El 7 de octubre de 1959 se creaba la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, sumándose, de esa forma, a las instituciones culturales nacidas al calor del nuevo Gobierno Revolucionario. Durante todo 2024 se han recordado los 65 años de la institución, y este aniversario ha tenido un clímax de excelencia: la actuación, como solista invitado, del afamado pianista cubano Víctor Rodríguez.
El maestro, no solo premiado en disímiles concursos –además de ser profesor en varios niveles de la enseñanza artística dentro y fuera de Cuba–, pertenece hoy día a la Filarmónica Nacional, y su presencia en este escenario y en otros del país se traduce también en una acertada apuesta por la escuela pianística nacional, que en él posee a uno de sus más talentosos exponentes.
Para este aniversario, Víctor escogió el concierto para piano en La menor Op. 54, de Robert Schumann, sin duda uno de los más hermosos –a la vez que difíciles– de su tipo. El autor, uno de los genios del romanticismo alemán, supo crear una obra peculiar con un profundo significado hacia lo introspectivo, sin dejar de dibujarlo con ribetes de colorida expresión dramatúrgica. Quizá lo más llamativo de la obra radica en que sintetiza, estilísticamente, una gran parte de los aportes compositivos de Schumann al pianismo universal.
Nuestro maestro Víctor sale airoso en todo sentido, tanto en su aprehensión y riguroso estudio del carácter onírico del concierto, como en la muy necesaria depuración técnica que se le plantea a cada pianista que se acerca a este. Podríamos destacar el protagonismo que durante gran parte de la obra el alemán le confiere a la mano izquierda, así como el hermoso attacca subito entre los movimientos 2do. y 3ro. (no hay pausa entre ellos), cuando el giro en el temperamento interpretativo es esencial. En estos y en otros aspectos, podemos notar el virtuosismo y la maestría del solista invitado.
Al final del concierto, y ante la continua ovación del público, Víctor nos regaló como ancore una obra titulada “Diciembre 8”, grabada en 2009 para el CD Pianos por Daniel Rodríguez Hart, su hijo mayor, compuesta por Beatriz Corona.
Por otra parte, debemos destacar la conducción del maestro Enrique Pérez Mesa, quien también se nos reafirma como uno de los más prestigiosos directores de orquesta en Cuba, y que, como regalo de aniversario, escogió la Sinfonía No. 8 en Sol Mayor, de Dvorák, asumida con el rigor y la profesionalidad que posee nuestra Sinfónica Nacional.
Esta obra expone de forma muy clara el lenguaje musical del checo, con referentes y enfoques nacionalistas que, con el tiempo, nos fueron anunciando el fin del posromanticismo, para dar paso a las vanguardias del siglo XX.
Solo pudiéramos describir este reencuentro entre la Sinfónica, Pérez Mesa y Víctor como magistral.
Tomado de Granma
Foto de portada: Adrián Juan Espinosa
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