Nerys González Bello: “El Coloquio es mi tercer hijo”


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Los más importantes eventos musicales realizados en Cuba desde hace algún tiempo, como la Feria Internacional Cubadisco y el Festival Internacional Jazz Plaza, han contado con el talento, constancia y sensibilidad de la musicóloga Nerys González Bello, presidenta fundadora del Coloquio Internacional Leonardo Acosta in memoriam.

Gustosa accedió a conversar con el Periódico Cubarte acerca de este evento, cuya decimo séptima edición sesiona hasta el próximo domingo en la modalidad virtual, a través de su página en Facebook, StreamingCuba y el canal de Youtube de La Casa Producciones y, de forma presencial, en el Centro Cultural La Plaza, de 31 y 2, en El Vedado.

_¿Cómo es que surge la idea de organizar un coloquio que acompañara al Festival Jazz Plaza?

“En el año 2004 el Jazz Plaza ya era un Festival que había adquirido reconocimiento; me había graduado del Instituto Superior de Arte y había comenzado a insertarme dentro del circuito de los eventos académicos sobre música, lo mismo en Cuba que fuera de ella.

A través de la Rama Latinoamericana de la Asociación para los Estudios de Música Popular, había podido coincidir con varios colegas del gremio en varios eventos internacionales, sobre todo en América Latina y en muchos casos me llamaba la atención la profundidad y lo sustancioso que estaba siendo el abordaje del tema del jazz en esos contextos académicos.

Sin embargo, paradójicamente en Cuba, me parecía que no se correspondía la práctica con la teoría, a pesar del amplísimo desarrollo que tenía el género, incluso porque ya para esa fecha el JoJazz había comenzado a dar excelentes resultados y se hablaba no solamente del jazz como género verdaderamente asentado con notables aportes, sino que además teníamos un movimiento de jóvenes jazzistas que estaba adquiriendo cada vez más fuerza y protagonismo en la escena. Es obvio que la teoría va detrás de la práctica, pero en este caso estábamos bastante atrás.

Tuve la oportunidad, justo en el año 2003, de ir a los Estados Unidos a impartir algunas conferencias sobre la historia del jazz en Cuba yla pertinencia de los conceptos de jazz latino y jazz afrocubano; todavía por aquel entonces no se hablaba con tanta fuerza del jazz cubano. La experiencia fue fructífera y el intercambio profesional con otros musicólogos, con otros estudiosos del género, me dio luces sobre la importancia que tenía trasladar esa experiencia para nuestro país.

Llegando a Cuba se lo comenté a mi maestro querido, Danilo Orozco, quien fue mi mentor para ese viaje y él me apoyó totalmente. Juntos fuimos a ver a Abel Acosta, en aquel momento Presidente del Instituto Cubano de la Música, y recibimos un entusiasta respaldo a las propuestas que le llevamos. Se lo propusimos en el transcurso del 2003 y ya al año siguiente estábamos realizando la primera edición”.

_¿A qué tipo de público pensaban dirigir el Coloquio en aquellos momentos?

“Realmente creo que en los inicios se pensó más bien para el gremio académico. Soy muy sincera, en ese momento no tenía ese know-how que fui adquiriendo después, aun cuando desde el principio sí me propuse que fuera un programa académico que involucrara por igual actividades puramente teóricas, academicistas, junto a otras que incorporaran la práctica.

O sea, que desde el principio tuvimos clases magistrales. Recuerdo que la primera edición fue en la Sala Caturla, del Teatro Amadeo Roldán, y tuvo muy buena acogida. Recuerdo también que una de las primeras clases magistrales la dio Ruy López-Nussa y el espacio se llenó, lo cual ratificó esa idea que tenía de que valía mucho la pena que no fuera solamente un espacio para discursar, sino que también era muy interesante y rico poder contar con la participación de los propios jazzistas que son los que, a fin de cuentas, van construyendo la historia del jazz en nuestro país. A partir de ahí eso ha sido un camino sin regreso”.

_¿En qué medida percibes que se ha enriquecido aquella idea original que le presentaron a Abel Acosta?

“Hemos crecido muchísimo, incluso en la participación internacional. Pienso que uno de los puntos en que nos hemos solidificado en gran medida es en el empeño de que adquiriera un carácter internacional cada vez más notorio. Hay años en los que hemos contado con la presencia de hasta quince países.

Por supuesto, esto tengo que agradecerlo al Comité Organizador del Jazz Plaza que es el que siempre ha trabajado conmigo de manera muy articulada para que los nombres que encabezan el cartel de cada edición tributen también al Coloquio y se les ofrezca un espacio para poder dar clases magistrales, tener con la audiencia este tipo de encuentros, de charlas ilustradas.

Recuerdo que tuvimos la participación muy añorada de Gonzalito Rubalcaba que, más que una clase magistral, lo que tuvo fue un conversatorio. Resultó hasta algo desmitificador, pues asistieron muchos estudiantes de música para quienes él era una figura distante y ahí lo tuvieron conversando, intercambiando con ellos, dándoles consejos. Casi ni tocó el piano.

De la misma manera hemos podido contar con los SnarkyPuppy que es una agrupación muy atractiva para esta generación actual de músicos cubanos porque se ha asentado como de vanguardia por el trabajo de la experimentación, de la fusión. Hemos tenido también la presencia de Dennis Chambers y David Weckl, bateristas de relevancia mundial que ese año coincidieron con Horacio Hernández, El Negro, que recién regresaba al patio y, por tanto, fue también una novedad.

Pero de la misma manera hemos tenido saxofonistas de muchísima relevancia, como es el caso de Víctor Goines, muy afiliado además a la docencia…En fin, una pléyade de músicos internacionales de marcado reconocimiento que han coincidido en el Coloquio con músicos nuestros como Bobby Carcassés, Hernán López Nussa, Arturo O’Farrill.

De la misma manera hemos crecido en la voluntad de utilizar el Coloquio como escenario propicio para homenajear a figuras emblemáticas, agrupaciones e instituciones que han marcado pautas importantes en la historia de la música cubana toda, pero con especial relevancia dentro del jazz.

De un tiempo a esta parte los homenajes han devenidoen hilos conductores de cada una de las ediciones. No estuvo concebido desde un principio de esa manera, pero ya luego se ha convertido como en lo más importante, lo más trascendental desde el punto de vista académico y ha sido un pretexto bonito para rendir tributos a muchas de las figuras incluso desconocidas o silenciadas o que no han tenido ese nivel de visibilidad que merecen.

Por ejemplo, este año estamos realizando un homenaje a Numidia Vaillant, considerada la primera pianowoman cubana. Ella fue la que abrió el camino para la inserción de la mujer cubana dentro del jazz.

Por suerte, desde el pasado año en que incorporamos la modalidad virtual hemos logrado que estos homenajes queden registrados en un soporte audiovisual que está al alcance de todos a través de las disímiles plataformas digitales. Materiales de consulta, de un carácter testimonial ineludible a los que les encuentro muchísimos valores, incluso desde el punto de vista didáctico y, sobre todo, del empeño de rescatar parte crucial del patrimonio musical cubano.

Es una pena que no se articule, que no haya un diálogo institucional más fuerte en aras de que estos materiales puedan tener el alcance que ameritan, incluso desde nuestra Televisión. Una Televisión que para nada es privada, que es institucional, que responde cien por ciento a esos preceptos de rescatar nuestro patrimonio, de velar por él. Pero yo espero que sea algo en lo que podamos ir creciendo también”.

_En esos materiales audiovisuales está la serie Jazz desde adentro que comenzaron a realizar el pasado año.

“Esa fue una iniciativa que tomamos desde inicios del 2021, justamente a raíz de la pandemia. No estuvo lista para el pasado Coloquio, pero luego se transmitió a través de los canales digitales.

Creo que la pandemia, si bien trajo muchas cosas negativas, también ha sido una oportunidad para crecer en muchos sentidos y nos obligó a reinventarnos, a buscar nuevas estrategias, nuevas maneras de llegar a tener ese alcance que antes teníamos solamente en la modalidad presencial.

Desde ese punto de mira nos abocamos a fortalecernos más en el área audiovisual. Creamos nuestra Casa Productora independiente que se llama La Casa Producciones y siempre en una afiliación constante con el Centro Nacional de Música Popular (CNMP) decidimos realizar, patrocinados por ellos, esta serie audiovisual concebida para la televisión y las redes sociales, en la que se involucran los testimonios de una parte sustanciosa de nuestros jazzistas radicados o no en la Isla.

Cada uno de los capítulos versa sobre una temática diferente alrededor del jazz. De manera que logramos discursar sobre las nociones del jazz cubano, lo que se entiende como buen jazz, lo que debe caracterizar a un intérprete del jazz, la presencia de la mujer cubana en este género…Son seis capítulos, uno más bien introductorio y cinco con diferentes temáticas que fuimos hilvanando con carácter documental a partir de los criterios de estos jazzistas.

En cada capítulo estos testimonios aparecen en una de las secciones, la titulada Hablemos de jazz. Otra de las secciones, la llamada Música al día, trata de acercarnos a las producciones discográficas cubanas concretadas durante el 2020.

Y, lo que a mí me parece más significativo, es que para cada capítulo nos propusimos visitar una de nuestras Academias de Música. El pretexto era llegar hasta los estudiantes con uno de los materiales audiovisuales que habíamos logrado editar para ese momento y que contenía algunas de las clases magistrales de ediciones anteriores del Coloquio; filmarlos mientras lo visualizaban y también durante el intercambio que luego sostuvimos con ellos.

Además, cada escuela, excepto la Caturla que no tiene jazz band, preparó una interpretación de un tema de jazz o de otro género de la música cubana, pero asumido desde los códigos del jazz.

Esta experiencia nos arrojó luces sobre la necesidad imperiosa de que en las Escuelas de Música se enfatice aún más en los orígenes de nuestra música y en muchas de las figuras trascendentales en la historia de la música cubana, no necesariamente del jazz. Es muy importante saber de dónde venimos para saber a dónde vamos.

Siempre había sido un empeño y un sueño añejo el que nuestros estudiantes asistieran al Coloquio, pues muchos de esos programas, incluso las clases magistrales que se preparan con tanto ahínco, se desperdiciaban porque ellos no asistían. Entonces decidimos que, si los estudiantes no iban al Coloquio, el Coloquio iría a las escuelas y eso fue lo que logramos con Jazz desde adentro el año pasado.

La intención es tratar de continuar por una u otra vía ese acercamiento. En esta edición lo haremos de una forma diferente: vamos a transmitir los materiales durante los seis días del evento, pero además los vamos a proyectar en la modalidad presencial convocando a esas escuelas para que vean el resultado de aquella visita ya materializado desde el punto de vista audiovisual y que esa sea también una ocasión para dialogar sobre las estrategias que han venido desarrollando para acercar los estudiantes al género”.

_¿Cuáles son a tu juicio los elementos que distinguen la actual edición del Coloquio?

“Creo que algo que nos distingue este año es que estamos sesionando en las dos modalidades, la virtual y la presencial. El director del Centro Nacional de Música Popular ha dicho que lo virtual llegó para quedarse y creo que tiene toda la razón pues nos da muchas fortalezas. Solo por el alcance que puede tener el Coloquio en otras audiencias vale la pena reeditarlo y seguirlo potenciando en otros años.

El año pasado, por ejemplo, tuvimos la bonita experiencia de que los familiares de las figuras a las que homenajeamos pudieron formar parte de esos tributos, aun cuando no estaban en Cuba.

Otra novedad de esta edición es que nos abrimos a seis jornadas. Es decir, estamos creciendo cada vez más y lo hacemos además en la cantidad de demandas que nos hacen instituciones y artistas que quieren verse reflejados en el Coloquio, algo sumamente grato para nosotros.

Esto ha podido materializarse gracias al respaldo incondicional que siempre hemos tenido de Víctor Rodríguez, director del CNMP. El Coloquio ha pasado por varias instituciones que han regido su organización y tengo que reconocer que el CNMP, en la figura de Víctor Rodríguez, ha sido la que ha ofrecido mucho más apoyo

Entonces tenemos estas seis jornadas que involucran lo que es el programa habitual como son los homenajes, paneles y clases magistrales a cargo de músicos cubanos y extranjeros que participan en el Festival

En la sección Jazz e Industria Musical Cubanarecibimos, como desde hace algún tiempo, a todas nuestras casas discográficas para que nos actualicen sobre lo que recientemente han ido concretando en términos de producciones discográficas relacionadas con el jazz.

Tendremos, además, presentaciones de revistas y la novedad es un podcast que someterá a la consideración nuestra la revista digital AM:PM sobre la historia del jazz afrocubano.

No quiero dejar de significar la participación que siempre tenemos de momentos musicales dentro del Coloquio, los cuales nos permiten acercar agrupaciones de otras escenas como lo son esta vez Los Muñequitos de Matanzas, encargados del cierre del Coloquio con la presentación del discoJazz y Guaguancó que grabó con ellos Alejandro Falcón.

No puedo dejar de significar que desde el 2020 generamos alianzas con Primera Línea, en ese empeño de que el Coloquio también devenga plataforma para el diálogo con especialistas del mundo de la industria, nacionales e internacionales; importantísimos directores de festivales, especialistas del management.

Todo esto ya lo tuvimos por primera vez gestionado a través de Antonio Martínez, de la Oficina de En Directo, en España. Él también se une a nosotros en esta ocasión y vamos a tener un momento especial el sábado en la tarde para discursar sobre cómo se ha movido la industria en los tiempos de pandemia.

El Coloquio tiene un espectro muy amplio que cubre distintos intereses y diversas generaciones, sobre todo múltiples gustos dentro del jazz. Es un programa muy ambicioso que espero cubra las expectativas de la mayor parte de las audiencias”.

_¿Crees que ha valido la pena el esfuerzo realizado durante diecisiete años?

“Sin duda alguna, sí. Siento que en cada edición hemos dejado la piel, un pedacito de nosotros. Lo digo en lo personal. Quienes me conocen y me ven de cerca batallar a capa y espada contra molinos de viento, saben que el Coloquio es mi tercer hijo. De hecho, es el primero que tuve.

Lo defiendo, lo protejo y lo cuido, a pesar de que a veces sienta que desfallecen las fuerzas, pero uno las cobra de nuevo. En cada mañana sale el sol y en cada edición volvemos a pensar cosas diferentes; nos olvidamos un poco de todos los problemas que hayamos tenido que afrontar y volvemos a coger buenos bríos y seguir adelante. Esto no es el resultado de una sola persona, sino de un equipo que va más allá del Comité Organizador y en el que cada año involucro alumnos míos que se sienten motivados.

Estoy convencida de que vale la pena el esfuerzo, de que ha sido verdaderamente grato y satisfactorio el haber llegado hasta aquí y espero que, aun cuando el día de mañana no sea yo la que esté, sea este un camino que se ha logrado abrir y que otros sepan continuarlo con la misma pasión, el mismo compromiso, la misma entrega con que lo hemos podido llevar hasta hoy”.


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