Tal pareciera que la sangre teatral corre por las venas de Francisco García Castellanos, o Pancho García, como comúnmente conocen muchos a ese gran actor de la Isla que desde muy joven estableció un vínculo inseparable con el arte de las tablas. Su paso inicial por el Grupo Experimental de Aficionados de La Habana bajo la dirección de Juan R. Amán, su posterior acercamiento al destacado director y diseñador escénico Rubén Vigón a través del colectivo Joven Teatro, y su nutriente apego a Raquel y Vicente Revuelta a través de Teatro Estudio, agrupación de la que formó parte, le permitieron consolidarse como un actor de gran valía en el panorama escénico de su país.
Teatro Estudio constituyó para él, y para muchos de los que formaron parte de ese colectivo, una gran escuela, un laboratorio de experimentación sobre la escena cubana. De su vínculo con sus fundadores y demás miembros de la agrupación se nutrió de técnicas, estilos, modos y maneras de asumir el arte de la actuación para abrirse nuevos caminos y senderos en la selva oscura del teatro. Varias de las obras de esta emblemática agrupación de la Isla llevan el sello impuesto por Pancho García a cada personaje interpretado, cada rol asumido.
Su huella también está impregnada en la Compañía Teatral Hubert de Blanck, con la cual durante muchos años ha mantenido un estrecho vínculo a través del trabajo de dirección con el montaje de obras de relevantes dramaturgos de la escena universal.
Pancho es más que un actor, es un hombre de teatro que domina bien los misterios de ese arte. Es un maestro de la escena, un enamorado de las tablas. Su trabajo va más allá del arte teatral, para incursionar el en otros medios como el cine y la televisión, pero el teatro es para él una especie de hogar en que se siente cómodo, un lugar indispensable en el que se logra un diálogo único y directo con el público. El teatro constituye para él una manifestación raigal que debe entretener, pero, sobre todo, educar y reflexionar acerca de los conflictos de cada momento en la vida de una nación.
Sus más recientes apariciones unipersonales en los escenarios, o en los montajes de Carlos Celdrán y Argos Teatro, corroboran la grandeza de este actor. Él pone corazón y alma a cada personaje que asume. Lo hace con plena organicidad, dominio de una técnica heredada de grandes maestros de la escena y una singularidad admirable que le permiten ganarse el incontenible aplauso del público en cada una de las funciones que trabaja.
Con Argos Teatro ha establecido un vínculo que pudiera catalogarse como inseparable. A partir de esa estética realista que ha asumido y defendido Carlos Celdrán, Pancho se ha hecho cómplice en cada uno de sus montajes. Él forma parte de esa familia en la que cada uno aporta a hacer un mejor teatro, más apegado a nuestras esencias, a nuestras realidades.
Varias obras de este colectivo llevan su huella. Basta revisar el catálogo de sus montajes para apreciar el nombre de Pancho en obras de su repertorio como Stockman, Un enemigo del pueblo, Vida y muerte de Pier Paolo Passolini, Chamaco, Final de partida, Reino dividido, Fango, o Aire Frío.
El vínculo con muchos de los más importantes exponentes del teatro contemporáneo cubano como Raquel y Vicente Revuelta, Berta Martínez, Abelardo Estorino, Humberto Arenal o Eugenio Hernández Espinosa, le propiciaron la consolidación de conocimientos y el dominio de herramientas para ejercer también la docencia, hecho que ha desarrollado y trasmitido a las nuevas generaciones. Su labor pedagógica le ha hecho posible además el diálogo con creadores y estudiosos del teatro no solo en Cuba, sino también en otras naciones.
Su desempeño y constancia en la escena le han posibilitado su participación en los más disímiles y prestigiosos festivales del orbe, y el reconocimiento de renombrados certámenes teatrales dentro y fuera de la Isla. Distinciones como la Orden Raúl Gómez García que otorga el Sindicato Nacional de la Cultura, la Distinción por la Cultura Nacional, Miembro Emérito de la UNEAC, y el Premio Nacional de Teatro en el año 2012, corroboran la grandeza de Pancho García en el panorama teatral cubano.
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