Portal Cubarte  -  Palabras en la inauguración de la muestra del pintor Pedro de Oraá “Abstractivos”

Palabras en la inauguración de la muestra del pintor Pedro de Oraá “Abstractivos”


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Considero que la abstracción está viva, no ha muerto,
tiene una vigencia extraordinaria y tiene que ser así
porque es la experiencia más original del arte del siglo XX
PEDRO DE ORAÁ


Cuando vine en la mañana de ayer al museo a observar la muestra “Abstractivas”, con el propósito de elaborar algunas ideas para a su inauguración, percibí, una vez más, lo que he sentido siempre sobre este notable artista: que  Pedro de Oraá es un creador joven y fresco, renovado permanentemente y de una capacidad de imaginación inagotable, a pesar de ser un octogenario según su carnet de identidad. Las piezas que ustedes podrán disfrutar en solo unos minutos fueron realizadas en el último lustro y una buena parte de la muestra fue gestada el pasado año. Es decir, todo es nuevo, de estreno en esta tarde. Se trata, además, de la primera muestra personal de Pedro en el MNBA, un dato significativo. El ha realizado este conjunto de hermosas obras especialmente para la ocasión.

Los cuadros que veremos son estimulantes y formidables invasiones del espacio regidas por una lógica matemática, una visualidad en la que el movimiento esta determinado por la velocidad y su envés, o por su descomposición. Se trata de de una poética basada en el concepto geométrico de visualidad, al reconstruir una espacialidad que se transforma en el dominio personal del artista. Es una obra que constituye un momento indispensable de la plástica cubana del siglo XX.  El término “concretismo”, no significaba nada en la historia del arte cubano hasta el surgimiento a mediados del siglo XX de un grupo de creadores, entre ellos Pedro de Oraá. Para él el concepto de concretismo significa que, y lo cito: “La pintura ya no representa, sino que se  presenta, se da por sí misma (…)  un espacio dentro del espacio (…) lo abstracto deviene concreto”.
                                                           
En Cuba, el abstraccionismo (en todas sus variantes: geométrica, informal, constructiva) cobró fuerza en la década de los cincuenta con la organización  y producción de obras por parte del grupo Los Once y los Diez Pintores Concretos, verdaderas puertas de entrada a las influencias estéticas que llegaban a la isla de todas partes. Se produjo, con esa nueva forma de asumir la imagen, el encontronazo con las más tradicionales y con el “nacionalismo” imperante, potenciado por la primera y segunda vanguardias. La labor de estos artistas y el arte que representaban fueron considerados por algunos escépticos como una manifestación de alienamiento de la realidad social y, por lo tanto, incomprendida, cuando no repudiada y desdeñada. Sin embargo, la realidad es que Los Once y los Diez Pintores Concretos fueron unos roturadores y revolucionarios en el arte insular, hecho que la crítica y la academia reconocieron posteriormente.

La presencia de Pedro de Oraá en este núcleo germinativo resultó singular y decisiva. Fueron él y Loló Soldevilla los que abrieron la primera galería dedicada a esta tendencia artística, la Galería de Arte Color-Luz, inaugurada en 1957. Su posterior estancia en Venezuela, en ese mismo año, propició igualmente el conocimiento de otros artistas de la tendencia en el continente, establecieron redes de amistad que fortalecieron al grupo considerablemente.

Las demostraciones pictóricas de Pedro se convirtieron, desde el inicio, en una operación original de intervención del espacio, una reapertura y permutación de esa espacialidad que es la hoja o la tela en blanco. Sus piezas geométricas son como metáforas reversibles, o también, una suerte de crítica del espacio. Las correspondencias, signos y oposiciones de su geometrismo construyen un entramado que solo el artista es capaz de enunciar, convirtiéndose así en un iluminador de estructuras visuales dentro de un espacio gravitacional desafiante. En su obra las formas nuevas buscan recrear el movimiento de otras formas prefijadas y en esa tentativa configuran una imagen única. Una suerte de Big Bang plástico se resuelve en sus cuadros.

La obra de Oraá invita a la contemplación activa. Sus presencias geométricas, además de ser rigurosas, aluden al movimiento del espacio que las contiene, es su clave conceptual. En la pintura concreta de Oraá comulgan referentes literarios y visuales que responden a una tradición. Las piezas de arte concreto de Oraá son estructuras animadas por un movimiento agitado, vivo. Como todo arte abstracto, son intemporales, fragmentos de tiempo en permanente permutación. En este arte no hay fuga de la realidad, su vocación es todo lo contrario, crear una realidad otra  a partir de una alquimia de las formas y los planos dentro de un espacio múltiple y cambiante. De la misma manera que el cubismo desfiguró lo real, la abstracción geométrica lo colocó en otra dimensión: fue una revolución de lo que las vanguardias artísticas del siglo XX habían planteado hasta entonces.

Pedro de Oraá es, por lo tanto, un reproductor de espacios, un artista capaz de dotar de una lógica sensible a la superficie en que inscribe sus signos, un espacio simbólico que es movimiento. Sus trazos son cuidados, sensuales, pero rápidos y  se centran, al menos eso creo, en la antigua tradición que une a la producción simbólica con la poesía escrita.

La figura de Pedro de Oraá como creador, se me antoja una totalidad: artífice de signos (pintura, grabado y diseño), ensayista y poeta, ¿Qué más se le puede pedir a un artista de la visualidad? ¿O a un escritor que genera signos de todo tipo? Su genuina modestia le permitió aceptar el Premio Nacional con absoluta sencillez, pero con total responsabilidad, y la primera demostración es esta exposición que es una ofrenda a la pintura y a las formas tridimensionales concretas. Que la abstracción y el concretismo en el arte cubano están vivos, lo demuestra esta exposición de manera irrebatible.

Gracias Pedro por tu extraordinario trabajo, por tu dedicación total al arte y a las letras.




Rafael Acosta de Arriba.

* (La muestra está en la sala transitoria del edificio de arte cubano del MNBA)


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