No olvidar a Lecuona: Aniversario 60 de su fallecimiento


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De la misma manera que Benny Moré representa el símbolo de la música cubana, Ernesto Lecuona es el símbolo de la música instrumental de alto vuelo y la cancionística de emblemáticas melodías. 

Afortunadamente el Canal Educativo de la Televisión Cubana, en determinados momentos ha trasmitido cuatro programas especiales dedicados a la vida y obra de Ernesto Lecuona, tomado de la obra publicada de Ramón Fajardo. Los cuatro capítulos muestran las entrevistas de personalidades que conocen la obra de Lecuona. Es como un resumen de la trayectoria y aportes del más famoso músico que ha tenido Cuba.

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO

De enorme valor son las reflexiones de los ilustres estudiosos sobre el recorrido grandioso de un músico que llegó a la cumbre de la música internacional. Todo país inteligente protege su cultura, sus mejores celebridades. 

Ernesto Lecuona es considerado el más difundido músico de Cuba. La obra del músico de Guanabacoa es inmensa, más de 480 obras y, muchas de ellas reconocidas internacionalmente, tanto en España como en los Estados unidos.

EL MELODISTA DE CUBA

El catálogo de obras de Lecuona es asombroso, desde lo hispano hasta lo afro; abarca desde baladas, barcarolas, berceuse, boleros, guajiras, bahiana, balalaika, canto (indio, karabalí, negro, tropical), mosaicos (popurrits), caprichos, criollas, concierto, congas, cuplé, danzas afro, danzas españolas, fado, fantasía, fox-trot, two-steep, guarachas, gavotas, habaneras, himnos, marchas, temas infantiles, mazurkas, lamentos, lied, sones, pasodobles, plegarias, pregones, preludios, poemas sinfónicos, rumbas, romanzas, tangos, suite, valses, jotas, comedias líricas y musicales, óperas, operetas, sainetes, entremeses, revistas. Las grabaciones y versiones son incontables. 

Lecuona deja obras inmortales: Canto Siboney, escrita para la revista Tierra de Venus, protagonizada por Rita Montaner, en el teatro Regina de La Habana, en 1927. (Se escucha en todos los aeropuertos del mundo, decía Gabriel García Márquez). 

La Comparsa, una de las danzas más populares y entre los símbolos más queridos de Ernesto Lecuona, es lo más característico de su música para piano, de lo más apreciado que se haya compuesto musicalmente en Cuba. Registrada el 23 de junio de 1923. 

Otra de sus triunfadoras canciones es la llamada Siempre en mi corazón, escrita por Lecuona con el título de No puedo quererte, que en su momento no resultó ser su canción preferida. Pero, en 1942 aconteció lo inusitado, Hollywood le solicita una romántica canción para una película que llevaría el nombre de “Alway in my heart”, el maestro no contaba con el tiempo necesario para crear algo nuevo y les ofreció una vieja canción, a la que le cambió letra y título, en idioma inglés para que fuera completa y le llamó Estás en mi corazón.

Otras no menos difundidas: Noche azul, grabada por la orquesta Aragón y muchos cantantes líricos. Por su parte, Benny Moré dejó grabada con su Banda Gigante: “Como arrullo de palma”, a la cual le imprime una acentuada cubanía.  

Pero Lecuona no es solamente un compositor de éxito, fue un promotor de nuestra música y un pianista sensacional. Leo Brouwer dijo: “Lecuona, fue un pianista soberano, pero, por encima de ser el mejor pianista, quiso ser el mejor compositor de su tiempo en las obras que hacía y logró tanto como se propuso”. 

Lecuona fue tío-abuelo de Leo Brouwer, en el documental Lecuona, de Oscar Valdés, Leo declara: “Ernesto puede ser que, para las generaciones más nuevas, no sea una referencia cercana, amada y querida; pero para el mundo sí lo es todavía. Lecuona fue un músico genial, con una maestría en sus composiciones. Hay un elemento común para todas las obras de Ernesto y es que, para interpretarlas, hay que tocar mucho piano, hay que ser un verdadero pianista. No es un pianismo fácil y además es brillante, siempre y con una gran belleza. La cosa poética de Lecuona y la belleza melódica de él van a perdurar”.

Sin embargo, Lecuona fue incomprendido por algunos “especialistas de la música”, en aquellos tiempos existía en Cuba muy arraigado el concepto europeísta (eurocentrista), para ellos el mundo de la música popular no era realmente considerado.

El especialista de música del Icaic José Galiño alega: “Yo creo que lo que le sucedió a Lecuona, al igual que a Pérez Prado, es que los músicos rivales nunca le perdonaron que fuera tan popular y tan famoso”.

Sabemos de la obra colosal de Lecuona, pero, nunca olvidemos su aporte a la cubanidad, la identidad nacional.

Hay algunas valoraciones sobre Lecuona que son dignas de publicar en días como hoy: una de ellas pertenece a Adolfo Salazar (considerado el mejor musicólogo de su tiempo). Salazar publicó en El Sol de Madrid, en 1932:

“Su técnica es una oportuna combinación de lo tradicional con lo más netamente moderno. Es decir, una música que parte de lo popular, busca la popularidad, es fácilmente accesible y sabe guardarse de caer en lo populachero. Es uno de los melodistas más grande que ha dado el mundo”.

En 1955 el crítico Antonio Quevedo publicó algunas opiniones de un inglés diplomático relacionado con musicólogos:

“Ustedes tienen un genio de la melodía y el ritmo que no existe en Europa, si tuviéramos un Lecuona estaría sostenido por el Estado. Pregunte a cualquier inglés, etc., y verá cómo la canta a su manera. Dudo que tengan ustedes otros músicos de esta categoría en lo popular y típicamente cubano, pero en Inglaterra no lo conocemos; en Francia tampoco. Esta música de Lecuona es única, típicamente nacional, es la más genuina representación de Cuba. Ese deje sabroso de los bailecitos campesinos, los cantos de trabajo, la cadencia del lenguaje, la vida callejera, están admirablemente plasmadas en la música de Lecuona. Es la esencia del hedonismo criollo del sabroso “cubaneo”. No hay país en la tierra que pueda igualar a Cuba en cordialidad, generosidad y don de gentes de sus naturales. Pues bien, estas cosas son las que refleja la música de Lecuona. Es cierto lo que me dijo Manuel de Falla: que la música popular cubana era única en el continente y sus valores rítmicos inimitables”.

Con toda esta obra Lecuona ha sido colocado entre los colosos de la música al nivel de George Gershwin, Villa-Lobos, Johann Strauss, Franz Lehar, Manuel de Falla y otros clásicos. 

Lecuona trabajó durante seis décadas en la música, nunca estuvo de espaldas al pueblo, desde los doce años de edad se vio obligado a tocar en cines de barrio, por tres duros (pesos españoles). Se cuenta que, desde su cuna, a los cuatro días de nacido una negra limosnera africana muy anciana se le acercó a contemplarlo y le profetizó estas palabras: “ ¡Dios te bendiga, genio!”.

Alejo Carpentier, en una conferencia, en 1973, no podía olvidar a un músico de su tiempo: “Y volviendo a rendir homenaje a quienes contribuyeron a difundir esa música, sin olvidar que Lecuona, es hombre a quien yo oí tocar conciertos de Mendelssohn y de Mozart con la Orquesta Sinfónica de Gonzalo Roig, en el año veinte. Es un músico que, por ejemplo, las obras de él siempre están admirablemente escritas, dentro de lo que él quiere hacer. Eran individuos que tenían, todos ellos, una base sumamente sólida y por eso sabían lo que hacían y por eso de diez canciones que componían había una que se hacía un ritmo mundial. Puedan los jóvenes autores de hoy, que hacen baladas, canciones, feeling y otras cosas, puedan meditar en ese ejemplo y saber que hay casos en que su inspiración, si la tienen, sería muy beneficiada con un estudio de las técnicas y por conocer su oficio a fondo, podrán lograr así lo que lograron quienes en el fondo de la música cubana se ganaron oyentes de todo el mundo”. 

Lecuona es uno de los grandes reyes de la música cubana, trasciende y tiene una honda significación para la cultura nacional, sin dudas, y la seguirá teniendo. Hoy cuando se habla de Cuba, hay que mencionar a Ernesto Lecuona, clásico-popular de la música cubana.

 


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