procedimiento entre ellas, para centrar la atención en la necesaria unidad para ponerlo en valor, particularmente en relación con su significación social; principio que dimensiona el tradicional concepto de bienes muebles atesorados en los museos para tomar en cuenta cuanto se revela como evidencia de un pasado cultural en el devenir del hombre. La creación de la Red Nacional de Oficinas del Historiador y del Conservador en Cuba o los vínculos entre dichas Oficinas y el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural es muestra de esa concepción.
Otros de los retos a enfrentar en estos tiempos es la justa tasación de nuestros bienes patrimoniales en términos contables, ahora bajo el criterio de considerar como “invaluables” los documentos y objetos históricos así como la razonable inclusión del patrimonio inmaterial como tema de la museología, amén a que el bien declarado no encuentre en el recinto “museo” su espacio permanente. La diversidad cultural, por su lado, provocó sustanciales debates en el taller, despojando sus expresiones y protagonistas de todo elemento que, por desconocido, conlleve a la discriminación.
La organización del trabajo museal debe estar encaminada a una mayor explotación de las colecciones que atesoran los museos en Cuba, perspectiva desde la cual se ha de mirar a los almacenes no como el espacio en el que se garantiza el cuidado y protección de los exponentes, sino también como el lugar en el que adormece el valor de cada uno de ellos.
En mi posición de historiador del arte, agradezco la intervención de María Mercedes García Santana al evaluar el papel de los museos municipales desde una perspectiva histórica, a partir de las coordenadas que acompañaron la fundación de instituciones como el Museo Emilio Bacardí Moreau en Santiago de Cuba (1899), el Oscar María de Rojas en Cárdenas (1900) y el de Marianita Betancourt en Camagüey (1920) y el rol que jugaron desde el punto de vista social. Aunque distantes en el tiempo, se encuentran en la red de museos de entonces los cimientos de una museología en Cuba sin cuya revisión no podremos entender en su justa dimensión las problemáticas de la museología contemporánea. Como demuestra la Historia; no existen fenómenos culturales aislados, ni siquiera aquellos que se establecen bajo el criterio de experimentación. Gracias maestra.
Complementó la cita de museológicos en la Atenas de Cuba el recorrido a varias instituciones patrimoniales entre las que distingo con toda intención el Museo Farmacéutico de Matanzas o antigua “Botica Triolet”, cita en Milanés no. 28822, entre Ayuntamiento y Santa Teresa y el centenario Museo Oscar María de Rojas, en el Callejón de Cachurro entre Jénez y Vives, en la ciudad de Cárdenas, a ambos tendremos que volver porque sin dudas son ejemplos paradigmáticos de la museología en Cuba.
NOTAS:
(1) Agradezco al Arq. Ramón Félix Recondo Pérez el obsequio de la Guía de Arquitectura y Paisaje “Las Villas y Matanzas”, Sevilla-Santa Clara, 2012. Texto que me ha permitido enriquecer este trabajo.
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