No fue posible el diálogo. Encerrado en su jaula metálica observaba y era observado por quienes transitaban por las inmediaciones de la Plaza de Armas donde, casi frente al Templete, estaba realizando su performance La perla negra el artista indio Nikhil Chopra, uno de los invitados a la XII Bienal de La Habana.
Apenas había comenzado en la mañana del viernes, pero serían sesenta horas continuas en las que ocasionalmente saldría de su voluntario encierro para asearse y cambiar de apariencia.
Una estera donde descansar, una jarra con agua, un farol, algunas frutas y lápices para dibujar eran apenas los objetos que lo acompañaban dentro de su cárcel de cabillas y techo ligero, siempre custodiada por una especie de guardián.
Afortunadamente y tras unos minutos de observar la obra, el también voluntario mutismo de Chopra fue salvado por su ayudante Kura Light, quien dijo a Cubarte que el performance sería uno de los más importantes que él realizara por los valores históricos del lugar en que lo estaba desarrollando.
“La jaula es un elemento simbólico trascendental. No sabemos si él es el que está encerrado o nosotros. También representa la insularidad de Cuba”, añadió.
Ciertamente, los dibujos que de la ciudad el artista crea en su cárcel ficticia son una especie de liberación a través del arte, mientras que el contacto visual en uno y otro sentido lo eximen del total aislamiento.
Es un nuevo tipo de relación que así ensaya con el público quien ha realizado este tipo de propuestas en distintas partes del mundo, siempre influido por el contexto específico, tal y como pautan los objetivos de esta edición de la Bienal.
Unos eran los conceptos que de nuestro país y del evento traía Chopra en su breve visita exploratoria del pasado febrero y otros los que plasmó ahora tras las vivencias de aquellos días, según ha expresado. Así resulta apegado al enunciado Entre la idea y la experiencia que preside a esta gran fiesta, compartida por alrededor de mil creadores de más de cuarenta países.
Durante sesenta horas entraría y saldría de vez en vez del extraño hábitat que se había ideado. También en los días venideros partirá de nuestro país llevándose las impresiones de a quienes en silencio observó e hizo el regalo de una obra que habla de la libertad espiritual y lo relativo del aislamiento.
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