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No tan simplemente Pepe


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José Antonio Rodríguez Ben, Doctor en Ciencias Pedagógicas, miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC) y de la Comisión José Antonio Aponte de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

No se lleva y se trae el tema de la enseñanza de la Historia. Algunos piensan de esa manera y con el respeto que merecen, no creo que un asunto tangencial para la identidad de la nación deba ser objeto de un tratamiento tan burdo. La historia, como la lengua materna, las costumbres, tradiciones, idiosincrasia y el arte, es parte de la columna vertebral de una nación o una región; pobladores sin memoria serían seres sin rumbo; la persona sin la riqueza de un árbol genealógico es huérfana de legado y así la localidad, la región o el país lo serán si no hayan respuesta a las interrogantes del pasado: ¿Quiénes fuimos, de dónde venimos? Sin ese precedente es en extremo difícil saber quiénes somos y hacia dónde vamos.

Conozco un país que a los doscientos años de su estado nacional se hallaba enfrascado en encontrar un prócer que lo representase y otro que adoptó un ritmo y baile foráneos pus no tenía un género musical propio. Cuán distinta Cuba con una pléyade de patricios desde Hatuey hasta los Cinco y una riqueza en su arte de la cual se siente orgullosa. Esa resistencia combativa y cultural hace hervir la sangre y es la razón de que estemos aquí tras más de cincuenta años de bloqueo y agresiones, superando un Período Especial y resistiendo un genocidio y es que se resistió a la conquista por los ancestrales cubanos, serranías y maniguales se convirtieron en palenques, la reconcentración de Weyler no pudo aplacar la rebeldía y dos tiranías horrendas y 60 años de ignominia republicana fueron echadas por tierra. Si Fidel Castro aseguró en 1952 que resurgirían los Mella, los Trejo, los Villena y los Guiteras, y así sucedió y en el 59 dijo que en el pueblo había muchos Camilo y los hay, me atrevo a asegurar que en la Cuba futura habrán los hombres y mujeres continuadores de esa historia y serán en su presente como antes fueron en el 68, el 95, los años 30 o el 59. Pero ese legado no basta con que esté latente en las venas de la nación, hay que conocerlo y reconocerlo, estudiarlo, cuestionarlo, interrogarlo, hay que platicar con él. Por rebelde que sea un adolescente, necesita escuchar a sus padres aunque después tome su propia decisión y es igual un pueblo con su historia.

José Antonio Rodríguez Ben (Caibarién, Villa Clara, Cuba, 10 de diciembre de 1952) “Pepe”, para los maestros y profesores de Historia, es hoy metodólogo del Departamento de Formación Básica del Ministerio de Educación y lo es desde hace 22 años y el doble de esa cantidad de años en las aulas enseñando Historia. Doctor en Ciencias Pedagógicas, miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC) y de la Comisión José Antonio Aponte de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

RJRM: Comencemos por el final de tu obra, tu participación en la Comisión Aponte.

JARB: Las relaciones de trabajo entre la Comisión José Antonio Aponte de la UNEAC y el Ministerio de Educación se fortalecen a partir de una fructífera reunión de intercambio y coordinación desarrollada en la sede de Ministerio de Educación el 14 de mayo del 2013, presidida por la Ministra de Educación, la Doctora Ena Elsa Velázquez Cobiella y donde participaron el Presidente de la Comisión Nacional José Antonio Aponte, Licenciado Heriberto Feraudy Espino; el Coordinador del Comité Cubano de La Ruta del Esclavo, Doctor Jesús Guanche; la Jefa del Departamento de Marxismo-Leninismo e Historia del MINED, la Máster Miriam Egea Álvarez y yo, como Metodólogo Nacional de Historia. De la misma se derivó mi inclusión en la comisión además de diversas acciones como: el desarrollo de cursos de superación impartidos por especialistas de distintas instituciones a los docentes en formación y en ejercicio con vista a elevar el conocimiento sobre la historia y actualidad de África; sobre la trata, la esclavitud del negro africano y sus secuelas sociales; sobre la conformación de la cultura e identidad cubanas y el imprescindible aporte del componente africano en ello; sobre el destacado papel del cubano de descendencia africana en la proyección y desarrollo de la historia y sociedad cubana; sobre la evolución del racismo y su enfrentamiento a lo largo de nuestra historia y el significado de la Revolución Cubana, martiana y fidelista, que desde sus primeros momentos y a lo largo de su desarrollo socialista convirtió la lucha contra la discriminación racial en uno de sus principales objetivos.

También realizamos la recopilación de materiales escritos por especialistas relacionados con esos temas, que sirvieran para profundizar el conocimiento de los docentes. La intención de rescatar en formato digital la serie televisiva “El etnos cubano”, subciclo “Ser cubano es también ser hijo de África”, trasmitido en el programa “Punto de partida” que coordina el Centro Nacional de Superación para la Cultura del Ministerio de Cultura, para ser visualizado críticamente por los docentes como material de superación histórico-cultural. La incorporación de forma sistemática de esos temas en los diferentes eventos y talleres que a nivel municipal, provincial y nacional se realizan en función de la preparación histórica y didáctica de  los docentes y el intercambio entre los especialistas de esas instituciones y del MINED, criterios y sugerencias para el perfeccionamiento de los objetivos y contenidos de los programas de la asignatura Historia.

Un resultado obtenido fue la Biblioteca Digital “África en la historia y la cultura cubana y universal”, que su primera colección se pone a disposición de los centros educacionales, educadores y educandos. En ella se reúne una valiosa información científica, cultural y docente sobre diversos temas relacionados con la historia de África, la esclavitud, la cuestión racial y la decisiva herencia africana para la conformación de lo cubano, lo caribeño, lo americano y lo universal.

En su contenido, adecuadamente organizado para facilitar su localización y lectura, se aprecia una considerable cantidad de artículos y de libros, numerosas presentaciones y boletines de organizaciones e instituciones culturales, entrevistas, paneles de opinión, materiales didácticos y audiovisuales, fuentes bibliográficas y documentales, discursos, pronunciamientos, valoraciones y multimedias, todo vinculado con las temáticas mencionadas.

Se brindan más de 35 artículos escritos por Eduardo Torres-Cuevas, Fernando Martínez Heredia, Miguel Barnet, Jesús Guanche, Esteban Morales Domínguez, Rogelio Martínez Furé, José Luciano Franco Ferrán, Argeliers León, Leyda Oquendo, Pedro de la Hoz, María Teresa Linares, Marcelo Pogolotti, Heriberto Feraudy Espino, Luís Toledo Sande, José Antonio Rodríguez Ben, Gema Valdés Acosta y Felipe de Jesús Pérez Cruz, entre otros destacados investigadores, docentes e intelectuales. Además de libros indispensables de reconocidos autores como Fernando Ortiz, Jesús Guanche, Heriberto Feraudy, Denia García Ronda, Esteban Morales Domínguez, Zuleica Romay Guerra, Tomás Fernández Robaina, Silvio Castro Fernández, Rolando Julio Rensoli Medina, Jorge Ibarra Cuesta y  Anténor Firmin.

Se proporcionan presentaciones y boletines de organizaciones e instituciones culturales, como por ejemplo, de la Comisión José Antonio Aponte, de la Casa de África y del Proyecto Educativo de la Red PEA La Ruta del Esclavo de la UNESCO.

Se reúnen importantes entrevistas a personalidades de la cultura cubana como Zuleica Romay, María del Carmen Barcia, Graziella Pogolotti, Fernando Martínez Heredia y Esteban Morales Domínguez.

Se ofrecen valiosos materiales didácticos, audiovisuales y fuentes bibliográficas y documentales, todo de segura utilidad para los docentes.

Se recopilan pronunciamientos y valoraciones que sobre el tema de la africanía y la problemática racial se han realizado en diferentes momentos, sobre todo por Comisión José Antonio Aponte de la UNEAC y Comité Cubano La Ruta del Esclavo: Resistencia, libertad y patrimonio. También se entrega una ordenada compilación de discursos de Fidel y Raúl Castro Ruz con referencias a África, América Latina y el Caribe, el antirracismo y el internacionalismo de la Revolución Cubana. Se concluye con valiosas multimedias para la superación de los docentes y su uso como medios de enseñanza.

Sin dudas un arsenal de conocimientos consensuados por la comunidad intelectual cubana y de otros aún en debates, que preparan para una enseñanza de la Historia más integral y que devele aspectos aún no suficientemente tratados o visualizados en las versiones de síntesis que nos brinda la historiografía y como consecuencia lógica, en los programas y textos escolares. También convidan a una metodología más activa, motivadora y desarrolladora que propicie la reflexión, el debate y la consciente apropiación por parte de los estudiantes de los contenidos histórico-culturales impartidos. Para ello es imprescindible traspasar los muros de las aulas y vincular la docencia al trabajo con los museos, con los monumentos, con las tarjas, con los sitios patrimoniales, con los testimonios, con las lecturas históricas, artísticas y literarias que respondan a cánones más auténticos y relacionados con nuestra cultura y bienes patrimoniales, para la conformación de lo cubano y lo universal.

RJRM: Pepe, haz dedicado tu vida a la enseñanza de la Historia y a la preparación de los docentes que tienen este encargo social, tu opinión ¿Cuáles son los aciertos y desaciertos de esa esfera en los momentos actuales?

JARB: Creo que se debe recordar la importancia que le han concedido al conocimiento de la Historia de Cuba José Martí y Fidel Castro. 

En 1881, el Apóstol afirmaba: “(…) De amar las glorias pasadas, se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas”. Un año después advertiría: “(…) Corre peligro de perder fuerza para actos heroicos nuevos aquel que pierde, o no guarda  bastante, la memoria de los actos heroicos antiguos (…) “

Fidel Castro, en mayo de 1992, en el memorable encuentro con los miembros del Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”, planteó: “(…) estudiar la historia y estudiarla a fondo es quizás el instrumento más extraordinario de que dispongamos para transmitir valores, sentimientos patrióticos, sentimientos revolucionarios, sentimientos heroicos”.

Más recientemente en los documentos de la pasada Conferencia del Partido, en los objetivos 63 y 64 se hace referencia también a la importancia de continuar el desarrollo y utilización del marxismo y  a la necesidad de mejorar la enseñanza y divulgación de la Historia de Cuba y de la localidad en el interés de fortalecer la unidad nacional y promover la comprensión sobre el origen y desarrollo de la nación, la consolidación de un pensamiento propio y la tradición patriótica, cultural, solidaria e internacionalista de nuestro pueblo.

Razones por las cuales la Historia de Cuba se imparte en todos los niveles del Sistema Nacional de Educación, desde la enseñanza primaria (donde se introduce la Historia como asignatura) (Preescolar: Área de Vida Social y en el primer ciclo de primaria: El Mundo en que Vivimos) caracterizada por las anécdotas, sencillez y amenidad de la narración histórica; secundaria básica (enfoque de sistematización) caracterizado, entre otras cosas, por una diversidad de métodos que transite por las dimensiones espaciales, temporales y causales de la historia y el nivel medio superior (enfoque de profundización) donde se debe reflejar una proyección más problemática y razonada del contenido, con énfasis en las fuentes documentales y bibliográficas complementarias.

En sentido general considero que la enseñanza de la Historia de Cuba se debe caracterizar por: Asumir una concepción marxista de la historia y donde se manifiesta la consecuente relación ciencia histórica- asignatura. Su estudio debe diseñarse como un proceso que responda a las estructuras y circunstancias de cada etapa histórica.

El relato historiográfico escolar debe correlacionar en su explicación de los acontecimientos y procesos históricos, los aspectos políticos, económicos, sociales, culturales y de otro tipo que inciden sobre los mismos, así como las dimensiones temporales, espaciales y causales en que transcurren.

Los sistemas de conocimientos históricos deben presentarse a los escolares bajo una proyección sugerente al debate y la reflexión. No como verdades incuestionables para ser memorizadas mecánicamente. La enseñanza y el aprendizaje del contenido histórico, se constituye en fuente de educación cívica y patriótica. Contribuyente, además, a la conformación de la identidad nacional, el sentido de pertenencia, la comprensión de la necesidad del mejoramiento humano y del mundo actual, entre otros aspectos. Su contenido histórico, bien tratado, es portador natural de un potencial educativo y de un sistema de valores.

En los esquemas de contenidos debe atenderse el estudio de la llamada gente sin historia y su modo de vida en las diferentes etapas en que se abordan, del mismo modo correlacionar el estudio de la historia dirigida a aprender y aprehender el proceso histórico de la conformación de la nación y la identidad, con otros relacionados con la historia social.

Es necesario acentuar el enfoque tercermundista en los contenidos, al evidenciar la rica herencia cultural que han aportado al desarrollo de la humanidad diferentes civilizaciones.

También se debe actualizar el conocimiento de los aborígenes y continuar profundizando en la trata y la esclavitud del negro africano, sus características e impacto en la conformación de nuestra cultura e identidad, así como sus consecuencias y secuelas sociales, lo que debe contribuir a la formación de una conciencia crítica hacia el racismo y cualquier otra manifestación de exclusión social.

La presencia, actuación y contribución de la mujer, los estudiantes y los cubanos y cubanas descendientes de los aborígenes y africanos en la conformación de nuestra historia y cultura tienen que ganar más en visibilidad y concreción en las clases de Historia.

La historia y la cultura de cada localidad forman parte intrínseca de nuestra historia en todos los niveles de enseñanza y deben estar orgánicamente articuladas con los programas de la asignatura. La docencia de la asignatura debe estar basada en la pluralidad de fuentes, métodos y medios de enseñanza como vías de educar en el razonamiento, la polémica, el ejercicio del criterio y la toma de posiciones. La clase de Historia tiene que ser expresión de la cultura del diálogo y del entrenamiento de los alumnos en la exposición de sus ideas de forma oral, escrita y gráfica.

Me preguntas de los desaciertos yo diría que no son pocos; entre ellos: La insuficiente preparación especializada en cuanto a la cultura histórica y didáctica de una parte de los maestros y profesores para enfrentar exitosamente la docencia de la asignatura.

El enfoque memorístico y reproductivo de la docencia, que no estimula el razonamiento y la práctica del pensamiento lógico, crítico y creativo. La presencia de esquematismos y rutinas negativas como el abuso del dictado, de las plecas, la reiteración innecesaria y otros aspectos nocivos desde el punto de vista metodológico, que desfavorecen la motivación, el interés y el aprendizaje de los estudiantes y atenta contra las potencialidades formativas de la asignatura.

El poco uso de las anécdotas, el relato y las narraciones relacionadas con los hechos, procesos y figuras históricas así como la insuficiente utilización de los esquemas lógicos o mapas cognitivos, tablas sincrónicas y comparativas, las llaves y otros recursos didácticos de probada validez a lo largo de la Historia, para un eficiente aprendizaje.

No se atiende suficientemente la historia local, como parte de la historia nacional, a pesar que ese es el contexto en que los alumnos pueden experimentar de modo directo y personal el acontecer histórico.

No siempre se aplica una adecuada metodología para trabajar con el  libro de texto, las lecturas complementarias y los documentos históricos, lo que incide en el aprendizaje de los estudiantes. La insuficiente utilización de la literatura (cuentos, poesía y novelas), filmes, documentales, obras de teatro, láminas y fotos, exposiciones de arte, la programación educativa de la televisión, periódicos, revistas y otros recursos para enseñar la historia de nuestro país. También del software educativo existentes en las escuelas que adecuados a las características de cada nivel de educación se destinan al estudio y profundización de los conocimientos históricos. Un ejemplo de lo dicho es la magnífica colección Historia Patria.

No siempre, para el análisis de los contenidos históricos, se promueve la participación activa del estudiante y el ejercicio del criterio interpretativo, como vía para el desarrollo del diálogo respetuoso y la cultura del debate.

Estas deficiencias, por supuesto, provocan el inadecuado aprendizaje, el desinterés y el desagrado que hacia la asignatura pueda existir entre los estudiantes.

RJRM: Las familias como regla, culpan de las deficiencias en la enseñanza de la Historia a los programas y textos escolares por insuficiencias y vacíos históricos, a los sistemas de evaluación, a la escasa base material de estudio en tanto medios auxiliares para la enseñanza, a que ya no se hacen como antes las visitas cotidianas a museos y lugares históricos… pero casi siempre se concluye en que no hay suficientes profesores con calidad, que impartan clases amenas y hagan de esta asignatura un momento feliz para los educandos. ¿Qué consideras, como metodólogo nacional, que debe distinguir a un buen profesor de Historia de Cuba?

JARB: Ser un docente patriota y revolucionario consciente y comprometido con su labor de formador de patriotas y revolucionarios. Amar la Historia y dominar el contenido histórico y la didáctica de la asignatura. Ser un estudioso apasionado y reflexivo de todo lo que se publique en relación con la Historia en libros, revistas y periódicos, así como de todas las fuentes bibliográficas y documentales posibles, con sentido de actualización.

Atender de forma permanente su superación en la didáctica de la Historia, para utilizar los métodos y medios de enseñanza más adecuados a tono con las características del nivel donde imparte su docencia. Tener bien caracterizados a sus alumnos, para poder dirigir adecuadamente su aprendizaje en función de atenderlos en sus diferencias individuales.

Aplicar una metodología  de enseñanza que estimule el razonamiento y la práctica del pensamiento lógico, crítico y creativo, que motive a los estudiantes para aprender y aprehender el contenido de la asignatura. Desechar los enfoques memorísticos de la docencia.  Evitar la presencia de esquematismos y rutinas negativas como el abuso del dictado, de las plecas, la reiteración innecesaria y otros aspectos dañinos desde el punto de vista metodológico, que desfavorecen el interés y el aprendizaje de los estudiantes.  Utilizar las anécdotas, el relato y las narraciones relacionadas con los hechos, procesos, figuras históricas y modos de vida que caracterizaron al pueblo cubano en sus diferentes etapas históricas, así como utilizar esquemas lógicos o mapas cognitivos, tablas sincrónicas y comparativas, las llaves y otros recursos didácticos de probada validez a lo largo de la Historia, para un eficiente aprendizaje.

Atender con prioridad el tratamiento de las dimensiones espaciales, temporales y causales de los acontecimientos y procesos históricos que se enseñan, aspectos fundamentales para aprender bien la Historia, mediante el trabajo con mapas, líneas o gráficas del tiempo y tablas cronológicas, entre otros recursos.  Aprovechar las potencialidades histórico-culturales que brinda la comunidad para el aprendizaje de la asignatura, como son los museos, las tarjas, monumentos históricos, las instituciones culturales, la memoria y experiencias de los protagonistas de la historia, los conocimientos históricos y culturales de especialistas residentes en la comunidad o familiares de estudiantes, entre otros factores.

Utilizar una adecuada metodología para trabajar con el  libro de texto, las lecturas complementarias y los documentos históricos, que propicie un mejor aprendizaje de los estudiantes.  Emplear la literatura (cuentos, poesía y novelas), filmes, documentales, obras de teatro, láminas y fotos, exposiciones de arte, la programación educativa de la televisión, periódicos, revistas y otros recursos para enseñar la historia de nuestro país.

 

Utilizar los softwares educativos existentes en las escuelas que adecuados a las características de cada nivel de educación se destinan al estudio y profundización de los conocimientos históricos. Un ejemplo de lo dicho es la magnífica colección Historia Patria. Promover en el análisis de los contenidos históricos la participación activa del estudiante y el ejercicio del criterio interpretativo, como vía para el desarrollo del diálogo respetuoso y la cultura del debate.  Emplear los textos de los Cuadernos Martianos y los discursos de valoraciones históricas de nuestro Comandante en Jefe, como  fuentes para la autopreparación y utilización en las clases. Contribuir, desde el propio contenido de la Historia, al cumplimiento del Programa director para la educación en el sistema de valores de la Revolución cubana, con atención priorizada a los siguientes: patriotismo, antiimperialismo, dignidad, responsabilidad, laboriosidad, solidaridad, humanismo, honestidad, honradez, justicia.

RJRM: La responsabilidad del docente es incuestionable, creo que debe tener constantes iniciativas para hacer más aceptada la asignatura, ¿tus consideraciones al respecto?

JARB: Queda claro que hay contenidos históricos que son principios de educación cívica y patriótica. La Historia bien impartida es una fuente inagotable de valores, pero cuando se da mal se vuelve lo contrario. Por eso es muy importante que los temas se presenten bajo una condición sugerente al debate y la reflexión, no como verdades incuestionables, como muchas veces nos está sucediendo. La palabra del profesor es algo muy importante, para la exposición oral debe tener un enfoque problémico, para que el estudiante piense. Es fundamental desechar los enfoques memorísticos, eso mata el interés del estudiante, y utilizar las anécdotas, las narraciones.

La iniciativa del docente ha de estar, entre otras cosas, en romper los muros de las aulas y de la escuela y salir a buscar la historia que está en todos los barrios, más allá de los museos, porque la tradición local no se atiende suficientemente. A veces solo pensamos en el museo, y cualquier especialista, combatiente o intelectual residente en la localidad puede ayudar para el acercamiento atractivo, sentido, culto, científico y sobre todo participativo.

Si se logra utilizar las potencialidades de la comunidad, la familia y la propia escuela en función de la enseñanza, se deben elevar los niveles de la calidad, y de manera especial influirá en la enseñanza de la Historia.

La Historia es una materia esencial en el sistema educacional cubano, sus primeros elementos se incluyen desde el primer ciclo de la enseñanza primaria dentro de una asignatura multidisciplinaria que es “El mundo en que vivimos” pero, a partir de quinto grado y hasta todas las carreras universitarias se incluye la Historia de Cuba, la de América y la Universal, en los distintos niveles de enseñanza. Incluso, la Historia de Cuba es una de las materias objeto de examen para el ingreso a la enseñanza superior.

El profesor José Antonio Rodríguez Ben, ha dedicado su vida prácticamente al perfeccionamiento de la docencia histórica. Sus criterios especializados merecen respeto.

 

 


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