Ñico Saquito: artista-impronta de profunda e indiscutible Cubanidad.


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Muchas veces se ha dicho que somos un pueblo con un particular sentido del humor, con una gran capacidad de tirar las penas a relajo, al choteo. Éste, el choteo, fue estudiado por el periodista y escritor cubano Jorge Mañach (1), a la vez que fue ampliado después por el también periodista y escritor Eladio Secades (2). Este último afirmaba que los cubanos “somos tristes como el ajedrez o la bandurria”.

Y es que el cubano posee el humor como una característica primordial de su carácter, de su forma de ser y de sentir dentro y fuera de su país. No obstante y, ante todo, el humor tiene un carácter local, lo cual no es óbice para que grandes humoristas de muy alto nivel sean apreciados en cualquier latitud. Por sus características, llegan a ostentar un humor universal, distanciado de cualquier idioma y hasta costumbres propias de cualquier país.

Y si a todo ello se le agregan, además de la risa al cubano como características –y en específico--, su poesía y su música, estamos dando rienda suelta al conocimiento que, sobre él, existe en el mundo entero por parte de infinidad de pueblos y de connotadas figuras de la cultura universal.

Retomando al cubano, su ingeniosidad humorística está ligada también con épocas, hechos y situaciones histórico-políticas y hasta económicas; algo que nutre lo que ya todos conocemos como Cubanidad y Cubanía. Ambas, generadas gracias a los estudios e investigaciones realizados por el historiador, etnólogo, folklorista y músico –entre otros avatares de su maravillosa vida y obra--, don Fernando Ortiz.

“Cubanidad es condición del alma, complejo de sentimientos, ideas y actitudes”, mientras Cubanía es Cubanidad plena, sentida, consciente y deseada; Cubanidad responsable”, escribió Ortiz. Algo indiscutible y que jamás podrá ser soslayado en la personalidad y carácter del cubano de ayer, de hoy y de siempre, enmarcado –en lo fundamental--, en su oralidad, su escritura y hasta en su lenguaje corporal.

Así, los cubanos damos rienda suelta a la Cubanidad y a la risa, como parte indisoluble de ella; sabemos ser  alegres y sinceros cultores del chiste y la carcajada en las situaciones más inverosímiles, por lo que hemos sido tradicionalmente observados y realzados desde cualquier rincón del mundo como un pueblo de excelente humor; a pesar de los cambios sociales que puedan suscitarse.

Como un excelente exponente de la Cubanidad y de esa Cubanía que nos representa está la impronta de Benito Antonio Fernández Ortiz, más conocido como Ñico Saquito (3), quien hoy celebraría su Aniversario 120 (13/I/1901), de llegada a este mundo.

Nacido en 1902 en El Tivolí, --barrio de trovadores en la provincia oriental de Santiago de Cuba, y ciudad-cuna del género musical criollo Guaracha creado por él--, con su guitarra atrapó la autenticidad y mestizaje de la cultura de este Archipiélago, con más de 330 composiciones.

El extensísimo legado musical de este recordado intérprete se mantiene vigente en el repertorio de la mayoría de las agrupaciones cubanas y de sus más reconocidos intérpretes de lo cubano, de lo más profundo de nuestras raíces, de nuestra identidad nacional.

A Ñico Saquito le caracterizaron su fino humor, su doble sentido y choteo en cada una de sus interpretaciones trasladadas en forma de crónicas de la vida cotidiana del cubano. En todas, muy ingeniosamente, supo plasmar su amor  por Cuba, además de saber denunciar la situación oprobiosa de la República neocolonial. El pueblo bien supo reconocer su talento, hasta llegar a bautizarlo como Reportero de la música cubana y Rey de la Guaracha.

Sones, boleros, guajiras, décimas, mambos, y por supuesto guarachas, son algunos de los géneros que Ñico Saquito compuso, entre ellos las internacionalmente conocidas: María Cristina, Estoy hecho tierra, No dejes camino por vereda y Compay gallo.

Su guajira, Al son de mi carreta aparece interpretada por Eliades Ochoa y músicos malienses en el disco Afrocubismo, reconocido como el mejor del mundo en 2010 por la revista National Geographic. Su obra está recogida también en varias piezas del Cine cubano y latinoamericano.

Asimismo, este genial intérprete y compositor de Lo Cubano fue aclamado en varios países de este continente, entre ellos Venezuela, donde trabajó durante casi una década y recaudó fondos para apoyar a los combatientes del Movimiento 26 de Julio en la Sierra Maestra. Regresó a Cuba tras el triunfo de la Revolución.

Sus coterráneos santiagueros lo recuerdan en la Casa de la Trova, templo de los juglares, junto a su inseparable guitarra y su guayabera muy blanca y almidonada. Muchísimos cubanos también lo evocan a partir de su locuacidad entre amigos y compañeros y sus interpretaciones en la internacionalmente Bodeguita del Medio, en La Habana, ciudad donde dejó de existir físicamente (4/VIII/1982), mas no espiritualmente como homenaje perpetuo a su indiscutible y profunda  Cubanidad.

  1. Se ganó el sobrenombre de Ñico Saquito en el equipo Plus Ultra de béisbol, donde jugaba la posición de jardinero central. Se desplazaba en el terreno con gran agilidad y destreza, los aficionados comentaban que era “un saco cogiendo pelotas”, que no se le escapaba ni una, este hecho unido a su baja estatura le ganaron el sobrenombre con el cual fuera conocido en el mundo musical, perdiendo por completo su nombre de pila: Benito Antonio Fernández Ortiz.

VIDA ARTÍSTICA (4)

En 1928 comenzó su carrera como trovador con el Cuarteto Castillo con este como director y voz segunda; Ángel Almenares y Juan Medina, guitarra, y Ñico Saquito, cantante y maraquero; posteriormente formó parte del grupo Típico Oriental, dirigido por Guillermo Mozo, con el cual hizo su primer viaje a las calles de La Habana.

En 1934 regresa a la capital, esta vez con el Quinteto Cubana Star, integrado por Enrique Pugita, Ramón Dilú y Francisco Repilado (Compay Segundo), con el que actuó en el Cabaret Montmartre y en la radioemisora RHC Cadena Azul, de Amado Trinidad Velasco, y posteriormente en Radio Suaritos, donde alternó con José Ramón Sánchez (El Madrugador), Celina González y Reutilio, Merceditas Valdés, Fernando Albuerne, Senén Suárez y Obdulio Morales.

En 1942 fundó el Cuarteto Compay Gallo, que integraron Ñico Saquito, director y voz prima; Rigoberto Hecheverría (Maduro), tres; Manolo Castillo, voz segunda, y Ángel Almenares, guitarra.

En 1948 creó Los Guaracheros de Oriente, integrado por Félix Escobar (El Gallego), paila y voz prima; Gerardo Macías (El Chino), guitarra y voz, Florencio Santana (Picolo), guitarra y voz. Con este grupo viajó por Venezuela, Tampa, Cayo Hueso, México y Nueva York.

En 1951 viajó a Venezuela con Los Guaracheros de Oriente el que después se separó y allí trabajó con el Trío América y el cuarteto de Tico Álvarez. En 1960 regresó a Cuba. Desde entonces, y hasta su fallecimiento, trabajó en el bar-restaurante La Bodeguita del Medio. Sobre su manera de crear dijo Ñico Saquito: “Mis canciones nacen de un dicharacho, de un cuento que oigo en cualquier lugar, de un chiste y, por supuesto, de las alegrías y sinsabores que me han sobrevenido en algún momento de la vida. Pero todas completamente todas, tienen raíz popular […].” De ahí la perdurabilidad de sus guarachas, guajiras y boleros; en ellas se ve reflejado el cubano, su vida cotidiana, porque su música es un reflejo de su idiosincrasia; en ellas maneja el enredo, María Cristina; un suceso artístico, como la novela El derecho de nacer, de Félix B. Caignet.

Participó con Los Guaracheros de Oriente, en el filme cubano Rincón criollo, 1951, junto a la vedette Blanquita Amaro, la cantante Celia Cruz y el dúo de Celina y Reutilio.

Sus creaciones han permanecido a través de los tiempos en el repertorio invariable de grandes intérpretes como Benny Moré, Compay Segundo, el Septeto Ignacio Piñeiro, Cheo Feliciano, Oscar D' León, por sólo citar algunos de ellos. Numerosas películas del cine latinoamericano cuentan con sus obras en sus bandas sonoras.

Según contaba él mismo, el sobrenombre de Ñico Saquito vino por su habilidad jugando al béisbol; "no se le va una pelota, alguien comentó, parece que tiene un saquito en la mano en este juego de béisbol", y así se quedó para siempre con ese apelativo.

En el año 1979, ya enfermo, Ñico Saquito grabó con el trovador, Eliades Ochoa, un disco antológico que sigue teniendo gran vigencia musical, mientras la más nueva hornada de músicos cubanos y otros bien arraigados como NG La Banda, los Van Van y Adalberto Álvarez y su Son, siguen incorporando sus creaciones. Con más de 500 composiciones, la obra musical de Saquito, abarcó toda la gama de la música popular cubana, incluyendo la campesina. Sus composiciones han integrado el repertorio de los más destacados artistas y agrupaciones de Cuba, siendo además interpretadas por importantes voces en el extranjero. Todas adquirieron asombrosa popularidad, entre ellas, Camina como Chencha la Gambá, Mi cinturita y Me voy para la luna… El famoso trío mexicano Los Panchos conquistó a miles de admiradores con el tema Silverio, Facundo y la luna.

Otras piezas famosas de su autoría son la canción de protesta Al vaivén de mi carreta, así como No dejes camino por vereda, La negra Leonor, ¿Qué te parece mi compay?, Choncholí se va pa'l monte y Yo no escondo a mi abuelita, entre otras.

. (1-2) Mañach, Jorge --Indagación del Choteo. Revista Calibán, La Habana, marzo 2011.

. (3-4) Revista Salsa Cubana, La Habana, No. 6, 1998.


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