Octubre de danza: Ana Laguna entre nosotros


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Hoy, el arte es más urgente y necesario que nunca

Ana Laguna

 

La gran bailarina regresa a La Habana. Española nacida en Zaragoza y como casi todos los bailarines de su generación, se formó con la bailarina y maître de ballet María de Ávila. Formación seria y dúctil, al punto que en 1974 en una de las temporadas del Cullberg Ballet en Madrid, Ana se presentara en audición ante Birgit Cullberg, solo con la experiencia que había labrado a partir del ballet.  Pero la gran coreógrafa sueca, sabía que en el cuerpo de la joven bailarina gravitaba un potencial elevado. En lo adelante, habiendo desarrollado casi todo su trabajo en Estocolmo, inició una de las carreras interpretativas europeas más brillantes para una bailarina contemporánea. En el repertorio de la intérprete se encuentran coreografías de Birgit Cullberg (La señorita Julia, junto a Rudolf Nureyev), de Jirí Kylián, Christopher Bruce, Maurice Béjart (inmejorable en su Sonata para tres, Nacho Duato, Jean-Pierre Perrault, Ohad Naharin, William Forsythe y como bailarina estelar de las renovadoras y rupturistas apropiaciones de Mats Ek de icónicas piezas de la tradición romántico clasicista. Ana ha sido modelo de ellos y de otros nombres pilares de lo más selecto del ballet y la danza en la contemporaneidad.

Poseedora de una técnica sólida que le permite hacer cuánto demande la coreografía más exigente, ha sabido colegiar con suma delicadeza su poderosa presencia para fluir entre lo ligero y lo denso, entre lo cortado y lo ligado, entre lo zigzagueante y lo directo. Ha sido Cisne, Giselle, Bella Durmiente, Carmen, manejando el estilo con encarnación diestra, al tiempo que se evapora en Memory, con su compañero de fórmula Mats Ek; en Place/Ställe junto Mikhail Baryshnikov, o en la niebla brumosa de Smoke. Duetos, donde la ficción nos aproxima a una pareja que peregrina por caminos del amor, sus impulsos, su agotamiento agridulce, el desgaste emocional y la fragilidad de vivificar la flama de una pasión que les retorna a la cópula. Y Ana, como discípula inequívoca de la “grafía coreográfica Ek”, logra transparentar dramatismo, resolución, evasión y aplomo con los ritmos resonantes de las partituras musicales, de la “Sonata de en B menor”, de Franz Liszt al entramado sonoro que sugieren las texturas menos ortodoxas; y de ahí al entramado de hechos que solo el sentido escritural de Mats Ek sabe absorber.

Hoy, la gran bailarina regresa a La Habana para dirigir los ensayos de Womanwithwater, pieza de Mats Ek con la compañía Malpaso. El momento también posibilitó compartir una master class con los jóvenes bailarines de la compañía y academia Acosta Danza. Igualmente, visitó un ensayo en los salones del Ballet Nacional de Cuba y tuvimos un breve encuentro con la artista. Ana Laguna, es una de las grandes bailarinas del siglo XX y XXI, desde su carácter de intérprete de excepción y su habilidad para trasmitir repertorios sin desestimar lo pautado, lo ya escrito y, al unísono, la impronta de su transferencia al presente de otros cuerpos. Con ella, parecería, tal como ha sostenido Laurence Louppe que el punto de partida de toda obra referencia un rasgo funcional de la danza en la contemporaneidad:  la necesidad, la urgencia misma de decir, de gritar si fuera preciso, ante el mundo, el exceso de significado que su ser lleva hasta el desbordamiento. Y sí, pues el cuerpo danzante como testimonio de una época, no renuncia ser depósito de un vivir afectivo, emocional, intelectual que la danza ahora va develando. Como si el testimonio vivido pareciera parte inherente de la actividad creativa en su permanente estado de cambio, más allá, incluso, de la voluntad creativa original. Y en ese sentido, ahora que Ana baila de otro modo, el convertirse en la mejor repertorista de las obras de Mats Ek, le confiere un destaque inigualable a partir de la gran danseuse que ha sido, de todo lo acumulado en su corporeidad dinámica e imaginería corpo espacial.

Obvio, una trayectoria internacional como la de Ana Laguna la ha hecho merecedora de grandes premios y distinciones, aun cuando la artista asegura que nunca ha sido una meta aspirar a ellos por su trabajo. Premio Nacional de Danza, en 1990 en España; Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, en 2009; Premio Nijinsky de la Danza; Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid; Premio Emmy por su interpretación en el film de danza Carmen; el Golden Carina Ari Medal, en Suecia; Comendador de las Artes y las Letras, etc.

Pero hoy celebremos el privilegio de poder contar con el trabajo cooperativo de Ana Laguna en la Habana. Ella, su obra y discreto encanto para la enseñanza nos habla de la bondad de esos grandes seres que saben cómo compartir las experiencias que acumulan en sus cuerpos transitados y vividos a través de los personajes y roles encarnados. Apresar las experiencias de estos días con las compañías Malpaso y los jóvenes de Acosta Danza, nos permitirá, expandir modos francos de ser-en-danza, mientras aguardamos ansiosos el 2 de noviembre en el Teatro Martí la reposición renovada de Womanwithwater, pieza de Mats Ek con Malpaso Company, dentro de las venideras jornadas del 28 Festival Internacional de Ballet Alicia Alonso.

Foto: Ana Laguna ©Léster Villa (Acosta Danza)


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