Otro show del payaso


otro-show-del-payaso
Ese clown anda por ahí, portando una maletica, cuyos botones pueden volatilizar a la civilización toda. (Caricatura: Boligán).

Los mismos estadounidenses siempre se han carcajeado por el déficit mental de sucesivos presidentes del vecino norteño.

Sobre varios sumos mandantes se ha dicho que eran incapaces de silbar y simultáneamente abrocharse los zapatos. O que no podían, al mismo tiempo, efectuar cierto acto fisiológico y leer el periódico.

El asunto es antiquísimo. Hace más de dos siglos, ese increíble venezolano, el general Francisco de Miranda –quien combatió allí contra Inglaterra‒, se estuvo muriendo de la risa por las tonterías que expresaba el primer presidente.

Harry S. Truman fue tan alcornoque como genocida (¡remember Hiroshima!). “Mi animal favorito es el mulo”, decía.

Por su parte, Gerald R. Ford disculpaba sus imbecilidades declarando: “El problema es que he jugado demasiado al fútbol rugby… sin casco”.

A Bush senior se debe la frase: “Es el momento de que la raza humana entre en el Sistema Solar”. Estuvo bien escoltado, en excelente compañía cuadrúpeda. El segundo timonel, Dan Quayle –quien actuaba como su vocero‒, llega a Argentina, y allí se entera de que está en “América Latina”. Por eso, en un discurso, brinda excusas al auditorio por hablarles en inglés, y no en el latín, idioma en el cual ellos se comunican.

El actor norteamericano Robin Williams pronunció unas palabras que retratan a cierto lamentable cerebro de pollo: “Si la corbata está muy apretada, la sangre fluye al cerebro con dificultad, y uno comienza a razonar como George W. Bush”. Aquel alcornoque no conocía ni siquiera la lengua materna, que se supone mamara de los pechos de su progenitora.

Ah, pero dígase que Obama no ha estado a salvo de colosales meteduras de pata. Así, se refirió a “los cincuenta y siete estados de la Unión Americana”, lo cual sería más o menos lo mismo que hablar de “las veinticuatro provincias de Cuba”. (Al parecer, el conocimiento de la división político-administrativa del país que mandaba no era su fuerte).

Y en el cementerio de Arlington dijo que todos los que allí reposaban estaban muertos… lo que resulta muy natural para quienes residen en cualquier camposanto.  

Un lexicógrafo consideró que la palabra “cretino” se quedaba corta para calificar al presidente norteamericano promedio. Y propuso que se inventase un término aún más degradante, para aplicarlo en estos casos.

Cuando uno llega a septuagenario se cree –iluso‒  que ya lo ha visto todo, todo. Pero no es así.

Porque lo de ahora sí es el acabose. Ha puesto sus asentaderas en el Salón Oval un personaje que alguien retrató como “un maestro en decir algo y lo contrario”. También se le ha descrito como un rico trepador, de escasa educación, enemigo de la intelectualidad y de la prensa.

Muy entendidos politólogos aseguran que el éxito electoral de Donald Trump se debió a que gran parte de los votantes eran retrasados mentales profundos, los que, durante la campaña, cuando le oían declarar a Trump una burrada, exclamaban: “¡Ayer estaba yo diciendo eso mismo!”.  Claro está: tenían que ser sus seguidores.

Semejante descerebrado merece una antología de sus más brillantes frases: “Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”; “Restablecería el ahogamiento simulado para los sospechosos de terrorismo”; “Éste es un país en el que hablamos inglés, no español”; “Cuando eres una estrella puedes hacer cualquier cosa. Agarrarlas [a las mujeres] por el coño, lo que quieras”. “¡Eres una asquerosa!” (a Hillary Clinton, en pantalla).  “Es una actriz sobrevalorada” (sobre la incomparable Meryl Streep). 

A una dama, que había aumentado de peso, la nombró en público  Miss Piggy (Señorita Puerquita) y su desfachatez ha llegado al punto de burlarse, imitando sus limitaciones físicas, de dos incapacitados, un periodista y un mutilado de guerra que se le oponían políticamente.

Y sugirió el uso de bombas atómicas para desbaratar a los huracanes.

Una reciente payasada

En Atlanta, este clown, le puso la tapa al pomo. En el cuartel general de los centros para el control de enfermedades declaró que él había nacido con un don especial, que le permitía lidiar exitosamente con las pandemias, gracias a que tuvo un tío que era físico nuclear. Como dicen en inglés: no comment!

Al respecto, alguien escribió en Twitter: “Estoy cansadísimo de tener como presidente a un narcisista mentiroso y maligno. Pero hay más. Me tienen ENFERMO las gentes que lo adulan y hasta consideran normal su comportamiento”.

Lo intranquilizador radica  que ese sub-hombre, ese mentecato integral, ese bobo salvaje, anda por ahí, portando una maletica, cuyos botones pueden volatilizar a la civilización toda. No en balde dijo cierto pensador aquello de que “la historia es una pesadilla de la que intento despertar”.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte