Según el libro Monumentos Nacionales de la República de Cuba hay solamente seis “Paisajes Culturales” inscritos que pertenecen al Listado de Patrimonio Mundial en América Latina, y de ellos dos corresponden al Caribe y a Cuba: Viñales, el primero de Latinoamérica registrado en 1999, y el Conjunto de ruinas de los cafetales franceses en el oriente cubano, en 2000.
Primero, es bueno señalar, al menos, una de las definiciones de esta categoría y para ello se ha escogido la Guía Operacional para el Patrimonio Mundial Cultural y Natural de 1999, aprobada por la XXII Sesión del Comité. Allí se considera como: “Los paisajes culturales representan la obra conjunta de la naturaleza y del hombre. Los mismos son ilustrativos de la evolución de la sociedad y de los asentamientos humanos a través del tiempo, bajo la influencia de los condicionamientos físicos y/o las oportunidades presentadas por su ambiente natural y las fuerzas sociales, económicas y culturales sucesivas, tanto externas como internas. Estos deben ser seleccionados sobre la base de su valor universal excepcional y de su representatividad en términos de una región geocultural definida y también por su capacidad de ilustrar los elementos culturales esenciales y distintivo de tales regiones.”
En general, los Paisajes Culturales pueden ser clasificados en cuatro categorías, aunque algunos pueden tener elementos comunes: Rurales, Urbanos, Arqueológicos e Industriales.
El Conjunto… de los cafetales franceses posee la declaratoria de Monumento Nacional y fue declarado por la UNESCO Paisaje Cultural en el año 2000.
La influencia francesa en Cuba es notable en diferentes territorios y actividades cubanas, tales como los asociados a las plantaciones de café que ellos desarrollaron, también este influjo puede ser observado en ciudades enteras como la de Cienfuegos, única ciudad cubana y de América Latina del siglo XIX, planeada y fundada en 1819 por franceses bajo la Corona Española. , ascendencia también se observa en la elaboración de rejas de hierro forjado al estilo del sudeste francés presentes en balcones y ventanas de la iglesia de los Desamparados en Santiago de Cuba.
Otro de los muchos ejemplos de la influencia francesa en la sociedad y la cultura cubanas es la botica de Matanzas fundada el primero de enero de 1882, por los doctores Ernesto Triolet Lelievre y Juan Fermín de Figueroa. Este establecimiento llegó a comercializar sus productos con los laboratorios más importantes del mundo. Hoy es el Primer Museo Farmacéutico de Latinoamérica y es en la actualidad la única Botica Francesa de finales del siglo XIX que se conserva en el mundo.
La cultura francesa llega hasta la construcción de ingenios como el de Alejandría en 1790 bajo la dirección de especialistas galos en la actual provincia de Mayabeque en el occidente del país.
Un lugar destacado dentro del patrimonio espiritual cubano y mundial se encuentra en la Tumba francesa. Primera Obra Maestra Cubana del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad y una de las expresiones músico danzarías más antiguas e importantes de la cultura cubana, que ha dejado su huella directa o indirectamente e otras manifestaciones artísticas como las congas y comparsas.
Las [tumbas francesas] son consecuencia de la emigración de los colonos franceses y sus esclavos ante la Revolución haitiana encabezada por Toussan Louverture a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Localizadas fundamentalmente en Santiago de Cuba y Guantánamo, son el máximo exponente de la transculturación del folklore de la vecina isla antillana.
Como fue expresado, parte de esa influencia francesa puede observarse en el desarrollo de las plantaciones de café tanto en occidente como en el oriente de la nación.
Un ejemplo en el occidente se encuentra en el Antiguo cafetal Angerona, en la provincia de Artemisa, hoy Monumento Nacional
En el oriente también se destaca el Antiguo cafetal La Indiana en Guantánamo y el Conjunto de ruinas de los cafetales franceses en la provincia de Santiago de Cuba.
Estas fueron las Primeras Plantaciones Cafetaleras del sudeste de Cuba, ubicadas en las provincias de Guantánamo y Santiago de Cuba y ocupan una superficie total de 81 475 ha. Allí se encuentran las evidencias materiales de las antiguas haciendas cafetaleras, y su red de caminos que las comunicaban entre sí y con los puntos de exportación del café, así como el entorno natural al cual se adecuan de forma muy armónica.
Al inestimable valor histórico, arquitectónico y arqueológico se incorpora el paisaje, donde la obra del hombre ha tenido una perfecta adecuación mediante el uso sabio de los ríos, arroyos, manantiales y de la accidentada topografía de los bosques para satisfacer las necesidades materiales y espirituales.
La arquitectura, de los grupos de edificios separados o conectados, su homogeneidad y su lugar en el paisaje son de un estimable valor universal desde o histórico, artístico y científico. Más de 180 testimonios materiales conforman el conjunto de plantaciones cafetaleras.
Uno de sus mayores méritos es la relación del hombre y el medio ambiente, que permitió catalogar a este sitio como un Paisaje Arqueológico, donde los restos de sus construcciones, obras hidráulicas, caminos, todavía conservan vivencias de épocas pasadas cuyas huellas han desaparecido en otras latitudes.
La inmigración de miles de colonos franceses y creoles con sus esclavos africanos procedentes de Santo Domingo a inicios del siglo XIX, generó una exuberante interrelación cultural con la población criolla e hispana de la región suroriental de la Isla de Cuba en la que se desarrollaron nuevas manifestaciones culturales.
Un ejemplo relevante de esta transculturación es el empleo del sistema húmedo en el beneficio del café, el cual a pesar de que se originó en Santo Domingo, alcanzó su plenitud en la región oriental de Cuba, constituyendo un antecedente directo del sistema moderno para el procesamiento del grano.
De este proceso socio histórico quedaron el conjunto de edificaciones agroindustriales, gracias a la maestría de maestros de albañilería y carpintería, singulares por sus características tipológicas.
A pesar de formar parte de un conjunto que funcionó como todo un sistema, cada cafetal presenta individualidades que lo distingue, mostrando elementos excepcionales en diferentes estados de conservación.
Como se señala en la bibliografía consultada la unidad típica agroindustrial cafetalera en variadas dimensiones “quedó estructurada por la vivienda doméstica, el almacén, los jardines, la zona industrial, la zona agrícola y la red de caminos. Es la industrial la zona más elaborada desde el punto de vista arquitectónico y técnico–constructivo. Por esta razón, han sobrevivido, en mayor medida, a la depredación humana y al efecto del tiempo.
También se destacan las terrazas para el emplazamiento de los tendales o secaderos, el sistema de arcadas, ideado para sustentar el acueducto industrial, las represas y albercas que conservaban almacenada el agua indispensable para el proceso industrial, el empleo de ruedas y fuertes muros con contrafuertes que contrarrestaban el empuje del terreno y el emplazamiento de otras partes importantes del proceso de beneficio en la hacienda cafetalera.
Las huellas arquitectónicas son monumentos de la ingeniería hidráulica, vial, arquitectónica doméstica, funeral, productiva, que revelan la maestría de los ingenieros, alarifes, carpinteros y mano de obra esclava; artífices del aprovechamiento de los espacios y topografía de montañas, de los materiales y técnicas constructivas propias del territorio.
Situadas en valles intramontanos y en terrenos de abruptas pendientes, la topografía de la región demandó de los ingenieros soluciones inteligentes para desarrollar una red de caminos capaces de favorecer el proceso productivo, “camino de las colinas” que ha llegado hasta nuestros días.
Principales fuentes consultadas:
- Monumentos Nacionales de la República de Cuba (Consejo Nacional de Patrimonio Cultural)
- Relación de monumentos nacionales, locales y zonas de protección (CNPC)
- Otros documentos del CNPC
- Ecured
- Wikipedia
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