Un Nemo y un Diablo completamente distintos se reúnen y festejan un Abril también distinto, al celebrar el 45 aniversario de la Casa Editora Abril con dos títulos referentes: Nemo, el látigo y el cascabel, de Rodolfo Romero Reyes y, El diablo ilustrado, de Fidel Díaz castro, ambos presentados en la Casa del Alba.

El primero de ellos es la compilación de la sección humorística El Látigo, de la revista Alma Mater y de la cual su autor ha mantenido por varios años luego de que el también escritor José León Díaz, presentador del texto, la iniciara. El libro es continuidad de un primer volumen, Quién le pone el cascabel al gato, llevado al teatro y con el cual Romero Reyes, cuyo seudónimo es Nemo, se hizo popular y donde el llamado “chucho” cubano se hace notable, viene a certificar la “gran tradición de humor cubano”, según León Díaz.

Nemo… consta de 10 capítulos donde se recogen a través de la ironía, la parodia, la burla y el choteo, ese cosmos cubano  de innumerables afluentes y en el que las dificultades, obstáculos y carencias son paliados con puro bonche y risa. Aparecen aquí trabajos de varios años en la sección mencionada con nombres tan criollos como Delpalón divino al palito presidiario, Hasta que se seque el Malecón, La papilla, Cuentos de la suegra, entre otros.

Pandemia, academicismo, la familia, las amistades, reformas económicas, cómo compiten los precios en una olimpíada, emigración, internet, parodias de juegos infantiles, entre otros, son objeto de la mira de Romero Reyes a través del humor bien trabajado sin banalidad y con reflexión, “Nemo es un experto en el sarcasmo sutil”, concluyó León Díaz.   

Mientras, también arropado bajo seudónimo, el cantautor y escritor Fidel Díaz Castro, se hizo súper conocido con una sección titulada El diablo Ilustrado en la revista Somos Jóvenes, allá por el año 1992, remedo de El diablo cojuelo, de nuestro José Martí, “lo quise hacer así, sin que llevase mi nombre”, dijo el autor de este libro que resume música y poesía fundidas en versos y frases que dan amor, espiritualidad y reflexión.

Fidelito, como todos lo llaman, destacó la visualidad del libro, lograda al máximo con las ilustraciones de Fariñas, quien, con sus dibujos surrealistas logró dar corporeidad y rostro al diablo amoroso y paternal en este “libro que ha significado mucho para varias generaciones de cubanos… sigue siendo entrañable y hace que la gente crea en el amor”, concluyó.