Todos los escritores —que aunque grandes fabuladores, son a la postre seres humanos— tienen hijos, niños que, algunas veces, se hacen sentir más que sus propios padres. Así fue como una vez, en los soportales del Palacio del Segundo Cabo, sede del Instituto Cubano del Libro, conocí a una de las autoras cubanas para niños que quizás más relación ha tenido con mi vida profesional. Una niña pequeña, de apenas un año, que daba gritos de desespero para que no me alejara de ella, fue la causa inicial de mi relación de trabajo y amistad con Olga Marta Pérez. (1) Durante los veinte años que ya tiene Vivian Acosta Pérez (aquella niña que no deja de serlo, aunque en mi presencia ya no grite como antes) hemos emprendido juntos más de un sueño-proyecto profesional como la creación de colecciones o el descubrimiento de nuevos autores del patio o del extranjero; hemos compartido (o heredado ella a mí, puestos de trabajo) amigos, ilusiones y desilusiones, argumentos disparatados, anécdotas impensables, salvadoras cervezas y hasta viajes por El Caribe, antologías, personajes que se inspiran en nuestra propia familia o anécdotas y cuanto es posible compartir en el a veces terrible mundo de los libros para niños, que, pese a todo, ambos amamos con la misma intensidad, siempre renovada ante la aparición de nuevos textos. No obstante, al revisar las respuestas de Olga Marta a mi entrevista descubrí nuevamente esa verdad de que, por mucho que creamos conocer a una persona, siempre hay aristas que permanecen ignoradas por nosotros. Este diálogo pues, me ha permitido comprenderla mejor. Espero que a ustedes también.
¿Cuándo descubriste que ibas a ser escritora?
Cuando estaba en la universidad, entonces por azar me comienzo a interesar en cómo hablaban los niños más chiquitos en esas cosas inocentes que en las manos de un adulto pueden resultar elementos con los que se puede trabajar. Todo comenzó creo en el momento en que empiezo a descubrir la maravilla del lenguaje, de esas frases que por hechas y cotidianas pasan inadvertidas, pero que al fin y al cabo pertenecen a la zona del pensamiento por imágenes.
¿Qué piensas del tono que deben tener las historias para niños?
Cada libro tiene su tono, su propio tono, y tiene que ver con la historia que una está contando, y no solo el tono sino también el ritmo de la narración. Claro, te estoy hablando a título personal, bajo el prisma de mi propia experiencia. Pues el tono y el ritmo de un cuento policíaco, no puede ser el mismo que el de un cuento donde el acento una lo pone en la fantasía, en el lirismo, con un sentido poético que permea la historia que se cuenta. Así que los tonos pueden ser disímiles en tanto temas, intenciones, acentos, y subgéneros dentro de la narración.
¿Eres tú parecida a alguno de los personajes de tu obra?
Sí, hay una marca personal en cada cuento, en cada noveleta, en cada poema. Cuando armo un personaje, por supuesto que no ando pensando en cual ingrediente tiene que ver con mi persona, eso se ve después, y cuando lo hallo te confieso que me da risa. Cuando escribí los cuentos de Mamagorda y Papatino, descubrí que Mamagorda estaba más cerca de mí que de la Mamagorda real, una vecina que vivía en la esquina de mi casa, allá en Matanzas; y luego estoy en la Lucinia, un personaje de las Sombras andan solas, y hay mucho de mí en la Maga Maguísima; incluso, diseñado ya el personaje, cuando inventaba las historias me sentía como si estuviera haciendo una diablura, porque era la Maga y yo misma, y me divertía. Todavía hoy cuando hago una lectura en público, el personaje se mete dentro de mí y me hace muy feliz. Un personaje ajeno que me ha gustado siempre es Mary Popins —quizás, ahora lo pienso, la Maga ande por sus trillos—, es divino eso que dejen recogida y limpia una casa en un santiamén y una puede dedicarse a mirar los celajes o dedicarse al ocio creador.
¿Cómo concibes idealmente a un autor para niños?
El escritor para niños es un escritor, ESCRITOR, acaso a los que escriben para adultos se les pregunta cómo concibe un escritor ideal para adultos.
¿Cuáles fueron tus lecturas de niña?
Mis lecturas de niña fueron muchas, pero siempre recuerdo un libro que había en la biblioteca de la escuela primaria: Cuentos para niños de León Tolstoi, nunca he vuelto a encontrar aquella edición. Después leía lo que me caía en la mano, fuera para niños o no. Nunca más he vuelto a leer con aquella profusión.
¿Cómo insertas tu obra dentro del panorama actual de la LIJ cubana?
Es difícil responder esa pregunta, creo que es mejor a los críticos que desde fuera clasifican, encasillas y les da por encontrar cosas que una nunca imaginó.
¿Qué atributos morales piensas que debe portar consigo un buen libro infantil?
No me gusta andar con moralinas, los personajes hacen cosas porque son de una manera, imitables o no. Pero, si algún propósito quisiera que hallaran en mis libros es el amor por lo bello, el fascinarse por las cosas pequeñas, y aprender a ser feliz con lo mínimo o lo grande, pero ser feliz. No sé si eso responde a tu pregunta, pero el amar es un atributo moral, quizás el más importante, por él pasan todas las cosas.
¿Qué piensas de la LIJ cubana?
Lo que más me gusta de la LIJ que se escribe hoy en Cuba es la variedad de estilos y de temas, es como si los escritores estuviéramos por caminos diversos en un monte de letras y palabras, pero todos vamos andando encontrándonos y desencontrándonos en la montaña mágica que es la literatura.
¿Cómo te sientes mejor como narradora o como poeta?
Narrando, porque narrando, si quiero, la poesía sale a flote, si quiero mis personajes van de un lado a otro, en mil peripecias que no dejan espacio a otra cosa que no sean los hechos. También en la narración el humor puede tener un despliegue que hace que me divierta, porque para escribir uno tiene que divertirse, pasarla bien, de lo contrario dedícate a escribir cosas serias para gente seria que esté en otra etapa de la vida que no sea la infancia.
¿Qué piensas de la relación literatura mercado?
Por lo general muchos colegas se quejan de que aquí no se tiene en cuenta el mercado, y los escritores cubanos no son publicados ni reimpresos como se debiera. Hay cosas que van cambiando, pero no se han detenido en los cambios para a su vez variar su opinión o variar la óptica y hace años que dicen lo mismo. Hoy nos publican un poco más y las reimpresiones son también un hecho. Pero si aquí se publicara de acuerdo con el mercado, quizás muchos de nosotros no seríamos publicados pues no fuéramos “eficientes” o “competitivos”. Pienso que hay mucha idealización de lo que es el mercado del libro. En otros países realmente hay una competencia con los libros de supermercados, los Disneys y demás, eso también es mercado. Este es un asunto largo, con muchas aristas, de todas maneras nosotros tenemos un mercado excepcional, todo lo que publicamos, los padres —los que compran los libros para los niños— lo compran, y eso es muy bueno en todo sentido.
¿Podrías opinar de la relación autor-editor?
La relación autor editor tiene dos momentos importantes, el primero es el que tú llevas el libro a la editorial y debes convencer a la persona que te atiende que tú tienes un éxito editorial en la mano, o de lo contrario dejar tu solitario original y que él convenza por sí mismo a la gente de la editorial —descuento en este punto las valoraciones extraliterarias que pasan por cómo tú “caigas” en la editorial en cuestión. No todo funcionario editorial es lo suficientemente profesional como dejar a un lado sus gustos y disgustos y aceptar un libro por sí mismo, eso puede pasar. Pero la parte mejor viene después, cuando el libro comienza a ser trabajado y entonces lo mejor es que sea un trabajo de equipo entre autor, editor e ilustrador. Porque el libro para niños lleva en sí mismo tres lecturas, las de esas tres personas y la del ilustrador es en extremo creativa, pero sobre él debe influir el editor del libro, enseñarle ángulos, motivos del libro que quizás puedan escapar al artista plástico. No es fácil para mi hablar sobre esta relación, como bien sabes llevo más de veinte años en este oficio de editor, soy juez y parte según el dicho.
Si debieras salvar solamente diez libros de un naufragio ¿Cuáles escogerías? ¿Alguno tuyo?
Lo mejor es no naufragar, si sucede, todo debe comenzar de cero y con buen ánimo.
¿Puedes anticipar en qué obra trabajas actualmente?
Tengo una noveleta detenida, que no sé cuándo vuelva a retomarla, pero lo haré. Escribo un libro de cuentos que no tiene nombre todavía, pero todo sucede en un pueblo pintoresco porque allí nada es entero, todo es a la mitad.
¿Qué es lo que más aprecias?
Tener un pedacito del alma que esté nueva, para que me permita descubrir cosas, descubrir a las personas que merece la pena descubrir, cuando tienes un pedazo de alma nuevo puedes asombrarte todo los días y aunque tengas ochocientos años, enamorarte. Otra cosa importante es la literatura, es noble y me permite vivir, y los amigos, los amigos que siempre están ahí, cuando estás con la depre o para escuchar un disco de la Negra (2) que te acaban de regalar.
¿Y lo peor, aquello con lo que no puedes?
¿Lo peor? La envidia, y también el abandono.
Notas
(1) Matanzas, 1952. Algunas obras: Tricolor (1986), Tres lunas (1989), Papatino y Mamagorda (1990), Perfume de violetas; Caballo del desierto; La estrella mensajera; Un día importante; La noche de los arco iris, El cochecito (1990 y 1998), La paloma estampada(1991), Ciertas leyendas (1992), Las sombras andan solas (1996), Dulce Pregón (1996), Canto de sirena (1997), Besotes robados (1998), Un lugar posible (1999), Un largo regreso (1999), El rapto de Tetis (1999), Declarado desierto (2000), Cuentos de lugares encantados (2003), El halcón marqués (2004).
(2) Se refiere a la cantante Mercedes Sosa.
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