Con la presencia de Gretel Alfonso, viuda de Nicolás Guillén Landrián, tuvo lugar un homenaje al cineasta, en la galería del Centro Cultural Fresa y Chocolate organizado por la 14 Muestra Joven del Instituto del Arte e Industria Cinematográficos.
La mesa Nicolás Guillén Landrián, el mito y el legado, estuvo compuesta por un grupo de expertos en la obra del realizador, los cuales reflexionaron acerca de la poética del mismo e identificaron de qué forma su legado ha sido inspiración para la nueva oleada de jóvenes realizadores, fundamentalmente los documentalistas.
Inició las intervenciones, Celia Rodríguez, egresada de la carrera de Historia del Arte, cuya tesis de graduación, La construcción del imaginario del héroe de la Revolución Cubana en los documentales producidos por el ICAIC en la década del 60, fue el punto de partida para su análisis de la filmografía de Guillén Landrián, en el cual se refirió a aspectos medulares de la obra del documentalista tales como el acercamiento inusual a la figura de los héroes, el tratamiento novedoso a la temporalidad histórica, el sincretismo de los significantes, la atención a sujetos comunes o marginados socialmente, en un contexto en que el pueblo era visto como una masa colectiva donde muchas veces las individualidades quedaban diluidas, entre otros.
La doctora Lázara Menéndez, profesora de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, analizó el tratamiento de las individualidades en la documentalística de Guillén Landrián y destacó su talento, “porque él no es un investigador, es un artista por tanto hay una capacidad de penetración en la realidad y hay un talento puesto en función de demostrar que ese espacio vida cotidiana tenía un valor y expresaba a su vez relaciones de trascendencia; ahí también hay una capacidad por parte del creador de desdoblarse y de no imponer necesariamente su mirada”, aseguró.
Explicó además que el artista no transitó por el concepto de masa tan al uso en la época en que realizó sus piezas y que enfatizó en la relación individuo- colectividad; “puso el acento en el individuo porque era muy necesario y aún hoy resulta muy necesario”, aseguró la profesora.
Significó seguidamente que otro elemento notable es que documentó la práctica de algunas religiones, incluidas las de origen africano, en un momento en que el cine no reflejaba estos temas, y que presentó estos escenarios como espacios de libertad espiritual y no de enajenación como era la visión de la época., “eso fue muy valiente, porque era la manera de reconocer que efectivamente ahí había una espiritualidad que iba a nutrir a la cultura nacional”, destacó.
Raidel Araoz, escritor y cineasta, director del documental Retornar a La Habana en Guillén Landrián, (2013), centró su atención en aquellos elementos formales y conceptuales que hacen del artista un director contemporáneo “alguien que resulta significativo para la generación que llega a producir sus obras en la primera década del 2000, y que de alguna manera rescata esta figura olvidada después del año 1972 en que sale del ICAIC”, subrayó.
Araoz mencionó en el inventario de la polisémica obra de Guillén Landrián su línea de cine antropológico, donde desarrolla un realismo lírico de corte observacional, la ausencia de diálogos, los primeros planos de personajes casi estáticos mirando a la cámara, el contrapunteo entre música y sonido directo que forma una armonía, un diálogo que genera lirismo, la utilización de una comunidad como estudio, ausencia de voz en off, uso de intertítulos que permiten penetrar en los pensamientos de los personajes; en una segunda etapa la inclusión de imágenes de archivo, y la entrada del concepto de disonancia, en que la banda sonora se compone de ruidos, la voz en off, las personas hablando a cámara y la integración del collage.
En cuanto a la etapa correspondiente a su documental Inside Downtown, realizado en video en Miami, Araoz señaló que se aprecia en el mismo un cambio; está contado a través de entrevistas, con un estilo directo, el propio creador aparece dentro del documental, también su esposa y su hijo; en el mismo regresa al cine antropológico, y hay un mayor apoyo en el sonido directo que en la música.
Cerró las intervenciones el acreditado ensayista, crítico y profesor de la Escuela Internacional de Cine, Dean Luis Reyes cuya exposición se correspondió con el capítulo de su libro La mirada bajo asedio, que dedica al análisis de la documentalística del homenajeado, y que inició con la pregunta ¿por qué estamos aquí?, “la Muestra ha sido el lugar desde el cual el cine de Nicolás Guillén Landrián ha sido visto nuevamente”, recordó.
Más adelante acentuó “siempre que hablamos de Nicolás Guillén Landrián hablamos de alguien que entendemos como un contemporáneo” y reafirmó que al observar las obras del cineasta “nos damos cuenta que a la historia del cine cubano le faltaba una pieza que era fundamental”.
Luego distinguió la existencia “de marcas evidentes en la obra de jóvenes realizadores”, que muchas veces tienen que ver con “una especie de revelación”, pues aseveró que la forma en que Guillén se había aproximado desde el discurso artístico a realidades sociales de su tiempo y el tipo de mirada que ofrecía desde su época, conectan de una manera esencial con cuestiones cardinales de las necesidades expresivas de los realizadores jóvenes; consideró en este sentido dos cuestiones básicas: un redescubrimiento de la no ficción como un área en la que los códigos autorales pueden manifestarse de la manera más libre y donde la creatividad no tiene por qué reconocer límites.
Opinó el crítico que una de las cuestiones esenciales que justifican el encuentro natural y abierto que se da entre las poéticas de los jóvenes realizadores con el cine de Landrián, “es la búsqueda del sujeto popular desde una perspectiva de problematización”; y luego añadió “yo pienso que el principal legado que trae al presente el redescubrimiento de la mirada de Landrián es una postura ética, un compromiso con el sujeto y la idea de que el que mira está implicado también en lo mirado”.
Al final de las exposiciones la viuda de Guillén Landrián, agradeció a los panelistas y compartió interesantes reflexiones acerca de la poética de éste así como detalles esclarecedores de sus búsquedas y quehaceres y a propósito del tema final abordado por el profesor Dean Luis Reyes declaró: “Todo el cine que hizo está permeado por una compasión hacia el ser humano, tenía una honestidad y una incolumidad que lo hacían muy responsable de su mirada hacia los demás”.
Un excelente ejercicio académico resultó la mesa tributo a Nicolás Guillén Landrián y un necesario recordatorio del lugar que debe ocupar su obra documentalística en la historia del cine cubano; es una pena que los jóvenes realizadores, protagonistas de la 14 Muestra Joven del ICAIC hayan estado tan pobremente representados en el público.
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