El próximo 21 de octubre, a las 4 p.m., como parte de la Jornada por la cultura cubana, en la Sala Villena de la UNEAC, sita en 17 esquina H, en el Vedado, se presentará el libro de cuentos novelado Odiarás a tu prójimo, del psiquiatra, escritor y poeta Reynaldo Duret Sotomayor.
El primer objetivo de este libro es evitar la violencia y ayudar a la reeducación de los presos, la juventud, y todo aquel que quiera conocer las consecuencias que se desprenden de la privación de libertad.
En la literatura cubana algunos escritores nos han acercado a esta problemática. Nadie como José Martí, en El presidio político en Cuba, escrito en 1871, narra con sobrecogedora y poética prosa la amarga experiencia que vivió en las Canteras de San Lázaro, durante el período que estuvo preso, obligado a trabajar en las más duras condiciones con solo dieciséis años de edad. Pero Martí fue un preso político que logró salir de tanta podredumbre sin dañar sus valores y utilizó la pluma para condenar a los causantes de todas estas inmundicias; también supo separar los presos víctimas del sistema, de los victimarios. Aunque el dolor del presidio lo acompañó a lo largo de su existencia, las penas que padeció en él no lograron distorsionar la solidez de su espíritu, lo que evidencia que hay hombres a los que el presidio los marca, pero no los deshumaniza.
En el siglo XX, Pablo de la Torriente Brau escribe una serie de artículos testimoniales: “La isla de los 500 asesinatos”, trece artículos que publica más tarde en el periódico Ahora y que fueron la base para su libro Presidio Modelo.
Hombres sin mujer, novela de Carlos Montenegro, nos lleva por los caminos más misteriosos y escalofriantes de la realidad del presidio, en el interior del Castillo del Príncipe en las primeras décadas de la República.
Con el triunfo de la Revolución se eliminan muchas de las causas que hacían delinquir al hombre. Cambia la situación carcelaria en Cuba y se le da prioridad a la reeducación del preso, sobre todo en lo referente a la superación escolar. No obstante, prevalecen algunos delitos y situaciones límites que se dan en cualquier lugar donde se concentre lo peor de la sociedad.
En el siglo XXI hay una proliferación en el tratamiento de este asunto: Escrito desde la cárcel, de Roberto de Jesús Quiñones (2001), quien además publicó Los apriscos del alba (poesía) (Editorial Oriente, 2007); Reto a la soledad, de Orlando Cardoso Villavicencio (Editorial Verde Olivo, 2003); Dichosos los que lloran, de Ángel Santiesteban (Premio Casa de Las Américas, 2006); La última causa, de Erdwin Fernández (Ediciones Unión, 2009); Sol negro, de Anieska Hernández Díaz (Ediciones Unión, 2010); Huellas en la noche, de Evans Penabaz (Ediciones Extramuros, 2013), constituyen algunos ejemplos.
Un autor que resulta imprescindible a la hora de abordar el presidio es Julio C. González Laurerio, licenciado en Historia Contemporánea y Máster en Ciencias Sociales. Tiene publicados, entre otros: El camino del círculo (Ediciones El Abra, 2004); Frente al soportal (Ediciones El Abra, 2005); El pozo oscuro del presidio (Editora Abril, 2015) y La reja entreabierta (Editorial Unión, 2008).
A la búsqueda de respuestas más osadas sobre el presidio y sus riesgos Odiarás a tu prójimo propone un acercamiento más audaz al subconsciente de la cárcel.
Según su autor Reynaldo Duret: la privación de la libertad “puede crear en un sujeto mecanismos sui géneris de enfrentamiento que lo transiten por diversos cauces anímicos, con los que pretende escapar de ese agobio en el cual conspira el entorno; y de esta forma facilitar una homeostasis provisional evitando las constantes interferencias que ocasionan frustración o intranquilidad en su desafío de las contrariedades; así conserva la autoestima y queda a gusto consigo momentáneamente, a pesar de la lucha de sí contra sí, y de sí contra todo.”
Duret logra sondear los más increíbles registros del ser humano que, deslindado del mundo idílico, se compromete en situaciones que lo rebasan en su medida, obligándolo a ensancharse psicológicamente o distorsionarse dentro de una realidad, en la que busca merecimiento y orden de su propia identidad, pero que genera un equívoco y fragmentación en su equivalencia con el medio hostil; con los que no logra mantener una adecuado cauce a su proa de necesidades materiales y afectivas.
Libro sadomasoquista, en el que sus personajes se desbordan de sí para buscar acciones que le propicien seguridad y satisfacción dentro de un escenario incompatible y redundante, pero en el cual el humor negro ofrece islas al lector, para que la angustia no lo haga naufragar. También rehabilita y nos hace romper nuestras barreras cognoscitivas partiendo de la ansiedad que genera la lectura de conflictos tan fuertes. Nos sumerge en un mundo dantesco que a veces parece absurdo, pero que es salvado por la máxima que alerta: “la realidad, siempre supera la ficción.”
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