“Nadie guarde silencio”: El diálogo como brújula a 64 años de “Palabras a los intelectuales”


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El espíritu de diálogo, persistente y fundacional, encontró una nueva resonancia este 2025 con la presentación del libro "Nadie guarde silencio".

Como un acto raigal de pensamiento y soberanía, Fidel Castro, hace 64 años, se encontró con los artistas e intelectuales cubanos en la Biblioteca Nacional “José Martí” en un momento de definiciones cruciales para la naciente Revolución. Corría junio de 1961, apenas semanas después de la victoria en Playa Girón, cuando el país entero se hallaba entre la euforia del triunfo y la urgencia de consolidar un proyecto social asediado por el imperialismo norteamericano.

En ese escenario, Fidel no solo convocó al diálogo: lo encarnó. Su intervención final, conocida como Palabras a los intelectuales fue una invitación a pensar la cultura como columna vertebral de la Revolución. Allí, con la claridad de quien sabe que la palabra también es trinchera, enunció un principio que ha trascendido generaciones: “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”. No como consigna sino como afirmación del derecho primero: el derecho a existir de un pueblo que se había ganado su libertad con sangre y dignidad.

El liderazgo de Fidel, anclado en el pensamiento martiano y en una ética de la responsabilidad histórica, logró articular una visión integradora: la cultura no debía ser un adorno, sino una fuerza viva, crítica, comprometida. Su discurso caló hondo porque no apelaba al miedo, sino a la conciencia. Invitaba a fundir el “yo creador” con el “yo colectivo”, a superar la falsa dicotomía entre libertad individual y proyecto social.

Los protagonistas de aquellas jornadas —Lezama, Piñera, Barnet, Retamar— vivieron un momento fundacional. No exento de tensiones, pero sí cargado de una voluntad común: construir una cultura que no se arrodillara ante el mercado ni ante el dogma. De ese espíritu nació la Uneac, y con ella, una política cultural que sigue siendo referente de nuestra soberanía.

Este 30 de junio de 2025, a 64 años de que el líder histórico de la Revolución pronunciara aquel discurso, Palabras a los intelectuales no es un texto del pasado: es un espejo. Nos interpela sobre el lugar de la cultura en tiempos de crisis, sobre el papel del arte frente a la manipulación mediática, sobre la necesidad de consensos que no diluyan la verdad, sino que la multipliquen. En un mundo donde la banalidad amenaza con vaciar el pensamiento, el llamado de Fidel a la unidad en la diversidad, al respeto mutuo y al compromiso con el pueblo, sigue firme como las palmas.

Porque mientras existan agresiones externas que pretendan fracturar la identidad nacional, mientras haya quienes intenten separar a los creadores de su raíz popular, Palabras a los intelectuales seguirá siendo un faro, un diálogo vivo como ejercicio de soberanía cultural.

Y ese espíritu de diálogo, persistente y fundacional, encontró una nueva resonancia este 2025 con la presentación del libro Nadie guarde silencio.

Un libro que devuelve la voz al diálogo fundacional

En el mismo escenario donde Fidel Castro pronunció sus célebres Palabras a los intelectuales, la Biblioteca Nacional “José Martí”, se presentó el volumen Nadie guarde silencio, de la historiadora Caridad Massón Sena. El acto no fue solo una conmemoración, constituyó una reafirmación del diálogo como sustancia de la cultura revolucionaria.

El título del libro, tomado de una frase de Osvaldo Dorticós, primer orador de aquellas jornadas de junio de 1961, es ya una declaración de principios: la cultura no puede florecer en el silencio impuesto, sino en la crítica honesta y el compromiso activo. Massón Sena, con su reconocido desenvolvimiento investigativo, rescata el tejido de debates, tensiones y consensos que dieron forma a una política cultural inclusiva, antidogmática y profundamente martiana.

El valor del libro no radica únicamente en la recuperación documental de las intervenciones de artistas e intelectuales, sino en su enfoque de largo aliento. La autora no se limita a narrar los hechos: los contextualiza en el proceso revolucionario de 1959 a 1961, y traza una línea de continuidad que llega hasta nuestros días. Así, el texto se convierte en una herramienta para comprender cómo se forjó la relación entre creación artística, ética revolucionaria y soberanía cultural.

Massón Sena responde a una deuda historiográfica: la de visibilizar las voces múltiples que participaron en aquel proceso fundacional. Su obra es también un acto de justicia con la memoria colectiva, y una invitación a que las nuevas generaciones comprendan que la cultura no es ornamento, sino cimiento.

La presencia de figuras como Rafael Acosta de Arriba, la autora y Rafael Hernández en la presentación, así como el lugar elegido —el actual Teatro Hart—, refuerzan la idea de que Palabras a los intelectuales es un referente vivo. Los análisis compartidos durante el evento subrayaron que aquel discurso no impuso límites, sino que propuso un marco ético para la creación: un pacto entre libertad y responsabilidad, entre diversidad y unidad.

En tiempos donde las agresiones simbólicas y materiales contra la Revolución persisten, este libro y su presentación pública reafirman que la cultura cubana sigue siendo un espacio de resistencia, de pensamiento crítico y de construcción colectiva.

La frase final de Massón Sena —“una cultura abierta con todos y para el bien de todos”— resume el espíritu de su obra y del acto conmemorativo. En un país que ha apostado por la educación, la creación y la participación como pilares de su proyecto social, Nadie guarde silencio es más que un libro: es una brújula para seguir navegando los desafíos del presente con la memoria como timón.


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