Con la inauguración, el pasado 25 de marzo, de la exposición colectiva Regreso al porvenir, en el Centro Cultural de Línea y 18, la 14 Bienal de La Habana entró en su tercera y última etapa o Experiencia 3, tal como han dado en llamarle sus organizadores.
Acerca del desarrollo del evento a lo largo de los cuatro meses transcurridos desde su inauguración el 12 de noviembre último, Cubarte conversó con Nelson Ramírez de Arellano, director de esta edición de la más importante cita de las artes visuales en el país.
“Nuestras expectativas se han ido cumpliendo. Empezamos la Bienal en un momento en que todavía había muchas restricciones producto de la pandemia, y estaba limitada la presencia en lugares públicos de cierto número de personas por metro cuadrado.
“Eso ha ido relajándose, a partir de la eficiencia de las vacunas y de que la pandemia ha ido cediendo; así que nuestros planes de que la Bienal fuera in crescendo, aumentando la capacidad de llegar a un público más amplio y la cantidad de exposiciones, han ido funcionando.
“Ha habido muchísimas dificultades inesperadas, pero hemos sido capaces de encontrar soluciones a cada una de ellas y, en principio, eso es ya una gran victoria. O sea, a mí me parece estupendo que hayamos planificado algo en una dirección y que después hayamos encontrado salidas a las adversidades que se nos han presentado a cada momento, porque al final no hemos abandonado nuestro propósito de hacer una Bienal que se enfocara en los procesos, no solamente del arte, sino en el proceso mismo de la creación de un evento artístico.
“La Bienal ha sido, realmente, una experiencia en proceso y, en ocasiones, han colaborado, incluso, las dificultades. A veces para esta idea de una Bienal en proceso ha contribuido el hecho de que una obra de un artista no haya podido llegar en el momento en que estaba planificado y se haya demorado, eso nos ha forzado a hacer una reinauguración de la exposición.
“Puedo decirte, por ejemplo, Reza Aramesh, un artista iraní radicado en el Reino Unido, inauguró su exposición el 7 de diciembre en el Museo Nacional de Artes Decorativas faltándole unas esculturas. Él las había enviado desde noviembre, pero llegaron a nuestras manos el 16 de marzo.
“La transportación ha sido muy difícil, lo cual ha provocado que las cosas no salieran como queríamos inicialmente, pero ya las esculturas se encuentran en el Museo y estamos planificando la reinauguración de su exposición. Eso también ayuda a la idea de que sea un proyecto en proceso. Es decir, que no está todo terminado desde el principio.
“El que los artistas fueran incorporando nuevas obras es algo que habíamos planificado desde el comienzo para la exposición Caminos que no conducen a Roma, que está en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. Pero este tipo de dificultades con la transportación internacional, que en muchos casos impedía que los artistas pudieran venir, generalmente por causa de la pandemia, ha colaborado incluso con esta idea nuestra de hacer una Bienal en proceso”.
Pienso que hasta el mismo boicot que se le hizo a la Bienal para entorpecerla, tributó favorablemente a que esta tuviera una mayor promoción internacional.
Realmente el boicot tiene detrás un capital financiero que nosotros no tenemos. Hemos hecho esta Bienal con casi cero recursos, en tanto ellos pueden pagarse propaganda, artículos en revistas importantes.
De cierta manera, para nosotros funciona a modo de propaganda que salgan menciones sobre la Bienal de La Habana en publicaciones como Art Forum, Exit Mail u otras de relevancia en el mundo de las artes visuales, aun cuando sea con una intención negativa. Asumimos aquella idea de que cualquier publicidad es publicidad, en alguna medida.
A la larga creo que ha funcionado porque los gestores de este boicot han ido apagando sus voces. Se han dado cuenta de que al levantarlas contra nosotros nos daban visibilidad y la oportunidad de demostrar cuan equivocados estaban, pero con hechos, no únicamente con palabras.
Y las exposiciones están ahí, los artistas cubanos y extranjeros están ahí. Muchos sufrieron presiones por parte de las galerías; presiones directas por parte de los organizadores del boicot; de parte de los coleccionistas o de fundaciones con las que trabajan, y no pudieron estar.
Otros artistas decidieron estar pese a esas presiones, y hay algunos que al principio estaban inseguros, o dijeron que no vendrían y luego sí lo hicieron. Nosotros nos hemos mantenido con los brazos abiertos para todo el que quiera venir a participar en la Bienal de La Habana, porque creemos, sobre todo, que es un espacio de exhibición del arte, un espacio de libertad”.
Pie: Nelson Ramírez de Arellano, director de la 14 Bienal de La Habana. Fotos: Cortesía de la autora
¿Cómo aprecia que ha sido la arrancada de esta Experiencia 3 o tercera etapa de la Bienal?
Estoy muy contento. Realmente, muchas de las personas que fueron a la inauguración de la exposición de Línea y 18 me decían que no tenía nada que envidiarle al Arsenal en Venecia. El edificio es precioso, la exposición tiene una altísima calidad y se ve muy bien en ese lugar.
Lo que también hace falta es que la gente se mueva hasta allá para disfrutarla y tener la oportunidad de encontrarse a sí mismo en las obras de arte que se exhiben allí.
Ya han venido la mayor parte de los artistas que podían hacerlo. La transportación internacional está muy cara y hay artistas que tienen todo tipo de dificultades. Hubo una que, cuando fue a coger el vuelo, la aerolínea no le reconoció la validez de la vacuna rusa y tuvo que posponerlo para ponerse otra. Hay muchas formas de boicot, a veces tan sencillas como esa.
Hay artistas que no han encontrado la manera de enviar sus obras y han tenido que cancelar, muy a su pesar. Hay uno en particular que tuvo contratos con cuatro transportistas que en determinado momento le recesaron el envío y, finalmente, encontró un quinto, pero le costaba tres veces más que lo normal. Y nosotros no estamos pagando nada. La Bienal les brinda el espacio de exhibición, pero no corremos con los gastos. Son muchas veces gastos del dinero personal del artista, y ocurre por amor al arte, literalmente.
Son personas que no solo se enfrentan al boicot, sino que ponen sus recursos personales a disposición de la Bienal de La Habana y del público cubano.
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