Un festival mundial de teatro infantil organizó la ciudad de Stratford, en la provincia de Ontario, Canadá, durante los primeros días de junio de 2016. A este singular y hospitalario sitio llegaron cientos de niños de todos los continentes y, con el pretexto del teatro, se encontraron bajo el lema: “Nuestro mundo, nuestro planeta”.
Cuba estuvo representada por el Grupo teatral Fragua, integrado por estudiantes que culminaban su séptimo grado en la Secundaria Básica “Abel Santamaría”, en el capitalino municipio Playa. Ellos fueron seleccionados por el Comité Organizador entre decenas de propuestas recibidas de todo el mundo.
Fragua lleva años de trabajo como proyecto teatral comunitario vinculado a la docencia y dedicado a la labor cultural en su localidad de Santa Fe. Para este festival presentaron su obra titulada Para ser mejores, conformada por diversos textos martianos de La Edad de Oro y el poema épico Abdala; un llamado a fomentar los valores más universales como el amor, la amistad y la solidaridad.
La ciudad de Stratford es reconocida por sus eventos culturales de fama mundial y la defensa de las tradiciones. Allí, por estos días, ocho pequeños cubanos ganaron simpatías por su desempeño teatral, su alegría, sus sombreros de yarey y blancas guayaberas; se distinguieron entre las delegaciones participantes y en cada una de las actividades previstas.
La organización del evento fue impecable. En cada sesión el teatro estuvo de gala: de imágenes, vídeo, música y danza integradas a los espectáculos, derroche de técnica escénica, maquillaje, vestuarios, escenografía, luces y una gran diversidad de lenguas y maneras de hacer. Un taller de directores daba la oportunidad a todos de conocer las experiencias de trabajo de los grupos y compartir sobre cada puesta en escena. Tales debates y análisis de rigor se dieron en un marco de respeto inclusivo, donde se tocaron temas sobre el arte que los niños sedimentaron luego en otras tres sesiones cuando se realizó el Simposio “Juguemos”, organizado paralelamente al festival, donde fueron presentados ponencias y proyectos sobre estas materias.
Todo el programa de actividades del festival estuvo diseñado para cubrir los intereses de los niños y lograr un permanente intercambio entre las culturas que allí concurrían, ya fuesen de Canadá, Uganda, Indonesia, Alemania, República Checa, Estonia, Eslovenia, Rusia, Australia, Estados Unidos, Paraguay, El Salvador, Colombia o Cuba.
De las iniciativas más particulares del evento estuvo la de estructurar con los niños nuevos grupos según las edades, un todo de lenguas y culturas. Para ello fueron mezclando a miembros de diferentes países en pequeños colectivos a los que dieron en llamar según la fauna canadiense: Los alces, Los osos polares, Los cuervos, Las ocas, Los búhos blancos, Los renos y otros. Con ello quedaban integrados multiculturalmente para disfrutar de los talleres ofrecidos por el festival y aprender a realizar máscaras, títeres, atrezzo, música vocal, percusión con diferentes objetos, bailar danzas indias del Este, o bien conocer la ciudad en un tur, pasear en lo alto de un carro de bomberos, visitar galerías o museos, hacer senderismo, descargar musicalmente a golpe de guitarra, armónicas y tambores. Fueron diez días de aventuras en cuyo eje central estuvo la felicidad de los niños.
Este es un Festival que se organiza cada dos años por la Asociación Internacional de Teatro AITA/IATA a la que Cuba pertenece desde hace más de dos décadas. Fue creado en 1990 en Lingem (Ems) Alemania, su sede principal, a la que vuelve cada cuatro años y alterna con su realización en diversos países del orbe, pues este festival ya celebra su 14 edición y ha viajado a Turquía, Dinamarca, Japón, Rusia y Cuba. Recordemos en especial el 8vo Festival Mundial que se realizó en esta ciudad de La Habana y al que asistieron niños de 43 países.
No se podría concluir esta reseña del 14 Festival Mundial de Teatro Infantil, sin mencionar a los cientos de voluntarios de Stratford y sus alrededores que hicieron posible el éxito. Reconocimiento muy especial a las decenas de familias canadienses que abrieron sus hogares para recibir a los pequeños visitantes. Esa fue otra posibilidad de intercambio cultural pleno, al que las simpáticas y contagiosas lágrimas de los niños, tanto visitantes como anfitriones, en el momento de la despedida, expresaron verdadero honor.
Sin dudas será imborrable este recuerdo para los que tuvieron la posibilidad de vivirlo y un motivo de esperanza por hacer del Mundo una casa mejor. Los niños quedaron más cercanos de la naturaleza, de las culturas, del teatro, de la inclusión, de la tolerancia, la alegría y de la amistad.
Demos por ello las gracias una vez más a Stratford, a la AITA/IATA, a los niños del grupo teatral cubano Fragua por su excelente papel en el evento, a sus familias y a todas las instituciones que hicieron posible la participación de Cuba en este Festival, entre ellas: al Ministerio de Cultura, a CIERIC, al Consejo Nacional de Casas de Cultura, a la Oficina del Programa Martiano y a la Sociedad Cultural José Martí.
Estos adolescentes cubanos han regresado a su patria contentos y orgullosos de representarla en un evento tan importante. El llevar además un espectáculo basado en la obra de nuestro Apóstol, constituyó una marca de identidad sin igual, que define su compromiso de ser cada vez mejores por nuestro mundo, nuestro planeta y por Martí.
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