NANCY MOREJÓN / A PABLO ARMANDO Y SU LIBRO DE LOS HÉROES
Al final, las sillas y el piano
trajeron un silencio estruendoso.
El poeta todavía escucha el ruido de los trenes
atravesando su dulce camino hacia el Moncada.
Pero llegaron los vientos suaves del batey
y la delicia de sus cañas lejanas
trajeron el aliento purísimo de Haydée,
fija y volátil,
sobre las blancas sienes del poeta.
Vienen su delicioso encanto
y su eterna palabra
cantándole a los héroes
cuya sangre florece
en una lágrima,
entre las venas de Fidel,
los héroes convertidos en hijos de la Historia,
así, con letras grandes,
y una rosa tatuada entre los ojos de Abel Santamaría:
una rosa, envuelta en el perfume que va surcando
el cielo del poeta
y nos levanta, para siempre,
en esta Isla de Cuba,
libre y silvestre,
nuestra y rebelde,
tatuada en la memoria de sus mares azules.
El Cerro, 2 de Febrero, 2021
Rodeado del misterio de los dioses, este hombre de tallada espiritualidad en su ser después de leer mi libro Ochún, la Venus lucumí (2010) un día escribió:
Esas divinidades, están en nuestras casas,
en nuestros montes.
No os asustéis, también os acompañan.
Fue el libro Yo vi la música el que me permitió conocer algunos detalles de la vida de este poeta de –“delicioso encanto y eterna palabra”-, al decir de su amiga Nancy Morejón.
En ocasión de estar escribiendo sobre la vida del gran compositor cubano Harold Gramatges --cuando otros supuestos amigos se hacían los bobos para eludir darme un testimonio acerca del genial músico, educador y promotor-- el fiel amigo de los amigos no vaciló ni un solo instante para, en el portal de su casa en Miramar, conversar sobre su amigo santiaguero.
“Para mí, Harold es un retrato en el estudio de Vindo, un gran fotógrafo español que vivía en Puerto Padre. Cuando uno llegaba a su estudio veía aquel rostro extraordinario y Vindo decía que era Harold Gramatges. Esa es mi primera visión de él cuando yo era un adolescente en el central Delicias, allá en Puerto Padre”, testimoniaba Pablo Armando”.
“En 1945 me fui a Estados Unidos y, en 1947, conocí a Manila Hartman. En ese año yo había regresado a Cuba para buscar mi visa de residente y en casa de Guillermo Cabrera Infante me encontré con Harold Gramatges”.
“Manila fue una persona a quien le confié quién era yo y le mostraba mis textos, que yo llamaba gestos, escritos en inglés. Manila siempre insistía en decir que yo era un poeta. Yo le respondía que no, que yo era escritor. El poeta era mi hermano Alfredo que escribía versos. Ese año, 47 o 48, no estoy muy seguro, conocí a la narradora norteamericana Carson McCullers. Cuando leyó lo que yo escribía me dijo que eso era poesía. Se lo conté a Manila quien respondió: 'Es lo que te he dicho todo el tiempo'. Mi primer poema, “Distancia”, lo escribí para Manila y, a partir de ese momento, no escribí más en inglés. Escribí en castellano”.
“En 1951 salí de los Estados Unidos huyendo de la guerra de Corea. Yo era residente y me llamaron; físicamente estaba bien, no tenía ningún problema. Pensé que me iban a mandar a Corea y vine para La Habana. De La Habana me fui a Las Tunas y, desde allí, le escribí a Manila. Inmediatamente conseguí un empleo en el central Delicias, el mejor que he tenido en mi vida. Vivir en Delicias se me hacía muy difícil y… vine para La Habana”.
“Hice un viaje a Estados Unidos con Agapito Amaro, que era mi jefe aquí en La Habana, como traductor suyo. Todo se arregló de una manera que nada tenía que ver con el propio Pablo Armando, que había huido. Fuimos y entramos sin ningún problema. Estuvimos en Savannah, Filadelfia y Nueva York. Aquel viaje me devolvió a mis años de adolescente en la Gran Manzana en busca de mí mismo; aún me faltaba mucho por encontrar. A nuestro regreso le pedí a Agapito que repitiera la gestión de conseguirme una visa. La obtuve y reinicié mis saltos hacia allá. Ya en Nueva York, como tenía mi tarjeta de residente, reorganicé mi vida, que empieza a cambiar. Manila estaba y algunos amigos habían regresado a Cuba y otros a México. En fin, La Habana ya no era un sueño de mi infancia, era el modo de permitirme ser lo que aspiraba a alcanzar en esos años. Entre un salto y otro, en1953, publiqué en La Habana Salterio y lamentación. Iba y venía. Siempre en Cuba andaba con ellos dos: Harold y Manila”.
“De no haber conocido a Manila Hartman yo no sería quien soy. Carson fue la que me influyó, pero Manila me animó; de tal modo que conservó todo lo que yo tenía escrito en todos esos años y me preguntaba: '¿Por qué no publicas tu poesía de adolescente?' Yo le respondía: 'Ya todo está publicado'… ‘No es verdad - me decía- todo lo contrario'
“Cuando le leí mi poema al rio Hudson, me quedé asombrado y le digo: ‘Manila… pero esta maravilla ¿quién la escribió?‘ ‘Es uno de tus Gestos, que destruiste; acabaste con todo aquello porque tenías la idea de que la poesía no era traducible, era crear una guerra entre las acepciones que animan las palabras…' En el 2000 se publicó El pequeño cuaderno de Manila Hartman”.
Pablo Armando Fernández es uno de esos hombres agradecido de corazón abierto, que no escatima palabras para el reconocimiento de la importancia del otro cuando habla del amigo.
“De no haber conocido a Harold Gramatges no sería quien soy. La primera exposición de arte que vi en Cuba fue una de René Portocarrero en el antiguo Lyceum. La primera vez que asistí a un concierto y oí la música que se estaba haciendo en aquel momento fue con Harold en el Teatro Auditorium de La Habana. Con Harold conocí a muchos artistas y escritores. Fue él quien me entregó un ejemplar de la antología Cincuenta años de poesía cubana, de CintioVitier. Y cuando Cintio, leyendo mi poesía, me habló de Cesar Vallejo, a quien yo desconocía, Harold me regaló una antología de Javier Abril sobre la obra del ejemplar peruano. Toda mi vida espiritual se enriqueció, se amplió, con la presencia de Harold Gramatges, en lo artístico, en lo social, en lo cultural. Viví también en casa de sus padres, aquí en La Habana, en la calle 10 cerca de Línea. Veníamos a ser una familia, tan íntima, que mis cuatro hijos le dicen tío Harold”.
“Harold Gramatges contribuyó a darme a conocer, a que desarrollara mi obra y conociera a todos los músicos, todos, que lo rodeaban en Nuestro Tiempo, donde hice una lectura de poemas. Él me llevó, por ejemplo, a casa de Mirta Aguirre. Conocí a Alfredo Guevara por Harold Gramatges. Conocí a Titón [Tomás Gutiérrez Alea] y a muchos de los artistas de mi generación, por él también”.
“Cuando regresé de Inglaterra, que no me dieron trabajo, Maruja fue para la Casa de las Américas; trabajaba de jefa de despacho de Haydée Santamaría y, por esas cosas que nunca se entenderán, un día la cambiaron y la pusieron a trabajar con Harold. Así que ya te digo, nuestras vidas han estado tan totalmente ligadas que no nos hemos separado en ningún momento. Nada ni nadie ha podido separarnos. En aquellos años dolorosos --vivíamos aislados en esta casa que solamente los fieles, de verdad, no nos abandonaron-- ellos eran un baluarte de lo más fuerte y firme que nosotros teníamos”.
Hoy muchos de esos -fieles de verdad- de los que habla el poeta, ya no visitan aquella casa, tal vez por el deseo de conservar la imagen viva de aquel Pablo, que airoso caminaba por la Avenida de la Quinta Avenida.
¡Qué enigma a través del tiempo!
SU OBRA
• Salterio y lamentación (La Habana, Cuba. 1953)
• Nuevos poemas (Nueva York, Estados Unidos de América. 1956) (Prólogo de Eugenio Florit)
• Toda la poesía (La Habana, Cuba. 1961)
• Toda la poesía Segunda Edición (La Habana, Cuba. 1962) (Prólogo de Ezequiel Martínez Estrada)
• Himnos (La Habana, Cuba. 1962)
• El libro de los héroes (Mención en el Premio Casa de las Américas de poesía, 1964)
• Los niños se despiden (Premio Casa de las Américas de novela, 1968) Novela Narrativa.
• Un sitio permanente (Accésit al Premio Adonáis de PoesíaMadrid, España. 1969)
• Aprendiendo a morir (Barcelona, España. 1983)
• Campo de amor y de batalla, Premio de la crítica (La Habana, Cuba. 1984)
• El sueño, la razón (1988)
• El vientre del pez (La Habana, Cuba. 1989) Narrativa.
• Ronda de encantamiento (Roma-Venecia, Italia. 1990) (prólogo de Antonio Melis)
• Otro golpe de dados (La Habana, Cuba. 1993) Novela Narrativa.
• De memorias y anhelos (La Habana, Cuba. 1993) Libro de Ensayos.
• Nocturno en San Cugat (Nueva Delhi, India. 1995) (Prólogo de Edmundo Font)
• Learningto Die (Sídney, Australia. 1995) (Prólogo de John Brotherton)
• El Talismán y otras evocaciones Premio de la crítica (La Habana, Cuba. 1995) Narrativa.
• De piedras y palabras (La Habana, Cuba. 1995)
• Libro de la vida (Sevilla, España. 1997)
• El sueño, la razón (La Habana, Cuba. 1998)
• AcquaErranti (Sassari, Cerdeña, Italia. 1998) (Prólogo de Laura Luche y Teresa Fernández)
• El pequeño cuaderno de Manila Hartman (Santiago de Cuba, Cuba. 2000)
• Reinos de la aurora (Valladolid, España. 2001) (Prólogo de Nidia Blanco)
• Parábolas / Parables (Ontario, Canadá. 2001) (Prólogo de Margaret Atwood)
• Escalas de ascenso (La Habana, Cuba. 2001) (Prólogo de Enrique Saínz)
• En tiempos de siega (Santo Domingo, R.D. 2002) (Jorge Luis Arcos)
• Con címbalos de júbilo (Medellín, Colombia. 2002)
• Ser polvo enamorado (Santo Domingo, R.D. 2002) (Prólogo de Scherezada Vicioso)
• Lo sé de cierto porque lo tengo visto (San Juan, Puerto Rico. 2002) (Prólogo de Eugenio Marrón)
• Libro de los héroes y Las armas son de hierro (Madrid, España. 2003) (Prólogos de Antón Arrufat y César López)
• Junto a las voces del designio (La Habana, Cuba. 2003) (Revelaciones del poeta, entrevista a Luis Báez)
• Esta llama de amor viva (Las Tunas, Cuba. 2005) (Selección, prólogo y notas de Waldo González López)
• Esencias en espiral (Madrid, España. 2006. Ed. TIERRA) (Prólogo de Margaret Atwood)
• Tras la tierra sin mal (La Habana, Cuba. 2006)
Premios y distinciones
- 2008 Premio YunusEmre del PEN Club de Turquía
- 1996 Premio Nacional de Literatura de Cuba
- 1969 Accésit al Premio Adonáis de Poesía 1969 por Un sitio permanente
- 1968 Premio Casa de las Américas por la novela Los niños se despiden
- 1963 Mención en el Premio Casa de las Américas por su poemario El libro de los héroes
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