Siempre el Acto de Graduación es el momento más alegre que tiene la Academia, porque marca la mayoría de edad para la cual ustedes se han venido preparando durante cuatro largos años de estudio y de trabajo. Pero también es un momento muy triste, porque vemos partir a un grupo de estudiantes que ha sabido ganarse nuestro cariño y nuestra admiración.
Aunque a todos no los recordaremos de la misma manera, sepan que cada uno de los profesores y trabajadores de esta gran escuela los llevará en el corazón, porque ustedes se han convertido en nuestra gran familia. Y aunque en septiembre entrarán nuevos estudiantes que comenzarán el ciclo que hoy ustedes terminan, nunca los reemplazarán. Siempre quedará un recuerdo que los hará presentes: una anécdota, un dato curioso, una frase graciosa, una fotografía, la huella imborrable en las paredes de un aula, en el fondo metodológico o, simplemente, en la memoria de sus profesores.
No es cierto si les digo que no los extrañaremos. Ustedes tampoco podrán zafarse de este raro sentimiento que nos une y que nos distingue.
Sé que cada cual tomará su camino y que algunos, más que otros, llegarán lejos. Para eso hemos trabajado; para que siempre, donde quieran que estén, puedan decir con orgullo: yo soy graduado de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro. Para que siempre lleven bien alto el nombre de una escuela que, a punto de cumplir sus doscientos años, sigue siendo el orgullo de la Enseñanza Artística y una de las referencias indudables de la cultura cubana. Para que muestren y compartan lo que han aprendido de sus profesores.
Hoy solo me queda felicitarlos y decirles, como diría el Apóstol: ¡caminen y triunfen!
MSc. Jorge Luis Rodríguez Aguilar
La Habana, 2 de julio de 2015
* Palabras pronunciadas en el Acto de Graduación de los estudiantes de la carrera de Artes Visuales del curso escolar 2014-2015, en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro.
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